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ARTÍCULODiciembre 03, 2024

De la incomodidad al bienestar: la transformación en 10 escuelas públicas de Tocantins, Brasil

The World Bank

Elizangela Dias Ferreira vivió y fue testigo de los cambios experimentados por la Escuela Estatal Juscelino Kubitschek de Oliveira a lo largo de las décadas 

Fotos: Mariana Ceratti/Banco Mundial

Un proyecto del gobierno estatal, apoyado por el Banco Mundial, permitió recuperar, ampliar y mejorar instituciones educativas en zonas vulnerables. Los alumnos ahora pueden estudiar sin quejarse por el calor

Elizangela Dias Ferreira, de 44 años, residente de Paraíso do Tocantins, en Brasil, tiene una larga relación con la Escuela Estatal Juscelino Kubitschek de Oliveira, conocida como JK: desde su infancia como estudiante, pasando por convertirse en profesora, hasta acompañar a sus hijas en las aulas, vivió y fue testigo de los cambios experimentados por el lugar a lo largo de las décadas. La más importante de ellas fue una reforma que hizo que la enseñanza y el aprendizaje fueran más confortables en medio de temperaturas exteriores que en algunos días alcanzaban los 40ºC. "Fue un sueño. Antes, el ambiente era muy sencillo y se volvía inviable en los días calurosos", dice.

En 2018, cuando comenzaron las obras, la escuela estaba hecha de losas de hormigón, lo que retiene mucho el calor. "Para tratar de aliviarlo, usábamos un ventilador enorme y ruidoso. A menudo, cuando alguien tenía que hacer una pregunta, teníamos que apagarlo. Muchas veces los maestros tuvimos que presentar una solicitud ante el Departamento de Educación para reducir las horas de clase, porque nadie podía tolerar el calor después del recreo", recuerda la maestra.

De hecho, el aumento de las temperaturas afecta negativamente el aprendizaje. Según el informe Elegir nuestro futuro: La educación para la acción climática, un estudiante promedio en los municipios más pobres de Brasil puede perder hasta medio año de aprendizaje en general debido al aumento de las temperaturas.

Los estudiantes y profesores de JK tuvieron que dejar la escuela y ocupar un edificio alquilado para que se produjeran las reformas. El Proyecto de Desarrollo Regional Integrado y Sostenible de Tocantins (PDRIS) del gobierno estatal, respaldado por el Banco Mundial, financió la renovación. A través de la iniciativa, fue posible demoler y reconstruir las antiguas aulas para construir nuevas salas con aire acondicionado. La nueva estructura cuenta con cinco aulas, además de espacios para danza, informática y artes marciales; baños adaptados, cafetería y cancha deportiva cubierta. Todas estas instalaciones estuvieron listas en febrero de 2021.

Además de hacer viable la enseñanza y el aprendizaje incluso en los días más calurosos, la renovación permitió ampliar la cobertura. Actualmente, la escuela atiende a 339 estudiantes desde el 6º año de primaria hasta el 2º año de secundaria. En 2020, la escuela solo contaba con 218 alumnos, de 3º a 9º grado de primaria.

Con el paso del tiempo, la comunidad escolar de JK enfrentó otros desafíos. Uno de ellos fue la pandemia. "Los niños fueron los más perjudicados en todos los aspectos. Los alumnos volvieron más tímidos", comenta Elizangela. Ella menciona otro problema: la intensificación de los fenómenos climáticos, que ha traído lluvias más intensas a la región. "Ha ocurrido que las aulas se han inundado, por ejemplo", cuenta. 

Aun así, la comunidad escolar en general muestra gratitud. "En Paraíso hay colegios privados que no tienen la estructura que vemos en JK. Y no necesitamos cruzar la BR-153, algo que me daba mucho miedo hacer", dice Joicy Machado, propietaria de una agencia de marketing digital y madre de Laura, de 11 años, estudiante de 6º grado. La carretera a la que Joicy hace referencia, conocida como Belém-Brasilia, pasa por Tocantins y tiene un intenso tráfico de camiones.

