Parecen enormes cubos de hielo. Los módulos transparentes de más de 9 metros, con un peso de 1 tonelada cada uno, están rodeados por personas que se mueven rápidamente y que usan trajes de protección de color amarillo. A primera vista, es difícil imaginar que, dentro de estas 12 estructuras ubicadas a pocos metros del hospital general de Beni, se está librando una batalla entre la vida y la muerte.
Se trata de unidades de atención de emergencia biológicamente seguras para brotes (o “cubes”, por su sigla en francés). Con un costo de USD 17 000 cada una, son un componente clave del centro de tratamiento del ébola de Beni. Los animados hombres y mujeres son trabajadores de la salud locales e internacionales que han sido movilizados en los últimos seis meses para combatir el brote de ébola más reciente en la República Democrática del Congo (RDC) y ayudar a salvar vidas. Sus atuendos amarillos son trajes de protección personal, que deben ser quemados después de cada uso.
Masika Lubaho y su esposo Katsuva Mukuro se han puesto su mejor ropa para visitar a su hija Julie, de 15 años, que está siendo tratada en uno de los cubos. “Ella está enferma desde hace tres semanas. Al principio, no queríamos llevarla al hospital por todo lo que habíamos oído sobre el ébola”, dijo Masika.
“Pero en nuestro pueblo, uno de nuestros vecinos también tenía una hija con ébola y se había curado. Aquí, en el centro de tratamiento, no nos cobran dinero. Me permiten hablar con ella cuando vengo a verla. Antes, tenía miedo de venir aquí, pero ahora los médicos la están cuidando. Tengo fe que se mejorará”.
Masika Lubaho y su esposo, Katsuva Mukuro, visitan a su hija Julie, de 15 años, en el centro de tratamiento del ébola, quien está siendo tratada en uno de los cubos. © Vincent Tremeau/Banco Mundial
Las unidades móviles con paredes transparentes implementadas en tiempo récord en agosto pasado por la organización ALIMA (Alianza para la Acción Médica Internacional) son una innovación en la lucha contra el ébola. “Las mangas de plástico adheridas a las paredes de la cámara permiten a los trabajadores administrar parte de sus cuidados sin ingresar al cubo. También permiten que las familias vean y se comuniquen con los pacientes sin riesgo de contaminarse”, explicó Jacques Étienne, director del centro de tratamiento del ébola de ALIMA.
Las mujeres y los niños suelen ser las primeras víctimas
Una joven llamada Kasomo sabe esto muy bien. No hace mucho, también quedó confinada en un cubo después de perder a su hijo de 9 años debido al ébola. “Murió en el hospital mientras llenábamos el formulario de admisión. Llevamos su cuerpo de regreso a casa... así fue como también me infecté con el virus”, contó, mientras mecía a un bebé en sus brazos. Kasomo fue diagnosticada a tiempo y llevada al centro de tratamiento del ébola de Beni. Y sobrevivió.
Kasomo Kavira, cuidadora, en el centro de tratamiento del ébola. © Vincent Tremeau/Banco Mundial
Hoy, Kasomo trabaja como “berceuse” —cuidadora— en el centro de atención infantil establecido por ALIMA (con el soporte de UNICEF y el Consejo Danés de Refugiados) y a pocos metros del centro de tratamiento del ébola. Su misión es cuidar a los niños cuyas madres tienen la enfermedad, y esto incluye darles de comer, contenerlos, mecerlos, hacerlos reír, mientras sus madres se recuperan. Es una tarea que Kasomo toma en serio. Como sobreviviente del ébola, tiene inmunidad contra la enfermedad, lo que le permite contribuir de manera muy valiosa a la lucha contra la epidemia. Ella nos dijo: “Aquí en el centro, amamos a los niños, los consideramos como propios. Cuando mi hijo murió, tuve que quemar sus pertenencias, su ropa... pero guardé fotos de él, sus libretas de calificaciones..."
Kavira Kasombo mira una foto de su hijo quien murió debido al ébola. © Vincent Tremeau/Banco Mundial
"Pienso mucho en él —es mi hijo, lo di a luz— no puedo olvidarlo. No puedo dejar de lado estos recuerdos. Me ayudan a recordar a mi hijo. ¿Deshacerse de ellos? ¿Qué más me puede acercar a mi hijo?”.
