En el norte de Chile, a 3600 metros sobre el nivel del mar y a casi cuatro horas de la ciudad más cercana, Arica, Janet Gómez Mamani pastorea su ganado en su finca. Esta mujer indígena de la etnia aimara trata a su parcela productiva como si perteneciera a la madre tierra en lugar de pertenecerle a ella, parte de la cosmovisión aimara, un sistema de creencias ancestral.
Debajo de la tierra, a los pies de Gómez Mamani, yacen recursos geotérmicos sin explotar que podrían proporcionar una fuente continua de electricidad limpia. A lo largo y ancho de América Latina y el Caribe, se estima que existen entre 11 y 55 GW de recursos geotérmicos potenciales solo para la generación de energía. Estos podrían jugar un papel clave a la hora de mitigar el impacto del cambio climático a medida que las sequías obstaculizan cada vez más la producción hidroeléctrica, además de ayudar a satisfacer las necesidades energéticas de la población.
No obstante, son varios los desafíos que ralentizan el desarrollo de la energía geotérmica en Chile, uno de los cuales es la falta de conocimiento respecto a su potencial y la poca aceptación por parte de la población indígena local, como Gómez Mamani. Las creencias erróneas en torno a su impacto potencial eran muy comunes, y dado que la mayoría de los lugares con potencial geotérmico se halla en territorios pertenecientes a pueblos indígenas, fue necesario un contacto temprano con el gobierno y otras partes interesadas en relación al desarrollo de estos recursos naturales.
Desde hace cuatro años, el Banco Mundial viene asistiendo al gobierno de Chile a través del Proyecto de Asistencia Técnica para el Desarrollo Geotérmico en Chile, financiado por una subvención del Fondo para una Tecnología Limpia. El objetivo es mejorar las condiciones del mercado de energía geotérmica eliminando obstáculos para su desarrollo, incluidos aquellos relacionados con asuntos normativos y aspectos sociales y ambientales. Un subcomponente importante de este proyecto es la participación de las partes interesadas, concientizar sobre su impacto y los beneficios de desarrollar la energía geotérmica.
Mucho antes de comenzar las etapas de exploración del desarrollo geotérmico, los talleres llevados a cabo por el Ministerio de Energía y la Universidad de Chile revelaron la falta de conocimiento respecto a lo que la energía geotérmica realmente es. Un total de más de 400 dirigentes indígenas y miembros de la comunidad de seis grupos —aimaras, quechas, diaguitas, collas, mapuches y pueblos australes— participaron en los quince talleres.
“Debemos progresar económicamente, pero es bueno comunicarse con los pueblos indígenas porque de lo contrario [el gobierno] genera recelo”, dice Gómez Mamani.
Durante las consultas, se puso de manifiesto que muchos creían que la energía geotérmica equivalía a la minería a gran escala, aunque esta percepción errónea se fue aclarando mediante el intercambio de conocimientos. Los usos directos de la energía geotérmica se hicieron visibles, incluidas las formas en las cuales el desarrollo de este recurso puede contribuir al desarrollo comunitario, mejorar la calidad de vida y servir como alternativa a la leña.
Un elemento clave a la hora de la participación y orientación de ciudadanos como Gómez Mamani fue el material informativo y las visitas a proyectos geotérmicos. Se realizaron dos recorridos junto a dirigentes indígenas, uno a Nicaragua y otro a la planta de energía geotérmica de Cerro Pabellón en Chile.
Gómez Mamani participó con el objetivo de entender mejor el recurso. Durante el taller al que asistió previo al recorrido tecnológico, recibió folletos sobre la energía geotérmica, centrados en la cosmovisión de los pueblos indígenas referente al “calor de la tierra”.
“La Tierra está viva, tiene energía”, dice, ahora que sabe que esta energía se vincula a los géiseres y aguas termales.