En Chad y otros países donde funciona, el proyecto SWEDD ya ha brindado capacitación profesional a casi 100 000 mujeres para que puedan realizar actividades generadoras de ingresos. Foto: © Vincent Tremeau / Banco Mundial
En Chad y otros países donde funciona, el proyecto SWEDD ya ha brindado capacitación profesional a casi 100 000 mujeres para que puedan realizar actividades generadoras de ingresos. Foto: © Vincent Tremeau / Banco Mundial
Alice Adja abandonó la escuela cuando tenía 8 años. Sus padres no podían pagar su educación y cuidar de ella y sus seis hermanos. A los 11 años, la enviaron a vivir con una tía en la ciudad marfileña de Abidjan, donde realizó una serie de trabajos ocasionales. Alice tiene ahora 21 años y trabaja como empleada doméstica para una familia de Abidjan. Pero tiene otras ideas para su futuro. Le gustaría manejar su propio negocio. Ser su propia jefa. “Algún día, seré una pastelera profesional”, dijo Alice. “Tendré mi propia pastelería”.
Para muchas niñas que alcanzan la mayoría de edad en las zonas pobres de la región africana del Sahel, hay poco tiempo para pensar en quiénes podrían convertirse o qué les gustaría hacer. Sus aspiraciones, esperanzas y sueños suelen desaparecer a medida que pasan de ayudar con los quehaceres del hogar paterno a administrar el propio. A menudo tienen que abandonar la escuela de manera prematura, casarse apenas llegan a la pubertad y convertirse en madres jóvenes, un círculo vicioso que disminuye su potencial económico y afecta su salud.
“Algún día seré pastelera profesional, tendré mi propia pastelería”. Alice Adja, Côte d’Ivoire. © Sarah Farhat / Banco Mundial
Alice Adja es una de las miles de beneficiarias que tienen una nueva perspectiva para su vida, gracias al Proyecto de Empoderamiento y Dividendo Demográfico de la Mujer en el Sahel (SWEDD, por sus siglas en inglés), financiado por el Banco Mundial e implementado por los Gobiernos de Benin, Burkina Faso, Chad, Côte d’Ivoire, Malí, Mauritania y Níger.
El SWEDD se está implementando con el apoyo técnico del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) a través de un financiamiento por USD 295 millones de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), la entidad del Banco Mundial que ayuda a los países más pobres del mundo.
El proyecto moviliza a todos los actores de la sociedad, desde líderes religiosos, legisladores y trabajadores de la salud hasta madres y esposos, para aprovechar el enorme potencial económico de las mujeres. “Ayudando a las niñas a desarrollar actividades generadoras de ingresos o a solicitar empleos, les permitimos valerse por sí mismas”, dijo Sy Savanneh Syrah, quien administra el componente de género del proyecto SWEDD para el Gobierno de Côte d’Ivoire. “”.
Invertir en la educación de las niñas y, lo que es más importante, preservar su permanencia en la escuela hasta el final de su educación secundaria y alentarlas a continuar más allá, es el primer paso crítico para transformar las oportunidades para las mujeres en el Sahel y una dimensión importante del trabajo de SWEDD.
Las niñas de familias pobres abandonan la escuela debido a la falta de recursos y la necesidad de cuidar a sus hijos, ya que a menudo se casan y son madres a una edad muy temprana. SWEDD está marcando una diferencia en la vida de muchas de estas niñas, incluida Innayatou Souradji, de 15 años, que vive en Kiota, una aldea ubicada a unos 100 kilómetros de la ciudad capital de Niamey. “Mi madre y mi abuela nunca fueron a la escuela porque se casaron demasiado temprano”, dijo. “Tengo la suerte de haber recibido una beca para continuar mis estudios”.
Al igual que Innayatou, “Aprender a escribir no es fácil”, dijo Innayatou. “Pero lo lograré”, agregó con determinación.
