Panamá es uno de los países con mayor diversidad biológica del mundo. Sus bosques se extienden a través de un puente de tierra que crea un corredor natural que conecta los hábitats del jaguar que deambula desde México hasta Argentina. Pero este entorno está sometido a estrés: se ha perdido más del 40% del hábitat del jaguar. Una de las principales amenazas es la expansión de la frontera agrícola, que contribuye a la deforestación y la fragmentación del hábitat. En las últimas décadas se ha perdido más bosque del que se ha recuperado, y la mayor parte de esa pérdida se debe a la ganadería. Esto lleva a que más ganado se solape con el hábitat del jaguar y a la creación de un escenario común de conflicto entre humanos y fauna silvestre en el que los jaguares cazan al ganado y los granjeros toman represalias matándolos. Es un problema complejo, pero que el Programa Mundial para la Vida Silvestre sabe cómo abordarlo. En Panamá, un proyecto del Programa Mundial para la Vida Silvestre (GWP), financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y ejecutado por el Ministerio de Medio Ambiente y Fundación Yaguará Panamá con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), está trabajando con los ganaderos en las áreas protegidas y sus alrededores como parte de su misión de promover la coexistencia entre los seres humanos y la vida silvestre.
El proyecto de GWP Panamá puso en marcha un programa piloto con diez ganaderías, tres de ellas de propiedad de mujeres, que cubren 336 ha adyacentes al Parque Nacional del Darién. Éste es el parque nacional más grande de Panamá y el segundo bosque protegido más grande de América Central.
Se calcula que una población de 280 jaguares se mueve por este parque y diversas zonas circundantes de la provincia de Darién, cazando una variedad de animales como carpinchos, ciervos, reptiles y pecaríes. Ahora, con estas fincas que añaden más ganado al hábitat, aumentan las fricciones entre los ganaderos y los jaguares.
Como primer paso para abordar este conflicto, la Fundación Yaguará Panamá ha estado realizando un censo para cuantificar el número y los movimientos de las poblaciones locales de jaguares. Se han censado más de 141.000 hectáreas de áreas protegidas principales del complejo Parque Nacional Chagres-Parque Nacional del Darién, que abarcan seis áreas protegidas y tres paisajes mixtos entre fincas ganaderas, reservas privadas y bosques. El equipo ha trabajado en colaboración con autoridades, empresas, comunidades locales y pueblos indígenas, y ha prestado especial atención a la participación de las mujeres para garantizar una amplia aceptación por parte de la comunidad local.
Los equipos del censo estaban equilibrados en cuanto al género y uno de ellos estaba formado exclusivamente por mujeres, por lo que era más probable que pudieran aumentar la participación de un espectro más amplio. Natalia Young, Directora de la Fundación Yaguará Panamá, hizo esta observación sobre los beneficios de un enfoque intencional para incluir a las mujeres en el proyecto: "La incorporación de las mujeres aportó múltiples beneficios. Estamos ampliando la mano de obra, completando el censo en una amplia zona geográfica y creando nuevas oportunidades para las mujeres. Esto demuestra que las mujeres pueden y quieren participar en proyectos de conservación. Reforzó la ejecución del proyecto para nosotros y redujo las desigualdades sociales en campos de los que normalmente se excluye a las mujeres, especialmente en aquellos que van más allá de los estereotipos de género, como el monitoreo científico y la colocación de collares GPS a los jaguares".
El proceso de capacitación de usuarios, incluidos guardas forestales del Ministerio de Medio Ambiente, biólogos, veterinarios, estudiantes y residentes de la comunidad, para utilizar tecnología de conservación ha mejorado aún más las relaciones y ha ayudado a generar confianza en las comunidades locales. Ricardo Moreno, Presidente de la Fundación Yaguará Panamá, explicó: "La tecnología no sustituye el trabajo que hacemos en las comunidades. Más bien es un añadido al trabajo que hacemos construyendo relaciones, estando en contacto con la comunidad y hablando con los agricultores."
Con esta información, se crearon planes de gestión sostenible para rotar los pastos de forma que fueran compatibles con los movimientos de los jaguares y, como ganancia para todos, mejorar también la producción ganadera. Las medidas contra la depredación, como vallas eléctricas solares y dispositivos para asustar como luces y alarmas, ayudan a mantener alejados a los jaguares. También construyeron zonas seguras para la cría de terneros con el fin de proteger a los miembros más vulnerables de la manada. Con la ayuda de cámaras trampa y collares GPS, los equipos han podido saber cuántos jaguares deambulan por la zona, seguir sus movimientos para desarrollar sistemas de alerta temprana y verificar el éxito de la iniciativa.
Adoptar este enfoque en la gestión del ganado ayuda al productor a evitar la depredación del ganado, mejora la salud del rebaño y mantiene sistemas de producción más eficientes y rentables. Al mismo tiempo, reduce los conflictos entre el hombre y la fauna silvestre y genera alternativas económicas como el ecoturismo, que aportan ingresos adicionales a las familias y la comunidad.
Ahora que el proyecto ha demostrado una mejora de la producción ganadera conviviendo con jaguares, otras granjas de la zona han manifestado su interés. Los resultados del proyecto permiten ampliarlo con la financiación y la experiencia de una fundación científica local.
A través de este proyecto, vemos cómo una combinación única de ciencia, tecnología, educación y asociación con las comunidades locales redefine la relación con la naturaleza y la vida silvestre con la que conviven. De este modo, los cambios sociales se traducen en una doble victoria: una coexistencia más pacífica y una prosperidad inclusiva junto al jaguar, uno de los símbolos nacionales de la biodiversidad de Panamá.