Pregunta: ¿Cuáles son los principales desafíos de los pequeños productores y asociaciones familiares en este momento?
Respuesta: El cambio climático y otros fenómenos meteorológicos presentan riesgos críticos para la agricultura y el bienestar de los agricultores argentinos. Los pequeños productores y las poblaciones rurales son especialmente vulnerables a sus efectos debido a su dependencia de la agricultura de secano (solo usando agua de lluvia) para la producción de alimentos, la seguridad nutricional y la generación de ingresos, así como a su limitada capacidad para hacer frente a las catástrofes o transferir los riesgos asociados a la pérdida o degradación de los activos productivos y la producción.
Alimentar el mundo de manera sostenible, y convencer a los productores argentinos que esto es posible, es uno de los mayores retos de la agricultura inteligente. Para lograrlo el uso de herramientas digitales y la integración de los productores al proceso de transformación digital en estrecha colaboración con la industria será clave. En este sentido, a pesar de la disponibilidad de recursos técnicos proporcionados por parte del sector público, las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) del sector agroalimentario tienen serias dificultades para acceder a servicios financieros que les permitan invertir en innovación y nuevas tecnologías.
Otros desafíos que afectan a pequeños productores argentinos son la creciente concentración de las actividades productivas tradicionales en unidades de gran escala; la necesidad de fortalecer sectores con orientación no tradicional como medio de diversificar la actividad agrícola-ganadera; la alta variabilidad de los ingresos agrícolas en las escalas pequeñas y medianas; el creciente aumento de la edad promedio de los productores en varias provincias; y la necesidad de crear una propuesta de valor sostenible para retener las nuevas generaciones. Además, las zonas rurales y más remotas se enfrentan a carencias en materia de infraestructuras, que socavan la productividad, la eficiencia y la competitividad del sector agropecuario argentino.
P.: ¿Qué se propone el proyecto para minimizar el impacto de las inclemencias del clima y mejorar sus ventas?
R.: El proyecto de Sistemas Agroalimentarios Climáticamente Inteligentes e Inclusivos brinda una respuesta integral a la necesidad de generar condiciones para la recuperación y consolidación de un sector agroindustrial moderno y más inclusivo en Argentina. Por tanto, combina inversiones en bienes públicos; inversiones privadas para estimular el acceso a los mercado y su desarrollo, junto a inversiones privadas tendientes a estabilizar y mejorar la condición de vulnerabilidad de habitantes rurales); inversiones para desarrollar la producción intelectual y las evidencias estadísticas e inversiones para promover la innovación agrícola de empresas emergentes. Todos bajo una lógica de recuperación económica y resiliencia frente al cambio climático que debería fomentar el crecimiento y el desarrollo del sector con un mayor grado de inclusión y sostenibilidad.
P.: Específicamente, ¿qué son “prácticas climáticamente inteligentes” y qué inversiones públicas se realizarán para mejorar la adaptación al clima?
R.: Algunos ejemplos de tecnologías y prácticas climáticamente inteligentes que se espera financiar a través del proyecto son: tecnologías de riego por goteo o aspersión que aumenten la productividad y el ahorro de agua; biodigestores e instalaciones para el compostaje de residuos; transporte y maquinaria energéticamente eficientes; uso de semillas mejoradas que se adapten mejor a la variabilidad climática y al cambio climático; prácticas silvopastoriles y estrategias de producción de forraje resistentes al clima, etc.
Las obras e inversiones serán priorizadas en aquellas regiones donde el riesgo frente al cambio climático y la afectación de los medios de vida sea mucho más grave, buscando mitigar el impacto de eventos extremos como inundaciones y sequias.
En cuanto a inversiones públicas que se realizarán para mejorar la adaptación al clima, las principales áreas de inversión incluyen inversiones en infraestructura para el fortalecimiento y expansión de la conectividad con un enfoque en segmentos de último tramo en redes existentes (por ejemplo, carreteras rurales/terciaras, cobertura de internet y servicios digitales y electricidad en zonas rurales); y rehabilitación y mejora de obras primarias existentes de riego y drenaje para la protección ante la escasez de agua provocada por el clima y una mejor gestión de los recursos hídricos para la producción y el procesamiento agrícola.
P.: ¿Cómo se complementa este proyecto al Programa de gestión integral de los riesgos en el sistema agroindustrial rural (GIRSAR) y al Proyecto de Inclusión Socio-Económica en Áreas Rurales (PISEAR)? ¿Cómo ha apoyado el Banco Mundial al sector agrícola en los últimos años?
R.: El portafolio de proyectos en el sector agropecuario argentino busca atender desafíos estructurales del sector tales como son la inclusión productiva (PISEAR), riesgo agropecuario (GIRSAR) e innovación tecnológica climáticamente inteligente (CIAF). Este nuevo proyecto (CIAF) construye sobre las experiencias de PISEAR y GIRSAR para apoyar prioridades de gobierno en materia de recuperación del crecimiento económico con inclusión, atención al cambio climático y generación de empleos rurales. El diseño ofrece un menú de inversiones que van desde la generación de bienes públicos rurales hasta inversiones en acceso a mercados utilizando el instrumento de alianzas productivas, así como el apoyo a procesos de incubación y aceleración de emprendimientos vinculados al ecosistema bio-agroalimentario.
El Banco Mundial tiene entre sus prioridades contribuir al desarrollo de los sistemas agroalimentarios sostenibles para reducir la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables. Este año el banco ha destinado US$ 6.700 millones en proyectos en todo el mundo, en apoyo al sector agropecuario ayudando a casi 10 millones de productores en distintas partes del mundo. En Argentina el apoyo ha sido constante a través de los años.