Otrora técnica audiovisual en una empresa televisiva local en Venezuela, Carolina* huyó a Brasil junto a su marido y su hija buscando comida, trabajo y educación. Desde que llegó al país, se ha dedicado a tomar clases de portugués y a hacer y vender artesanías, como muñecas, como medio de sustento.
Ella es el ejemplo perfecto de lo que pueden llegar a soportar los desplazados venezolanos con tal de adaptarse a la vida en otro país. Desde 2005, alrededor de 5,6 millones de venezolanos dejaron atrás sus hogares debido al agravamiento de la crisis económica y social en su país. De estos, unos 261 000 ingresaron a territorio brasileño buscando protección y un mejor futuro.
Un nuevo estudio del Banco Mundial y la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) analiza el acceso que tiene esta población a la educación, la protección social y el mercado laboral en Brasil. Los resultados revelan una realidad impactante: si bien su nivel educativo es similar al de sus contrapartes brasileños, los adultos venezolanos tienen un 64 % menos de probabilidades de estar empleados en el sector formal y los niños un 53 % menos probabilidades de asistir a la escuela.
“Analizamos un cúmulo de datos administrativos y censales entre 2017 y 2020 para investigar si los refugiados e inmigrantes venezolanos enfrentan un acceso diferenciado a la educación, al mercado laboral formal y a los programas de protección social. Nuestro objetivo es ayudar a los formuladores de políticas y a las agencias humanitarias y de desarrollo con el fin de optimizar el diseño de los actuales programas y mejorar así la inclusión económica y social de los venezolanos en la comunidad anfitriona”, dice Pablo Acosta, jefe del programa en el Banco Mundial y coautor del informe Integración de los refugiados y migrantes venezolanos en Brasil junto a la especialista en protección social del Banco Mundial Rovane Battaglin Schwengber, la joven profesional del Banco Mrittika Shamsuddin, y los economistas de la ACNUR Jedediah Fix y Nikolas Pirani.
Los desplazados venezolanos residentes en Brasil equivalen al 18 % de los 1,3 millones de refugiados y migrantes de ese país. Además de los 46 923 venezolanos reconocidos como refugiados, hay 96 556 solicitantes de asilo, de acuerdo a los datos más recientes de CONARE y la Policía Federal. Sumando estas dos cifras, hay 156 300 refugiados y solicitantes de asilo venezolanos, mientras que 145 462 ya tienen permiso de residencia.
Acceso a educación y salud
Brasil brinda acceso universal a la educación, la salud y la protección social, independientemente de la situación jurídica. No obstante, muchos refugiados y migrantes venezolanos siguen enfrentando obstáculos al momento de matricularse en el sistema de educación pública o acceder a los programas de protección social y al mercado laboral formal. De acuerdo al informe, solo el 10 % de la población venezolana en edad laboral residente en Brasil logra acceder al mercado laboral formal.
La realidad es aún más complicada para las mujeres. “En promedio, las venezolanas tienen un 75 % menos de probabilidades —en comparación con las mujeres brasileñas— de estar empleadas en un puesto de trabajo del sector formal, mientras que los hombres venezolanos tienen un 65 % menos de probabilidades de estar empleados en un puesto de trabajo del sector formal”, indica Mrittika Shamsuddin.
“La integración en un país extranjero es un proceso a largo plazo que demanda un enfoque holístico y multisectorial para ser efectivo, especialmente cuando hablamos de refugiados”, subraya el economista de la ACNUR y coautor del informe, Nikolas Pirani. “Es por esto que la ACNUR acerca el talento y las capacidades de estas personas a la demanda del sector privado, procurando la existencia de una situación mutuamente beneficiosa para los refugiados y las comunidades anfitrionas”, agrega.
Desde luego que la pandemia también aportó lo suyo al agravamiento de una situación de por sí complicada en lo que respecta al panorama que enfrentan refugiados y migrantes.
Un análisis de los datos de 2021 revela que aquellos que se encuentran fuera del mercado laboral pueden acceder al programa de asistencia Bolsa Familia como forma de supervivencia mientras se establecen en Brasil. Sin embargo, el estudio también muestra que los venezolanos tienen un 30 % menos de probabilidades de estar registrados en el programa, en comparación con sus contrapartes brasileños.
“De aquellos que reciben Bolsa Familia, el 42 % tiene educación secundaria completa y 15 % tiene título universitario, comparado con el 19 % de los brasileños que tiene educación secundaria completa y el 1 % que tiene título universitario”, revela Rovane Schwengber.
En cuanto a educación, el 42 % de los niños venezolanos está matriculado en una escuela. Sin embargo, aunque asistan a la misma, experimentan descensos de grado y limitaciones de capacidad, dificultando la creación de capital humano productivo y la autosuficiencia de las generaciones venideras. “Tienen más probabilidades de asistir a escuelas superpobladas que sus contrapartes en la comunidad anfitriona y también de ocupar puestos de trabajo de menor calidad, caracterizados por la temporalidad, menores salarios y horarios más prolongados”, dice Schwengber.