Asistir a una consulta médica puede resultar intimidante. En América Latina y el Caribe, esta experiencia no solo implica hacer frente a temores personales, como el miedo a las ciertas pruebas diagnósticas, sino que también puede representar un considerable impacto económico para las familias más pobres de la región. Un resultado no deseado, especialmente si se trata de enfermedades crónicas, puede traer consigo un coste elevado y permanente en el presupuesto de cada hogar.
Guillermo Frías, un vecino de Villa Burruyacú, una pequeña localidad en el noroeste de Argentina vivió una situación similar. Una visita al hospital local detectó altos niveles de azúcar en sangre, lo que motivó a los doctores a hacer una revisión completa para confirmar el diagnóstico: diabetes, una enfermedad que alcanza al 9,9% de la población en la región. Sin embargo, el tratamiento fue más sencillo de lo que esperaba. "Después de los estudios pude llevar todo el tratamiento en el mismo centro, recibir la medicación y aprender a llevar una alimentación más saludable", resume.
Garantizar que pacientes como Guillermo reciban los servicios médicos que necesitan sin que esto les genere dificultades financieras es una prioridad del Plan Sumar, un proyecto del gobierno argentino. Con apoyo del Banco Mundial desde 2004, esta iniciativa ya alcanza a 17,5 millones de argentinos y garantiza su acceso a servicios de salud integrados y de calidad.
Esta iniciativa en Argentina es solo un ejemplo de los veintiocho proyectos que el Banco Mundial apoya en América Latina y el Caribe. En total, el apoyo financiero en materia sanitaria en la región alcanza los 3.900 millones de dólares y es parte de los esfuerzos globales por ayudar a los países a prestar servicios sanitarios asequibles y de calidad a 1.500 millones de personas de aquí a 2030.