“Me siento más competitiva, ofrezco mi producto, ven que es de buena calidad y puedo competir”, comenta Rose Mary Pinto, agricultora boliviana que tiene el sueño de convertirse en la mayor productora de lechuga hidropónica de Cochabamba (Bolivia). Rose Mary viene de una larga tradición de productores, pero, a diferencia de sus antecesores, acceder a capacitación y a asesoría integral le ha permitido mejorar su producción.
En Bolivia, una considerable parte de la población vive en áreas rurales donde la pobreza y la desigualdad son aún altas, pero donde también existe un enorme potencial para la producción de alimentos.
La agricultura emplea a 1 de cada 3 trabajadores bolivianos y aporta a la economía del país cuatro veces la producción de hidrocarburos y dos veces la producción minera. A pesar de ello, los pequeños productores enfrentan una serie de desafíos, incluyendo la falta de acceso a financiamiento, tecnología y capacitación; y los embates climáticos, que son cada vez más frecuentes.
El Proyecto de Alianzas Rurales
Al igual que Rose Mary, más de 107.000 productores bolivianos han participado del Proyecto de Alianzas Rurales (PAR) que inició en 2006 con el financiamiento del Banco Mundial. A través de alianzas entre organizaciones de productores con mercados de alimentos, cooperativas, empresas y gobiernos locales, el PAR busca mejorar la vida de productores de zonas rurales, aumentando la calidad y cantidad de su producción y, como consecuencia, su competitividad e ingresos. Hasta hoy, el PAR, en sus etapas I y II, ha hecho posible 2.601 alianzas y ha fortalecido a los productores participantes de esas alianzas en todo el territorio boliviano con capital de inversión y asistencia técnica.
El asesoramiento técnico se enfoca en el diseño de planes de negocio y mercadeo, adopción de prácticas de gestión de cultivos sostenibles y más eficientes, aumento de la eficiencia en el uso del agua en el riego, el buen manejo de insumos agrícolas, procesos de adquisiciones, manejo financiero y consolidación de costos de producción, entre otros.
“Cambió mucho, antes yo trabajaba afuera con la lluvia, con el sol. El cultivo hidropónico es importante porque es una nueva forma de agricultura para mí, con este proceso yo puedo producir todo el año”, comenta Rose Mary.
El PAR también busca mejorar la infraestructura productiva rural. Por ejemplo, se están construyendo caminos vecinales, puentes y sistemas de riego tecnificado para mejorar la productividad agrícola y la accesibilidad a los mercados.
Todo este camino avanzado marca la ruta para una nueva etapa del PAR. En 2022, el Banco Mundial aprobó un préstamo de US$300 millones para dar inicio al PAR III que proyecta un impacto adicional significativo para cerca de 130.000 familias de comunidades y productores, continuando con la mejora de la economía rural del país. Esta tercera etapa del proyecto se enfocará en seguridad alimentaria, adopción de prácticas innovadoras para una agricultura sostenible y resiliente y una mayor y mejor participación de mujeres productoras.