Este año, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo reconoce los esfuerzos de la juventud indígena para apoyar el desarrollo sostenible, junto con su búsqueda de justicia y la preservación de su cultura y tradiciones. El Banco Mundial entrevistó a líderes jóvenes indígenas de África, Asia y América Latina para conocer sus historias y profundizar en el conocimiento de sus estrategias. Aunque cada uno de ellos ha experimentado circunstancias únicas, se enfrentan a retos similares que ponen en peligro su capacidad para mantener las importantes contribuciones de sus pueblos a la conservación de la rica diversidad cultural y biológica del mundo.
¿A qué tipo de adversidades se enfrentan las y los jóvenes indígenas en relación con su identidad cultural y su modo de vida único?
Dokera Domicó, del pueblo Embera Katío, en la región Caribe de Colombia, señaló que le habían despojado de su nombre. "Dokera es el nombre tradicional que me dieron al nacer mi madre y mi comunidad. Sin embargo, el registro civil colombiano me cambió el nombre por Dayana, ya que no permitían los nombres tradicionales". En la lengua de Dokera, su nombre significa la esencia y el nacimiento del río.
Al igual que otros pueblos indígenas de Colombia, la comunidad de Dokera se ha enfrentado al asesinato de sus líderes, a amenazas de quemar sus hogares y al desplazamiento forzoso de sus tierras ancestrales.
Dokera recorría largas distancias para ir a la escuela, sufría discriminación mientras estaba allí y se esforzaba por aprender en una lengua que no era la suya, pero aun así persistió en su educación. Fue elegida por su comunidad para servir de puente de ayuda externa y a los 18 años se convirtió en la primera mujer indígena de su pueblo y región en estudiar en la universidad.
Al otro lado del mundo, Judy Kipkenda, una líder joven Ogiek de Kenia, se enfrentó a una experiencia similar. Cuando tenía dos meses, sus padres y su comunidad fueron desplazados de sus tierras consuetudinarias por concesiones agroforestales y obligados a integrarse en una comunidad suburbana.
Judy cuenta que sufrió enfermedades agudas de niña porque sus padres no confiaban en la medicina convencional ni tenían acceso a los productos medicinales tradicionales del bosque. Le dieron un nuevo nombre y recuerda a su profesora diciendo en clase que los Ogiek tenían cola, vivían en el bosque y se habían extinguido. "Por miedo a lo que dijeran los demás, mentí y dije que era Kalenjin, un grupo diferente. Cuando los alumnos se enteraron de que era Ogiek, sufrí constantes burlas e intimidaciones desde ese día hasta que terminé la educación primaria".
Abigail Kitma es una joven líder del pueblo Ibaloi, en el norte de Filipinas. Le ha resultado difícil conectar con su lengua y su cultura en medio del entorno urbano de las tierras ancestrales de su pueblo y los efectos de la colonización estadounidense. "Sigo aprendiendo mi lengua tradicional porque no nos la enseñaron. Creo que mucha gente pensaba que era mejor aprender inglés que enseñar nuestra lengua, ya que permitiría encontrar un trabajo más lucrativo en otro lugar."