Elizangela Dias Ferreira, de 44 años, residente de Paraíso do Tocantins, en Brasil, tiene una larga relación con la Escuela Estatal Juscelino Kubitschek de Oliveira, conocida como JK: desde su infancia como estudiante, pasando por convertirse en profesora, hasta acompañar a sus hijas en las aulas, vivió y fue testigo de los cambios experimentados por el lugar a lo largo de las décadas. La más importante de ellas fue una reforma que hizo que la enseñanza y el aprendizaje fueran más confortables en medio de temperaturas exteriores que en algunos días alcanzaban los 40ºC. "Fue un sueño. Antes, el ambiente era muy sencillo y se volvía inviable en los días calurosos", dice.
En 2018, cuando comenzaron las obras, la escuela estaba hecha de losas de hormigón, lo que retiene mucho el calor. "Para tratar de aliviarlo, usábamos un ventilador enorme y ruidoso. A menudo, cuando alguien tenía que hacer una pregunta, teníamos que apagarlo. Muchas veces los maestros tuvimos que presentar una solicitud ante el Departamento de Educación para reducir las horas de clase, porque nadie podía tolerar el calor después del recreo", recuerda la maestra.
De hecho, el aumento de las temperaturas afecta negativamente el aprendizaje. Según el informe Elegir nuestro futuro: La educación para la acción climática, un estudiante promedio en los municipios más pobres de Brasil puede perder hasta medio año de aprendizaje en general debido al aumento de las temperaturas.
Los estudiantes y profesores de JK tuvieron que dejar la escuela y ocupar un edificio alquilado para que se produjeran las reformas. El Proyecto de Desarrollo Regional Integrado y Sostenible de Tocantins (PDRIS) del gobierno estatal, respaldado por el Banco Mundial, financió la renovación. A través de la iniciativa, fue posible demoler y reconstruir las antiguas aulas para construir nuevas salas con aire acondicionado. La nueva estructura cuenta con cinco aulas, además de espacios para danza, informática y artes marciales; baños adaptados, cafetería y cancha deportiva cubierta. Todas estas instalaciones estuvieron listas en febrero de 2021.
Además de hacer viable la enseñanza y el aprendizaje incluso en los días más calurosos, la renovación permitió ampliar la cobertura. Actualmente, la escuela atiende a 339 estudiantes desde el 6º año de primaria hasta el 2º año de secundaria. En 2020, la escuela solo contaba con 218 alumnos, de 3º a 9º grado de primaria.
Con el paso del tiempo, la comunidad escolar de JK enfrentó otros desafíos. Uno de ellos fue la pandemia. "Los niños fueron los más perjudicados en todos los aspectos. Los alumnos volvieron más tímidos", comenta Elizangela. Ella menciona otro problema: la intensificación de los fenómenos climáticos, que ha traído lluvias más intensas a la región. "Ha ocurrido que las aulas se han inundado, por ejemplo", cuenta.
Aun así, la comunidad escolar en general muestra gratitud. "En Paraíso hay colegios privados que no tienen la estructura que vemos en JK. Y no necesitamos cruzar la BR-153, algo que me daba mucho miedo hacer", dice Joicy Machado, propietaria de una agencia de marketing digital y madre de Laura, de 11 años, estudiante de 6º grado. La carretera a la que Joicy hace referencia, conocida como Belém-Brasilia, pasa por Tocantins y tiene un intenso tráfico de camiones.