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ARTÍCULOMayo 15, 2024

El turismo trae ingresos y orgullo a los residentes de Jalapão, en Tocantins, Brasil

The World Bank

"El capim dorado nos sacó de la extrema pobreza", dice Railane Ribeiro da Silva

Mariana Ceratti/Banco Mundial

El proyecto del Banco Mundial apoyó, a lo largo de 10 años, la construcción de infraestructura, la realización de capacitaciones y actividades estructurantes del sector

Una pequeña comunidad en el centro de Brasil entró en el mapa del turismo y del diseño brasileños gracias a una planta que crece en la región y puede ser utilizada en accesorios y objetos de decoración: el capim dorado. Hoy, esta materia prima es sinónimo de ingresos y orgullo para los residentes de la comunidad quilombola de Mumbuca, en la región del Jalapão en el estado de Tocantins, especialmente para las integrantes de la Asociación de Artesanos y Extractores del Poblado, que reciben con música e historias a visitantes de todo el mundo.

"Mi capim, mi capim dorado que nació en el campo sin ser sembrado

Fue mi amor quien me dijo así que la flor del campo es mi capim

Fue Doña Miúda quien nos enseñó a coser capim dorado con mucho amor

Fue en Mumbuca donde empezó este hermoso arte con mucho amor"

"Ustedes no están solo comprando capim dorado: están ayudando a mantener una tradición de más de 200 años, y sigue aquí, luchando", dice la artesana Railane Ribeiro da Silva, de 28 años. "El capim dorado nos sacó de la extrema pobreza, que nos hacía tener miedo de la gente. Si aparecían turistas aquí, el jalapoeiro salía corriendo", añade.

Railane es nieta de Doña Miúda (Guilhermina Ribeiro da Silva, 1928-2010), quien de joven aprendió de su madre, descendiente de indígenas, a trenzar el capim dorado y pasó a enseñar la técnica a otras mujeres. Doña Miúda fue fundamental para popularizar la artesanía en todo el país y conseguir visibilidad y desarrollo para la región.

El Banco Mundial se convirtió en parte de esta historia al financiar la cadena productiva del capim dorado a través del Proyecto de Desarrollo Regional Integrado y Sostenible de Tocantins (PDRIS), implementado a lo largo de nueve años con el gobierno estatal. La iniciativa invirtió 282 millones de dólares en siete áreas: transporte, educación, agricultura, medio ambiente, turismo, recursos hídricos y mejora de la gestión pública.

Específicamente en el área de turismo, se utilizaron 3 millones de dólares para varios fines. En la comunidad de Mumbuca, por ejemplo, el proyecto apoyó la creación de un pequeño museo, el Memorial Casa de la Cultura. Allí, es posible conocer la historia de Doña Miúda, ver fotos del cultivo y de la cosecha del capim dorado y conocer algunas piezas confeccionadas con la materia prima. "Pudimos adquirir armarios, impresora, GPS, una oficina montada", celebra Railane.

El proyecto, también hizo posible brindar capacitación para enseñar sobre la extracción sostenible de la planta, lo que también permitió atraer a nuevas generaciones de artesanas. "Las capacitaciones facilitaron la creación de productos con el capim dorado", recuerda Fatima Amazonas, que fue cogestora del proyecto durante cinco años. "Las mujeres también necesitaban infraestructura para comercializar, porque antes había un espacio donde esto sucedía de forma precaria. Se empoderaron con mucha voluntad y alegría", continúa.

The World Bank

Por otro lado, en la Comunidad de la Prata, en São Félix do Tocantins, el proyecto financió la construcción de una plaza que se convirtió en el punto de encuentro de los residentes. Hasta hace 40 años, la población – también de origen quilombola – estaba aislada.

"Ni siquiera venía transporte aquí. Vivíamos de manera muy sencilla", recuerda la profesora Osirene Francisca de Souza. "La luz eléctrica llegó a partir de los años 2000", completa.

Dotada de paneles de luz solar y conexión a internet, la plaza representa, para Osirene, la llegada del desarrollo. "Incluso para las actividades de la escuela venimos aquí", cuenta. Los sábados y domingos por la noche, los adultos dejan de lado el trabajo y disfrutan de los quioscos de comida mientras los niños juegan en el parque infantil.

Entre otras actividades apoyadas por el proyecto, se encuentran:

  • Implementación del Observatorio de Turismo de Tocantins, en colaboración con la Universidad Federal de Tocantins, el Instituto Federal de Tocantins y el Instituto Fecomercio, para la investigación y planificación del sector;
  • Creación del proyecto de arborismo del Parque Estatal de Cantão, con dos circuitos contemplativos, formados por recorridos acrobáticos y tirolinas;
  • Elaboración del plan estratégico de desarrollo de la pesca deportiva para impulsar la actividad en los municipios de Palmas, Porto Nacional, Lajeado y Peixe;
  • Contratación de servicios de consultoría individual para la realización de la guía de observación de aves de Tocantins y capacitación de guías de aves;
  • Instalación de señalización turística en Serras Gerais

El aumento del turismo presentó la necesidad de  construir infraestructuras para la acogida de los visitantes. En la Fazenda Tri Agro, punto de partida para visitar la Cachoeira da Velha, se construyeron nuevos baños y un quiosco con área para descanso y merienda. Y, en la entrada del Parque Estatal de Jalapão, conocido por sus dunas, también hay un quiosco para protegerse del sol y del calor.

Todas estas mejoras hacen más cómoda la experiencia de visitantes como la publicista Beatriz Fróes, de 26 años, y la ingeniera de alimentos Maria Julia Rossi, de 25, ambas venidas de São Paulo con un grupo de amigos. "Nos pareció todo muy bonito, la comida es excelente y nos encantó nuestro guía, sin contar que los precios son accesibles", elogian. "Aún es necesario mejorar algunos servicios y la señalización, pero entendemos esto como algo normal en un lugar donde el turismo todavía está empezando a desarrollarse."

La belleza y la rusticidad de Jalapão también llamaron la atención de la pareja Kàllyta Queiroz, de 28 años, y Josias Rodrigues, de 38. Residentes de Redenção, en Pará, recorrieron 500 km en coche para llegar a la región, pero valió la pena. "Cuando nuestras hijas sean mayores, queremos traerlas", sueña la auxiliar administrativa, madre de tres niñas, de 6, 4 y 2 años, respectivamente. De hecho, es necesario esperar algunos años para llevar niños, ya que son muchas horas en carretera de tierra.

Para jóvenes y adultos, sin embargo, el viaje promete ser inolvidable: no falta naturaleza, cultura ni hospitalidad en este rincón de Brasil donde aún hay tanto por descubrir.

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