Asegurar la aceptación de los líderes religiosos y comunitarios es fundamental para terminar con la discriminación, la violencia contra las mujeres y la alta incidencia de matrimonios precoces.
"El matrimonio a edad temprana es un tema complejo y lo hemos abordado de una manera que respeta al Islam”, dijo el imán Telmidy, un líder religioso de Selibabi en Mauritania. “El Islam protege la dignidad de hombres y mujeres. Nuestra interpretación de la edad del matrimonio para las niñas es incorrecta”. Telmidy es uno de los 200 líderes religiosos y comunitarios que realizan actividades de divulgación en todo el país, con el apoyo del proyecto, para demostrar que los matrimonios precoces y los embarazos no espaciados no son prácticas musulmanas.
"Una niña inmadura no puede tener un hijo porque ella misma sigue siendo una niña cuyo cuerpo no está listo para tener un bebé”, dijo, destacando que muchas adolescentes de sus comunidades murieron por esa razón.
El proyecto usa además un programa de radio para compartir mensajes sobre los beneficios del empoderamiento de las niñas. Lemeima mint El Hadrami se negó a casar a su hija a una edad temprana. “Realmente me conmovieron los mensajes de la radio”, dijo. “No quiero que mi hija experimente las mismas dificultades que tuve yo. Me gustaría que llegue lo más lejos posible en sus estudios, que tenga un buen trabajo. Un trabajo que le permita disfrutar de un nivel de vida decente. Podría llegar a ser ministra, doctora o partera”.
Tilmidy y sus colegas quieren ser agentes de cambio. “Debatimos y compartimos nuestro conocimiento del Islam y nuestra experiencia yendo de puerta en puerta o durante las oraciones del viernes y las personas comienzan a comprender y responder”.
“Me negué a que mi hija se casara joven por una razón buena y sencilla: no quiero que pase por las mismas dificultades que pasé yo cuando era joven”. Lemeima mint El Hadrami, Mauritania. Vincent Tremeau / Banco Mundial
SWEDD apoya además a una “escuela” única en su tipo. Bienvenido a la Escuela para Esposos y Futuros Esposos en Mamboué (i), una aldea en el oeste de Burkina Faso. Waimbabie, un padre casado, asiste regularmente a los talleres de discusión donde, junto con otros 15 hombres y dos facilitadores del proyecto, debaten una variedad de temas relacionados con la planificación familiar y la vida doméstica. “Desde que comenzó a ir a la Escuela de Esposos, nuestra relación ha mejorado significativamente”, dijo su esposa, Martine. La chispa, agregó, se ha reavivado. Ahora trae agua y madera y ayuda en la casa, y por primera vez, quiso estar presente en el nacimiento de su último hijo.
En la actualidad, ya se crearon más de 1640 escuelas para esposos en todos los países donde funciona SWEDD.
Las tasas de mortalidad materna y neonatal en el Sahel se encuentran entre las más altas del mundo (PDF en inglés). Esto se debe a menudo al hecho de que las mujeres embarazadas, especialmente en las zonas rurales, carecen de acceso a servicios de salud adecuados para dar a luz. Fatoumata Diallo ha sido testigo de estas dificultades en su aldea natal de Sebougou en Malí. Una vez, conduciendo por una carretera, recogió a una mujer embarazada que caminaba a su casa después de un control prenatal realizado a más de 10 kilómetros, una distancia muy grande para que la camine cualquier mujer embarazada. Cuando Fatoumata escuchó acerca de la capacitación de parteras ofrecida por SWEDD, no dudó en postularse. Después de completar la capacitación, decidió abrir su propia práctica privada, con la ayuda del proyecto, y ahora puede salvar vidas.
Según los datos del Proyecto SWEDD, en 2016 había en Malí 2657 parteras y enfermeras obstétricas en todo el país, una proporción de 1,4 parteras por cada 10 000 habitantes, lo que está por debajo del estándar recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 23 trabajadores de la salud por cada 10 000 habitantes. En un país donde el 38 % de las mujeres tienen su primer hijo a la edad de 18 años, esto no solo representa un riesgo para las madres jóvenes, sino también para sus hijos, ya que
Hasta ahora, SWEDD ayudó a capacitar a más de 6600 parteras en los países que implementaron el proyecto.
