Ningún país es inmune a los impactos del cambio climático, pero los países más pobres del mundo son los más afectados. En la última década, estos países sufrieron alrededor de ocho veces más desastres naturales que en las últimas tres décadas, lo cual redundó en la triplicación de los daños económicos.
“Vi casas derrumbándose y vecinos luchando por salvar lo que podían”, dijo João Fernandes de la aldea de Santa Catarina, en Santo Tomé, que se inundó a causa de las fuertes lluvias. “Mi casa ya estaba ladeada, el agua había entrado y nuestras pertenencias flotaban en el agua. Mi esposa estaba en los últimos días de nuestro segundo embarazo y apenas podía moverse. Solo recé para que la casa no se cayera y que el clima mejorara”.
Para comunidades como la de João, la crisis climática es urgente. A pesar de ser las que menos contribuyen al cambio climático, se enfrentan a paisajes cambiantes que afectan las vidas y los medios de subsistencia, a la presión sobre los recursos naturales que inciden en el rendimiento de los cultivos y los precios de los alimentos, y a fenómenos meteorológicos extremos que son cada vez más peligrosos y devastadores. En muchas de estas comunidades, los avances logrados recientemente en el desarrollo se vieron socavados por los impactos climáticos. Si no se actúa, más de 130 millones de personas que viven en los países más vulnerables caerán en la pobreza extrema debido al cambio climático para 2030.
Por ello, el fondo de solidaridad global del Banco Mundial para los 75 países más pobres del mundo, adoptar medidas climáticas significa adoptar medidas en favor del desarrollo. La Asociación Internacional de Fomento (AIF) ha puesto cada vez más atención en el clima desde 2011. El Banco Mundial es la mayor fuente de financiamiento para el clima en el mundo, y las donaciones y el financiamiento en condiciones concesionarias de la AIF han sido fundamentales en todas las áreas de acción climática, que incluyen desde ayudar a los países a aplicar estrategias de adaptación ante los efectos adversos del cambio climático hasta fortalecer la resiliencia para que se encuentren preparados cuando se produzcan desastres climáticos y aprovechar las oportunidades para hacer realidad un futuro más verde.
Adaptación y resiliencia: Preparar a las comunidades en un contexto de cambio climático
Una buena adaptación implica una planificación sistemática y a largo plazo para los riesgos climáticos actuales y futuros. En vista de los patrones climáticos cambiantes y los desastres naturales más frecuentes y peligrosos, la AIF ayuda a los países a integrar la resiliencia en sus programas de desarrollo. Las inversiones que sirven para proteger, preservar o rehabilitar las zonas costeras pueden ser importantes salvaguardas contra el aumento del nivel del mar y las tormentas más poderosas. En lugares como Bangladesh (i) y África occidental (i), donde millones de personas viven en miles de kilómetros de costas, la AIF ayuda a coordinar actividades intersectoriales, y en algunos casos nacionales, destinadas a garantizar que estas zonas sean seguras, apoyar los medios de subsistencia de las generaciones futuras, y amortiguar la erosión, la intrusión salina y las inundaciones.
“Pertenezco a una las familias más afectadas por las inundaciones y los aludes de lodo, por lo que nos ofrecimos como voluntarios para ser reubicados”, dijo João Fernandes, cuya casa fue una de las primeras viviendas construidas en áreas más seguras en el marco del Proyecto para la Zona Costera de África Occidental respaldado por la AIF. “Me siento muy bien porque mi familia estará más segura”.