Un territorio complejo
La ciudad de Beni se encuentra en una región afectada por conflictos: con 9 millones de habitantes, Kivu del Norte es una de las zonas más frágiles del mundo. Esta provincia enfrenta muchos desafíos, entre ellos una prestación deficiente de servicios sociales básicos, la falta de oportunidades económicas y la presencia de decenas de grupos armados que desafían a las instituciones estatales. Todo esto aumenta la frustración.
Un soldado, monitores la seguridad en Kivu del Norte. © Vincent Tremeau/Banco Mundial
En este contexto, los equipos médicos enfrentaron primero la resistencia de las comunidades a las que intentaban servir, ya que la desconfianza en las instituciones a veces obstaculizaba los esfuerzos de los trabajadores humanitarios. La situación empeoró a fines de diciembre, cuando los residentes de Beni y Butembo en la región oriental de la RDC, los dos principales epicentros de la epidemia, no pudieron participar en las elecciones presidenciales debido al ébola.
El Dr. Junior Ikomo, un médico del centro de tratamiento del ébola de Beni, señaló: “La transparencia de los cubos y el hecho de que las familias fueran invitadas a visitar a los pacientes y a las personas presuntamente enfermas, disiparon las dudas de las personas. Antes, los enfermos estaban en cuarentena, aislados de sus familias. Los cubos permiten la comunicación entre los pacientes y sus familiares”.
Una comunidad internacional unida se hace cargo del ébola
desde agosto, y que podría extenderse a los países vecinos. Los asociados internacionales creen que se involucraron muy lentamente en África occidental en 2014-15, cuando el ébola provocó más de 11 000 muertes en Guinea, Liberia y Sierra Leona. Por el contrario, ante los primeros signos de un brote en la provincia de Equateur (RDC) la primavera pasada, el plan de respuesta del Gobierno se financió en su totalidad en solo dos días. Además del Gobierno de la RDC, el Grupo Banco Mundial proporcionó financiamiento a través de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) y entregó el primer compromiso financiero del Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia.
Cuando comenzó el actual brote de ébola —el décimo que afecta a la RDC desde 1976— en Kivu del Norte, el Gobierno se asoció con la Organización Mundial de la Salud (OMS), otros organismos de las Naciones Unidas, así como con donantes y organizaciones no gubernamentales a fin de establecer un centro de coordinación en Beni para respaldar la respuesta. Los asociados se reúnen tres veces al día en un edificio prefabricado que sirve de sede. Comparten actualizaciones sobre los nuevos casos, actualizan las cifras y evalúan el progreso de la respuesta conjunta.
Infografía: Combatir el ébola y salvar vidas: Creación de mejores servicios de salud en la República Democrática del Congo.
El papel del Grupo Banco Mundial
A lo largo de estos dos últimos brotes de 2018 y 2019 en la RDC, el Banco Mundial y el Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia han asegurado un financiamiento sólido para una respuesta integral contra el ébola, de modo que los equipos de respuesta puedan concentrarse en salvar vidas en lugar de recaudar dinero. El Gobierno de la RDC y sus asociados internacionales aumentarán los esfuerzos entre febrero y julio de 2019, y el Banco Mundial acaba de anunciar una donación de la AIF por un monto de USD 60 millones para apoyar tales esfuerzos. Además, el Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia también ha puesto a disposición hasta USD 20 millones. Con estos USD 80 millones se cubrirá más de la mitad del costo de la respuesta previsto para un periodo de seis meses, y se espera que otros donantes contribuyan con el resto.
“Si los recursos financieros existen, es porque el Banco Mundial y el Gobierno de la RDC no escatimaron gastos en ayudar a combatir esta epidemia”, dijo el Dr. Aruna Abedi, coordinador del Ministerio de Salud para la respuesta al ébola.
, junto con asistencia técnica e inversiones proactivas para la preparación ante una pandemia. Según Michel Muvudi, especialista superior en salud del Grupo Banco Mundial en la RDC, con financiamiento del Banco Mundial. En regiones aisladas, donde solo 1 de cada 5 personas tiene acceso a atención de salud, garantizar el tratamiento gratuito es esencial para recibir cuidado médico y combatir una enfermedad como el ébola, para lo cual la detección temprana y el tratamiento son fundamentales.
“En la lucha contra el ébola, tendemos a medicalizar en exceso nuestra respuesta y confiar en nuestras capacidades financieras, logísticas y técnicas por encima de todo lo demás. La paradoja con el ébola es que, ”, dijo Michel Muvudi.