La atención mundial se ha centrado una vez más en la última crisis masiva de refugiados —en esta ocasión en Ucrania—, y las dificultades de aquellos desplazados por la fuerza a través de las fronteras internacionales. La ayuda humanitaria está fluyendo, una operación logística de enormes proporciones está en curso para recibir, procesar y apoyar a los que huyen de la guerra, y personas de todo el mundo contribuyen a dar socorro a quienes lo necesitan.
Sin embargo, tarde o temprano, la crisis se estabilizará, la mayoría de los periodistas se irán de los lugares afectados, y otros problemas empezarán a ser los titulares de las noticias. Esto ya fue el caso de la mayoría de los 25 millones de refugiados en el mundo, antes del inicio de la guerra en Ucrania. Pero sus necesidades particulares no desaparecieron, y las oportunidades para mejorar su situación podrían ser aún exploradas y desarrolladas. Revise los datos a continuación para obtener más información sobre sus desafíos a largo plazo y el camino para soluciones sostenibles.
1. Por primera vez, hay más de 100 millones de personas desplazadas por la fuerza.
Esta cifra (i), hasta los primeros meses de 2022, incluye a desplazados por la fuerza dentro de sus propios países (personas desplazadas internamente), solicitantes de asilo, venezolanos desplazados en el extranjero y 27,1 millones de refugiados —el número más alto registrado— como resultado de la persecución, los conflictos, la violencia o las violaciones de los derechos humanos. Este récord se produce después de una década de aumento constante de las cifras que muestran que el número de personas desplazadas por la fuerza se ha duplicado en menos de una década.
2. Tres de cada cuatro refugiados permanecen desplazados durante cinco o más años.
Luego de una crisis, los refugiados ya no ocupan los titulares noticiosos, pero muchos de ellos permanecen desplazados durante mucho tiempo, y aún necesitan ayuda. Por ejemplo, más de 10 años tras el inicio de la guerra en Siria, aún hay 6,8 millones de refugiados sirios (i) en 128 países.
3. Los refugiados en situaciones prolongadas necesitan algo más que ayuda humanitaria temporal.
Vivienda, alimentos, agua y ayuda médica de emergencia son esenciales al momento de convertirse en una persona desplazada por la fuerza. Cuando ese desplazamiento no tiene un término claro a la vista, es necesario crear empleos que ayuden a los refugiados a ser autosuficientes; contar con planes educativos a largo plazo que permitan a sus hijos desarrollar sus habilidades para un futuro mejor —ya sea en su país de origen o en su comunidad de acogida—, y disponer de marcos jurídicos y políticas que pueden hacer todo esto posible.
El Banco Mundial trabaja con los países anfitriones (i) para incluir a los refugiados de larga duración en los sistemas nacionales de apoyo a la salud y la educación, y para facilitar su acceso al mercado laboral formal.
4. Cuatro de cada cinco de los refugiados viven en países en desarrollo.
Estos países ya tenían dificultades para alcanzar sus propios objetivos de desarrollo cuando comenzaron a recibir refugiados de naciones vecinas. Responder a la llegada repentina de recién llegados en situación vulnerable plantea un desafío a los Gobiernos anfitriones y ejerce mayor presión en su capacidad de prestar servicios básicos y de infraestructura. El Banco Mundial ayuda a los países a gestionar estas nuevas circunstancias (i) para que puedan continuar reduciendo la pobreza a nivel nacional y, al mismo tiempo, proporcionar un entorno aceptable para los refugiados.
5. Educar a todos los niños refugiados representaría el 5 % del gasto público en educación.
Alrededor de la mitad de los refugiados en todo el mundo son menores de 18 años, y una proporción considerable de ellos sufre desplazamiento durante todos los años de escolaridad. La educación es la clave para un futuro esperanzador en el que puedan volverse autosuficientes y contribuir a sus comunidades. Según un informe de 2021 del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Banco Mundial, el costo de incluir a los niños refugiados en los sistemas educativos nacionales (i) representaría menos del 5 % del costo existente de la educación pública en los países en desarrollo donde vive el 82 % de los refugiados del mundo.