"Las personas de aquí han estado muy felices desde que abrí mi práctica en 2016”, dijo Fatoumata. “Además de la atención básica, brindamos cuidados prenatales y postnatales y ayudamos a dar a luz a los bebés, lo que ha ayudado a reducir la tasa de mortalidad materna e infantil en nuestra comunidad.
La primera mujer en dar a luz en su clínica fue tan feliz que le puso el nombre de Fatoumata a su hija.
“La primera mujer que dio a luz aquí fue tan feliz que le puso mi nombre a su hija”. Fatoumata Diallo, Malí. Foto: © Vincent Tremeau / Banco Mundial
Una de las prioridades de la estrategia de empoderamiento de SWEDD es ofrecer capacitación vocacional a las mujeres para ayudarlas a ganarse la vida y aumentar sus ingresos familiares. “Cuando nos ofrecieron la oportunidad de aprender a ser electricistas, tuvimos miedo. Al principio, pensamos que la electricidad, con todos esos cables, no era para nosotras”, dijo Adouia Brema, mientras conectaba lenta y cuidadosamente los últimos cables eléctricos del panel solar que estaba instalando para un cliente en su aldea de Am-Timam en Chad.
Junto con varias otras mujeres de la aldea, esta madre de ocho hijos no se sintió intimidada e incluso descubrió una pasión por la energía solar, que proporciona iluminación de bajo costo a los hogares. Su pequeño negocio está prosperando y ahora Adouia está capacitando a otras mujeres de la aldea. “Es importante que las mujeres trabajen y ganen dinero para poder satisfacer sus propias necesidades y ayudar a cubrir los gastos del hogar”, dijo, y agregó que los ingresos del esposo no eran suficientes. A la fecha, casi 100 000 mujeres y niñas ya han recibido capacitación en todos los países donde se implementa el proyecto.
En el marco del proyecto también se crearon espacios seguros para brindar una segunda oportunidad a las adolescentes que no acuden a la escuela. Cada semana, unas 102 600 niñas adquieren conocimientos básicos y se reúnen con mentoras, que son, a menudo, mujeres muy activas de la comunidad. Debaten temas de los que no se habla con frecuencia en el hogar, como la salud reproductiva y los roles de género. A través de los espacios seguros, las jóvenes también adquieren la confianza necesaria para hacerse cargo de su propio destino.
“Al principio, las jóvenes estaban avergonzadas”, recordó Koné Awa, una mentora de uno de los espacios seguros en Abidjan. “Pero ahora es bastante interesante observar el impacto de la capacitación, especialmente en el taller sobre autoestima”. Aquí es donde Alice Adja ganó la confianza para pensar en grande y desarrollar su sueño de convertirse en pastelera. Mientras tanto, vende dulces a sus compañeras de clase. Una inspiración que fue cultivada por esta tutoría y la está ayudando a cubrir sus gastos de transporte escolar.
“Mediante la promoción del empoderamiento de las niñas y las mujeres, SWEDD ayuda a enfrentar el principal desafío en términos de capital humano que enfrenta África”, declaró Soukeyna Kane, Directora de País del Banco Mundial para Malí, Níger, Chad y Burkina Faso. “Debido a que su impacto afectará a toda la sociedad a largo plazo, reduciendo las tasas de mortalidad infantil y desnutrición crónica, acelerando la transición demográfica y aumentando la productividad y los ingresos de los hogares, el proyecto es una herramienta indispensable para la reducción de la pobreza y una prioridad para el Banco Mundial”.
Dados los resultados iniciales alentadores de SWEDD, actualmente se amplía en Chad, Côte d’Ivoire, Malí y Mauritania. Otros países africanos, incluso más allá de la región del Sahel, también consideran unirse al proyecto.