La mayoría de las actividades del proyecto estaban relacionadas con las carreteras y, en torno a ellas, la vulnerabilidad de los niños, niñas y adolescentes era grande. Invertir en educación fue la forma que encontramos para reducir este problema
Mauricio Fregonesi
gerente del PDRIS del gobierno de Tocantins
The World Bank

Joicy Machado y su hija Laura, estudiante de 6º grado, en la Escuela Estatal Juscelino Kubitschek de Oliveira

The World Bank

La profesora Nádia Bissoto en la nueva biblioteca de la Escuela Estatal Conceição Brito

Un faro para la comunidad

La educación no fue la única área que recibió recursos del PDRIS: durante nueve años, el proyecto invirtió US$ 282 millones en transporte, agricultura, medio ambiente, turismo, recursos hídricos y mejora de la gestión pública.

"La mayoría de las actividades del proyecto estaban relacionadas con las carreteras y, en torno a ellas, la vulnerabilidad de los niños, niñas y adolescentes era grande. Invertir en educación fue la forma que encontramos para reducir este problema", explica Mauricio Fregonesi, gerente del PDRIS del gobierno de Tocantins.

El proyecto recuperó, amplió y mejoró 10 instituciones educativas a orillas de la carretera BR-153. Las escuelas renovadas se han convertido en una especie de faro para la comunidad, como la Escuela Estatal Conceição Brito, en la ciudad de Fátima.

Reabierta en mayo de 2022 después de cuatro años —la renovación se detuvo durante un año debido a la pandemia—, la escuela tiene hoy la capacidad de atender a 600 estudiantes y actualmente acoge a 398 alumnos, desde el 6º año de primaria hasta el 3º año de secundaria.

La antigua escuela estaba hecha de losas de hormigón con pequeñas ventanas. Los estudiantes almorzaban en el aula porque no había cafetería. La nueva estructura cuenta con 15 aulas climatizadas, una cafetería, dos canchas deportivas, laboratorios de computación y ciencias, salas multimedia, una biblioteca, bloques de baños y un bloque administrativo con espacio para maestros, finanzas, tablero, archivo, coordinación pedagógica y secretaría.

"Por supuesto, los estudiantes prefieren ir a una escuela grande, limpia, ventilada, que tenga espacio, pupitres, aire acondicionado, ventanas grandes, como las de las aulas de aquí. Les da muchas más ganas de estudiar", dice la profesora Nádia Bissoto.

Atraer y retener a estos estudiantes requería de un arduo trabajo, y más aún después de la pandemia, cuando muchos se fueron a ayudar a sus familias en el campo. Nádia recuerda que algunos de ellos, a pesar de estar en 6º grado, habían perdido los fundamentos de la lectura, pero estar en el nuevo entorno les dio esperanza a todos. "La renovación trajo a nuestro estudiante a la escuela. Escucho que algunos vienen porque en sus casas no hay ni un ventilador", añade la profesora.

"Los estudiantes y los docentes necesitan un entorno acogedor, cálido y enriquecedor para desarrollar todo su potencial, especialmente después de períodos de pandemia o crisis climáticas", dice Ildo Lautharte, economista superior de la práctica mundial de educación del Banco Mundial.

A diferencia de los alumnos de JK, en Paraíso, los de la Escuela Estatal Conceição Brito no tuvieron la opción de ir a otro edificio mientras se realizaba la remodelación. "Trabajamos como podíamos, hacíamos toda la logística", recuerda la ingeniera Eliza Nunes Neta, quien describió este trabajo como uno de los más desafiantes de su carrera. "Hicimos una parte, luego liberamos a los estudiantes para que estudiaran allí, y así seguimos".

El período requirió mucho diálogo y paciencia por parte de toda la comunidad escolar, pero los resultados dieron sus frutos. Directores, maestros y estudiantes hoy circulan con orgullo. Y, para Eliza, fue un trabajo que ayudó a elevar los estándares de las obras de las escuelas estatales en su conjunto. "El hecho de que las obras sean monitoreadas por el Banco Mundial ha generado mejoras en los procedimientos de seguridad de las empresas contratadas, en la gestión de los residuos sólidos y en el impacto ambiental", evalúa.

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