Conocer la Agropecuaria Água Benta, en el municipio de Ponte Alta, Tocantins, Brasil, es escuchar a dos generaciones que practican la ganadería de manera muy diferente: la de André Seabra, de 39 años, y la de sus abuelos, Ivone y Zenon Pinto, de 82 y 90 años respectivamente. Actualmente, la finca cuenta con 700 cabezas de ganado, la mayoría de la raza Nelore, y se enfoca en la cría de terneros.
André fue uno de los 486 productores rurales atendidos por un programa de inseminación artificial para mejorar la genética del ganado de corte. La iniciativa fue posible gracias al Proyecto de Desarrollo Regional Integrado y Sostenible de Tocantins (PDRIS), del gobierno estatal, financiado por el Banco Mundial. De esta manera, tuvo acceso a tecnologías con las que sus abuelos ni siquiera podrían haber soñado cuando eran más jóvenes.
En todo el estado, en 2021, el PDRIS invirtió 5 millones de reales (USD 921,000) en 92 municipios, inseminando 87 mil hembras. Los productores rurales recibieron las dosis de semen y, a cambio, debían costear a un veterinario responsable de la actividad.
Para la Agropecuaria Água Benta, que hasta entonces tenía 250 cabezas de ganado, se destinaron 350 dosis de semen. En ese momento, los objetivos de André eran aumentar el ganado, especialmente el de hembras, y uniformizar la calidad del rebaño. Los abuelos, con más de 40 años de experiencia en la ganadería, desconfiaron al principio.
"Nunca hice inseminación artificial con mi ganado. Siempre usé toros reproductores para cubrir a las vacas. Entonces, llegó André con esta novedad. Yo dije: 'No es de mi agrado, pero si quieres hacerlo, hazlo'. Está funcionando", reconoce el patriarca.
El costo y la rapidez de los resultados ayudaron a la pareja a cambiar de opinión. "Fue para quedarse asombrados", resume Ivone. "Me gustaría haber tenido oportunidades así antes. Si hubiera sabido que había un proyecto así, definitivamente lo habría buscado".
"Comprar un toro reproductor es caro y conlleva una serie de riesgos, desde el transporte hasta la posibilidad de que muera por una enfermedad en la finca. Sin contar con que la variabilidad genética es menor, ya que se trata de un solo animal", explica André. "Con la inseminación artificial, puedes tener acceso al semen de varios toros de excelencia y pagar como máximo 120 reales por dosis", añade. Él considera que, sin el PDRIS, habría tardado al menos dos años más en alcanzar sus objetivos.
La familia ahora sueña con continuar el proceso de mejora genética para promover características deseables en los rebaños modernos: ganancia rápida de peso, precocidad (momento en que los bovinos están listos para iniciar la reproducción) y habilidad materna (capacidad de producir suficiente leche para los terneros).
"Este programa abrió puertas para que el pequeño productor tenga acceso a la tecnología y para mejorar de manera sustancial todo el ganado del estado, y lo hizo sin mucha burocracia", elogia André.