6. El desplazamiento afecta a hombres y mujeres de maneras diferentes.
Estas diferencias están presentes desde temprana edad: las niñas refugiadas tienen menos probabilidades que los niños de terminar la escuela y, al igual que las mujeres, corren mayor riesgo de sufrir violencia de género. Las mujeres se ven afectadas también por otras desigualdades como, por ejemplo, el requisito en algunos países anfitriones de procedimientos adicionales para emitir pruebas legales de identificación a las mujeres para que puedan abrir una cuenta bancaria, acceder a servicios sociales o de salud, o poseer legalmente una propiedad. El Banco Mundial ha publicado una serie de documentos de investigación sobre las dimensiones de género del desplazamiento forzado (i) para ampliar estudios de alta calidad que pueden ayudar a orientar las políticas en esta área.
7. El sector privado cumple una importante función en los lugares donde viven refugiados.
Las empresas pueden ser una fuente de empleo. Pueden proporcionar apoyo a los emprendedores y realizar inversiones que beneficien a los refugiados y a las comunidades que los reciben. Y pueden ofrecer bienes y servicios orientados a las necesidades de los refugiados. A su vez, los refugiados aportan habilidades y talentos e impulsan el empleo y, en calidad de clientes, representan ingresos para las empresas.
La Corporación Financiera Internacional (IFC) del Grupo Banco Mundial trabaja con sus asociados para crear empleos impulsando el acceso al financiamiento y la actividad empresarial; mejorar la prestación de servicios básicos como los de educación y energía; promover políticas favorables a las empresas en las zonas que albergan a refugiados, e intercambiar enseñanzas.
8. La presencia de refugiados puede aportar beneficios a las comunidades de acogida.
En Uganda, la presencia de refugiados ha mejorado considerablemente el acceso de las comunidades anfitrionas a los servicios sociales; en otros países africanos, contribuyó a mejorar las condiciones económicas de todos en el mediano y largo plazo y, en Perú, la presencia de más de 1 millón de venezolanos ha ayudado a mejorar las condiciones del mercado laboral local, reducir las tasas de delincuencia, aumentar los niveles de confianza entre los vecinos y mejorar la satisfacción con los servicios públicos. Estos y otros estudios (i) muestran que las políticas inclusivas que otorgan a los refugiados el derecho al trabajo, la libertad de movimiento, el acceso a los servicios sociales, así como a la propiedad, pueden promover la integración social y económica sin causar una respuesta negativa.
9. No tenemos suficientes estadísticas sobre los refugiados.
Podemos encontrar fácilmente números totales sobre refugiados a nivel global y nacional (véase el informe Tendencias globales de ACNUR), pero obtener un panorama preciso de esta crisis es difícil debido a obstáculos para obtener datos de calidad sobre las condiciones económicas y sociales de los refugiados y las comunidades de acogida. Necesitamos más y mejores datos para saber qué funciona, qué no funciona, qué políticas deben formularse y qué medidas deben adoptarse en cada situación. El Banco Mundial trabaja con ACNUR (i) y otros asociados recopilando y analizando datos (i) para ayudar a orientar las políticas y mejorar los programas de desarrollo que pueden beneficiar a todas las personas afectadas por el desplazamiento forzado.
10. El retorno suele ser el objetivo principal de los refugiados y las comunidades anfitrionas, pero puede ser complicado conseguirlo.
Muchos conflictos han resultado difíciles de resolver, convirtiéndose a menudo en situaciones prolongadas. Los que logran salir de la crisis experimentan condiciones económicas y sociales y de seguridad precarias durante muchos años. Entre los que retornan, reanudar su modo de vida anterior es un reto: algunos deben huir de nuevo o se convierten en desplazados en su propio país, ya que sus tierras y propiedades pueden estar ocupadas por otras personas o el conflicto original vuelve a surgir.
Para una institución de desarrollo como el Banco (i), el "punto final" de la labor con los refugiados no se trata del lugar dónde viven —en el exilio o en el país de origen— sino de si siguen siendo vulnerables y aún necesitan apoyo específico.
Y, más recientemente, nuestros esfuerzos también se orientan a evitar la necesidad de un "punto de partida" poniendo un mayor énfasis en la prevención y abordando las causas fundamentales del conflicto para crear sociedades más estables, de modo que las personas no tengan que escapar de sus países.