“En los libros de la escuela, jamás había niños negros”, dice Gabrielle Marquez, una estudiante de 18 años que reconoce que se sentía poco representada en los materiales escolares. Hoy estudia medicina, pero admite que muchas veces “sentía que no podía llegar” a terminar la escuela.
Su sentimiento no es único. En América Latina hay 34 millones de afrodescendientes en edad escolar. Sin embargo, las estadísticas indican que 7 millones de ellos abandonarán el sistema educativo antes de terminar la escuela primaria, el doble de la media regional en comparación a sus pares no afrodescendientes.
“Los textos escolares son una de las muchas herramientas pedagógicas con las que cuentan los profesores y alumnos”, afirma Germán Freire, especialista sénior en desarrollo humano del Banco Mundial y autor de un nuevo reporte. Los libros “permiten entender el tipo de visiones, prejuicios u omisiones que inciden en la experiencia escolar de los niños, niñas y adolescentes afrodescendientes”, explica.
El estudio del Banco Mundial Inclusión afrodescendiente en la educación continúa un exhaustivo trabajo de investigación sobre las poblaciones afrodescendientes en América Latina realizado en los últimos años, y revela nuevos datos sobre la calidad de la educación y los retornos educativos para esta población. Además, profundiza en uno de los posibles motivos de la exclusión –el racismo en la educación– al identificar a la exclusión de la educación como uno de los principales factores que hace que la crisis educativa regional sea más profunda para la población afrodescendiente.
Todo esto se comprueba en entrevistas a niños, niñas y adolescentes afrodescendientes que comparten sus reacciones y cuentan sus experiencias en primera persona.
Ni maestros ni libros escolares
Un factor importante detrás de la exclusión de afrodescendientes es el racismo, ya sea explícito o implícito, pues los niños y jóvenes reciben mensajes y estímulos negativos sobre sí mismos y sus perspectivas de vida.
“La mayoría de los profesores son blancos”, dice Maybell Serrano, una estudiante de 14 años, al reflexionar sobre una imagen que aparece en un libro escolar. Un cuerpo docente sin apoyo y un número reducido de maestros afrodescendientes -que podrían ser más sensibles y servir de modelo a seguir- limita el rendimiento académico en estas poblaciones.
Por otro lado, las representaciones en los libros escolares a menudo no promueven el reconocimiento de la identidad de las comunidades afrodescendientes y, por el contrario, contribuyen a fomentar representaciones folclóricas y estereotipos.
El estudio del Banco Mundial incluye la revisión de 5.121 imágenes, procedentes de 40 libros de primaria y secundaria de 10 países de América Latina. En ellas, solo había representación de personas afrodescendientes en el 15% de las imágenes, mayormente en actividades asociadas a la música, los deportes, el trabajo rural, manual o industrial.
“Los textos escolares de la región rara vez representan las contribuciones y anhelos de la población afrodescendiente”, indica Freire. “Más frecuentemente, tienden a fortalecer visiones que pueden no ser negativas en sí mismas, pero que reproducen una visión limitada y estereotipada de sus aportes a la sociedad, y que impactan en las aspiraciones y percepción de oportunidades de chicos y chicas afrodescendientes”.
Roniel Mesa, un estudiante de 18 años, dice que “todo comienza en la escuela”. Y lo explica claramente: “Los libros necesitan cambiar para no repetir el mismo estereotipo”. Concluye que con ese pequeño cambio de una generación a otra, se logrará un cambio permanente.
Cambiar la forma en que los libros de texto tratan las relaciones raciales y el racismo es un primer paso en el proceso más amplio de elaborar una agenda educativa antirracista. “Que le pueda dar un libro a mi sobrina y que abra y vea a una mujer negra, abogada”, propone Marquez.