En el límite del Parque Nacional Valle Nuevo, en la República Dominicana, hay un centro comunitario abandonado conocido como “Las Golondrinas”. Su nombre rinde homenaje a las especies de aves endémicas que viven en el parque nacional. El centro, construido en 2010, fue concebido como un lugar de encuentro para las comunidades locales, con la idea de proporcionar un espacio para fomentar las relaciones sociales y discutir cómo proteger mejor el activo más preciado de la zona: el Parque Nacional Valle Nuevo.
Sin embargo, la aspiración no se cumplió: el centro comunitario cayó en el olvido como consecuencia de la falta de apoyo financiero y de liderazgo. Esto es particularmente preocupante, dada la importancia del Parque Nacional Valle Nuevo.
Ubicado en el corazón de la Cordillera Central, Valle Nuevo es un área de conservación clave para la producción de agua, energía y biodiversidad. Abarca más de 11 provincias y 36 municipios, con una población de más de 1,5 millones de personas. Contiene más de 700 sistemas hídricos y sirve como una fuente esencial de agua dulce para gran parte del país. Estos sistemas alimentan ríos y acuíferos que abastecen a miles de personas, lo que le valió el nombre de “Madre de las Aguas” y la designación de reserva de biosfera por parte de la UNESCO. Valle Nuevo también modera el clima no solo en la zona, sino también en toda la isla. Forma parte de un sistema ecológico que provoca precipitaciones, lo que permite al país sobrellevar mejor la temporada de sequía. Además, es conocido por la gran cantidad de aves y especies vegetales que se encuentran exclusivamente en esta zona.
Sin embargo, este rico ecosistema se enfrenta a una serie de amenazas, como la deforestación, la contaminación, el turismo invasivo, la invasión agrícola y la falta de participación de la comunidad. En un lugar como Valle Nuevo, donde el bienestar tanto del medio ambiente como de la comunidad están profundamente entrelazados, es crucial que los lugareños se involucren y participen activamente.
Estas comunidades, como El Convento y La Sabina, poseen un conocimiento tradicional invaluable sobre los ecosistemas de la región. Sin embargo, no han participado activamente en los esfuerzos de conservación debido a que muchos residentes priorizan los medios de subsistencia agrícolas sobre cualquier otra cosa. Esto planteaba un desafío, siendo un obstáculo para la eficacia de las iniciativas nacionales e internacionales de protección del medio ambiente.
Involucrar a las comunidades y fomentar la colaboración
Con la ayuda de socios locales, el Banco Mundial está cambiando la historia a través de un nuevo proyecto que hace hincapié en la idea de que para abordar los desafíos de conservación es necesario contar con el esfuerzo colectivo y la colaboración de varias partes interesadas, incluidos los Gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades. En esencia, la protección del medio ambiente es un asunto de todos, y ningún actor puede llevarla a cabo por sí solo.
El Proyecto de Responsabilidad Social Colaborativa para Mejorar la Gobernanza en la Protección de las Zonas Críticas para la Biodiversidad (i), financiado por el Programa de la Alianza Mundial para una Mayor Responsabilidad Social (i), está ayudando a que los ciudadanos se involucren en la protección de la biodiversidad a través de la responsabilidad social colaborativa.
Para hacer realidad esta visión, en el marco del proyecto se estableció una asociación con la Fundación José Delio Guzmán, una organización que trabaja desde hace 24 años en iniciativas destinadas a conservar la biodiversidad de Valle Nuevo, y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), una de las principales universidades privadas del país. La fundación ayudó a generar un vínculo entre el proyecto y las comunidades, y motivó la participación de los funcionarios locales, los líderes comunitarios y los jóvenes. La universidad ofreció talleres y actividades de fortalecimiento de la capacidad.
En el marco del proyecto se brindó capacitación en gestión de recursos naturales y responsabilidad social colaborativa. Los participantes aprendieron nociones de conservación, identificaron los problemas más apremiantes y exploraron métodos para proponer soluciones.