El comercio mundial, en muchos sentidos, hace que el mundo “gire”. Piense en cualquier producto electrónico, artículo de ropa, o quizás una barra de chocolate; piense en todos los artículos cotidianos que llegan a las manos de los consumidores y a sus hogares gracias al comercio mundial, generando innumerables empleos.
Mona Haddad, directora global de Comercio, Inversión y Competitividad del Grupo Banco Mundial, señaló: “El comercio es un motor de crecimiento que crea mejores empleos, reduce la pobreza y aumenta las oportunidades económicas”.
Mona agregó que la liberalización del comercio aumenta el PIB y “ha sacado de la pobreza a más de 1000 millones de personas desde 1990”.
Sin embargo, para que estos beneficios se distribuyan de manera más equitativa, el comercio debe ser eficiente, y no siempre es el caso.
La complejidad y la naturaleza interconectada del comercio mundial quedó de manifiesto durante las interrupciones en las cadenas de suministro provocadas por la pandemia de COVID-19. Las demoras en los envíos y la escasez de productos supusieron problemas sin precedentes para muchos exportadores, importadores, empresas y consumidores.
Pero según Miishe Addy, cofundadora y directora ejecutiva de Jetstream Africa (i), con sede cerca del puerto ghanés de Tema, la COVID-19 también generó una oportunidad para repensar el sistema en sí mismo.
“Es uno de los puertos de contenedores más grandes en África occidental. A pesar de la tecnología que se podría haber utilizado, cuando iniciamos el negocio casi no había tecnología. En gran parte, se utilizaba dinero en efectivo y se llevaba a cabo de manera manual”.
Miishe vio el momento de crear su negocio.
“La COVID aceleró la digitalización en África. Era difícil trasladarse, incluso en el puerto; los antiguos métodos manuales de autorización y movimiento de carga eran realmente ineficientes”. Por ello, Jetstream creó una plataforma tecnológica que se hace cargo de la cadena de suministro para el comercio transfronterizo de un cliente.
Señaló que esto es importante porque un comercio más lento se traduce en productos más caros para los consumidores.
“Aunque los ingresos son generalmente más bajos aquí y las ganancias son menores, las cadenas de suministro son las más lentas del mundo. Cada día, las familias africanas pagan un impuesto sobre los productos que consumen”.