La invasión de Rusia a Ucrania estuvo muy presente en las mentes de los encargados de formular políticas que asistieron a las reuniones. En la Segunda Mesa Redonda Ministerial sobre el Apoyo a Ucrania, diversos líderes expresaron su apoyo unificado al país. El Banco Mundial, la Unión Europea y el Gobierno ucraniano publicaron el mes pasado una evaluación rápida de daños y necesidades, en la que
“Cuanta más ayuda reciba Ucrania ahora, más pronto pondremos fin a la guerra de Rusia”, dijo el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, durante la sesión a través de videoconferencia.
La guerra es una de las crisis superpuestas que afecta actualmente al mundo. Los eventos públicos de este año permitieron a autoridades normativas, expertos, actores del sector privado y otras partes interesadas intercambiar ideas sobre algunos de los principales desafíos: el crecimiento inclusivo, la seguridad alimentaria, la educación, y la transición resiliente y con bajas emisiones de carbono. Los diálogos se volvieron más urgentes en medio del creciente riesgo de recesión mundial, el mayor aumento de la pobreza mundial en décadas y una quinta ola de deuda que podría provocar crisis en los países en desarrollo.
En el evento sobre el crecimiento inclusivo se puso de relieve la necesidad de que los encargados de la formulación de políticas se preparen en el presente para enfrentar condiciones financieras más difíciles en el futuro, y la importancia de las reformas normativas, la innovación y la inversión en las personas para lograr la prosperidad compartida.
“Tenemos que exigirnos a nosotros mismos, no preguntarnos si estamos haciendo cosas buenas y más buenas que antes, sino si estamos haciendo suficientes cosas buenas en relación con el inmenso desafío mundial y las enormes oportunidades a nivel global", dijo Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos y presidente emérito de la Universidad de Harvard, durante su participación en el evento. Summers también fue economista en jefe del Banco Mundial.
En otro evento de alto nivel, sobre el costo de las crisis de los alimentos y los combustibles, se analizó cómo los países pueden hacer frente a las crisis alimentarias y energéticas, que se han visto exacerbadas por la invasión rusa a Ucrania y tienen el mayor impacto en los pobres. Una de las principales conclusiones de la sesión fue que
Malpass dijo durante la reunión de los ministros de Finanzas y Agricultura del G20 (i), realizada el martes, que los precios de los alimentos probablemente se mantendrán en niveles históricamente altos hasta 2024, ya que la guerra en Ucrania sigue cambiando los patrones del comercio, la producción y el consumo. El Banco Mundial ya ha comprometido USD 6300 millones de su paquete de respuesta para abordar la seguridad alimentaria por valor de USD 30 000 millones, cuyo objetivo es ayudar a los agricultores a aumentar la producción, mejorar la nutrición y crear sistemas alimentarios resilientes.
El cambio climático fue otra emergencia que acaparó la atención durante las reuniones. En un evento sobre el financiamiento de la transición resiliente y con bajas emisiones de carbono, realizado el jueves, se examinaron formas de abordar simultáneamente las necesidades climáticas y de desarrollo, apoyando al mismo tiempo a las personas y las comunidades.
El énfasis en el clima fue constante a lo largo de toda la semana. Diversos líderes analizaron el nuevo Fondo para Ampliar la Acción Climática Reduciendo las Emisiones o SCALE (i), que proporcionará donaciones a los países en desarrollo para facilitar la generación de reducciones verificadas de emisiones. El fondo se pondrá en marcha el próximo mes durante la COP27. En la reunión de la Coalición de Ministros de Finanzas para la Acción Climática (i), el presidente Malpass dijo que el Banco Mundial también está trabajando en proyectos de desmantelamiento de plantas de carbón, iniciativas de reducción de las emisiones de metano y un conjunto de nuevos informes sobre el clima y el desarrollo de los países (CCDR). El miércoles, por ejemplo, se dio a conocer el CCDR de China en que se estima que el país necesita entre USD 14 billones y USD 17 billones en inversiones adicionales para infraestructura y tecnologías verdes tan solo en los sectores de energía y transporte para lograr cero emisiones netas de aquí a 2060.
Si bien el temor a una recesión y el aumento de la fragilidad han predominado en los titulares noticiosos, una de las consecuencias duraderas de la COVID-19 es el impacto en la educación. En una época en que el 70 % de los niños en los países en desarrollo no pueden entender un texto sencillo y los jóvenes de mayor edad se enfrentan a un mercado laboral hostil, los desafíos planteados por las pérdidas de aprendizaje fueron analizados en otro evento. Los panelistas que participaron en la sesión “Invertir en educación” coincidieron en la importancia de dar prioridad a las inversiones para acelerar la recuperación del aprendizaje y de las habilidades.
En su discurso en Stanford, el presidente Malpass analizó el panorama económico mundial y advirtió que el cambio radical que se observa en las políticas fiscales, monetarias y regulatorias desde la crisis financiera de 2008 crea el riesgo de que en las próximas décadas no se invierta lo suficiente en desarrollo.
“La urgencia se refleja claramente en las noticias diarias sobre la inflación, el cambio climático, el hambre, las protestas sociales y la violencia”, dijo Malpass. “El Grupo Banco Mundial trabaja activamente para resolver estos desafíos, es realista en sus evaluaciones y está ansioso por encontrar soluciones”.