La transformación digital de América Latina se consolida en dos velocidades. Mientras que el número de unicornios tecnológicos regionales se cuadruplicó entre 2018 y 2021, otra buena parte de la población está lejos de acceder a sus beneficios. Unos 240 millones de latinoamericanos, el 38 % de la población en la región, eligen no acceder a internet a pesar de vivir en zonas de cobertura, según destaca el nuevo estudio del Banco Mundial Conectados: Tecnologías digitales para la inclusión y el crecimiento.
“Lo que pasa es que no me alcanza para pagar el internet”, resume sencillamente Meliton Tecpa, un comerciante que vive en el estado de Tlaxcala, en México. Esta restricción tiene dos efectos inmediatos en su vida: limita su posibilidad de conseguir trabajo a través de aplicaciones digitales y restringe el acceso de sus tres hijos a contenidos educativos, un detalle fundamental durante los meses de crisis sanitaria.
Al igual que Tecpa, la falta de recursos económicos es el primer motivo por el que las familias latinoamericanas deciden no acceder a internet. El 50 % de los hogares, menciona el estudio del Banco Mundial, destaca el elevado costo del servicio. Los datos corroboran la sensación de los encuestados, especialmente en los países de América Central y el Caribe. Por ejemplo, el servicio de banda ancha en Nicaragua representa aproximadamente el 20 % del ingreso nacional bruto (INB) per cápita mensual. Solo como referencia, Naciones Unidas tiene como objetivo que el acceso a este tipo de conexión cueste como máximo el 2% del INB per cápita para el año 2025.
El alto precio afecta principalmente a los grupos más vulnerables, aquellos que más podrían beneficiarse del impacto de las nuevas tecnologías. Por ejemplo, en Jamaica, el servicio de internet en el domicilio puede suponer casi un 25 % de los ingresos per cápita mensuales de una persona del quintil más pobre de la población. Algo similar sucede en El Salvador y Ecuador.
A esta situación se suman otras dificultades de infraestructura. Por ejemplo, solo el 42 % de las familias en zonas rurales tienen acceso a servicios fijos de internet en su casa. Al mismo tiempo, el 55% de los hogares destacan tener algún problema con la calidad de su servicio. Y el 7 % de la población, alrededor de 45 millones de personas, no cuentan con servicio de conectividad móvil en su zona.
“La conexión por sí sola no es una solución mágica. No se trata de instalar el cable y listo. Los gobiernos tienen el desafío de invertir en las habilidades, en el conocimiento y en una serie de factores complementarios para realmente aprovechar esta oportunidad”, reflexiona Bill Maloney, economista en jefe del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe.
Más allá del tema de costos, alrededor del 20 % de los hogares desconectados de la región también declaran no tener interés o necesidad de Internet. Esto, según los expertos del Banco Mundial, visibiliza una falta de concientización respecto a las ventajas potenciales de la conectividad.
A esta combinación de altos costos y desinterés se suma la falta de habilidades digitales, tres problemas interrelacionados que lastran el progreso de los países latinoamericanos. Solo el 28,1 % de la población de la región cuenta con competencias básicas, muy por detrás del 64 % registrado en los países de la OCDE.