Por: Julian Lampietti, Ghada El Abed, y Kateryna Schroeder
Una de las imágenes más impactantes de la pandemia de coronavirus es el contraste entre agricultores que tiran leche, destrozan huevos y replantan verduras y consumidores que se enfrentan a estantes vacíos en las tiendas y a largas filas en los centros de distribución de alimentos.
En este artículo se argumenta que (gráfico 1) . Si bien la producción industrial de alimentos a gran escala, acompañada de cadenas de suministro "justo a tiempo", ha generado muchos beneficios, los peligros de este sistema se vislumbran cada vez más en el horizonte. La revolución digital ofrece la posibilidad de un equilibrio alternativo, en el que surjan sistemas de organización y producción pequeños y flexibles y que funcionen ágilmente en un entorno operativo cambiante. Un tamaño pequeño y las interrelaciones pudieran ser la solución: vienen a la mente los centenares de barcos de poco calado que salvaron el día en Dunkerque durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas quedaron atrapadas en la costa y los grandes buques de transporte de tropas ya no estaban en condiciones de navegar.
Todos los habitantes del mundo, es decir más de 7700 millones de personas, participan en el sistema alimentario de una u otra manera. Toman decisiones sobre los alimentos que consumen, la ropa que visten y los productos que usan, muchos de los cuales se originan en la agricultura. Los productos agrícolas se producen en 570 millones de establecimientos agrícolas, la mayoría de ellos pequeñas explotaciones administradas por familias y ubicadas en países en desarrollo. Los sistemas alimentarios son locales, una característica esencial en las comunidades, pero también son mundiales, vinculados a través del comercio y sofisticados mercados financieros y de seguros.
Gráfico 1: Las asimetrías de información y los costos de transacción afectan al sistema alimentario
Fuente: Banco Mundial
A pesar de proporcionar alimentos a una población mundial que se ha más que duplicado en los últimos 50 años, el sistema alimentario está muy lejos de contribuir a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con el hambre, la pobreza, la salud, el uso del suelo y el cambio climático. (gráfico 2). Uno de cada cinco niños menores de 5 años sufre retraso del crecimiento, un problema que provoca consecuencias negativas en la productividad durante toda la vida. Unos 2000 millones de habitantes tienen sobrepeso o son obesos, debiendo enfrentar enfermedades no transmisibles de origen dietético que comprometen la resistencia a nuevas enfermedades como el coronavirus. La agricultura contribuye con un 24 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, consume el 70 % del agua dulce y ha provocado la pérdida del 60 % de la biodiversidad de vertebrados desde la década de 1970 (i). El costo de estas externalidades negativas llega a USD 12 billones (PDF, en inglés), según la Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo, superando un valor de mercado de USD 10 billones.
En la actualidad, otros 100 millones de personas están bajo amenaza de caer en la pobreza debido a los efectos económicos de la pandemia, de acuerdo con el informe Perspectivas económicas mundiales de junio de 2020, alejando aún más las posibilidades de lograr los objetivos del Banco Mundial al reducir los ingresos y crear problemas para acceder a los alimentos y la nutrición, situaciones que pueden ocasionar una hambruna a gran escala (i), según el Programa Mundial de Alimentos.
Gráfico 2: El sistema alimentario está lejos de acabar con el hambre
Fuente: FAOSTAT (2020)
Imagine que el sistema planetario del que depende el sistema alimentario es un bote abarrotado que se vuelve cada vez más inestable con cada cargamento adicional: el crecimiento demográfico, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación, la degradación del suelo, y otras cargas. Con dos crisis de seguridad alimentaria en una década[i], aunque de origen completamente diferente, el mundo se tambalea y se acerca a un momento crítico. Y no será posible resolver esto solo eliminando el último cargamento: el coronavirus. Es necesario abordar múltiples factores. Afortunadamente, la madre naturaleza es increíblemente resiliente y, en combinación con el ingenio humano, permitirá la recuperación de la crisis actual, como lo hizo en ocasiones anteriores. Se debe aprovechar la oportunidad para cambiar la situación del sistema alimentario.
Los cambios de trayectoria anteriores en la agricultura y la industria alimentaria, marcados por diversas revoluciones agrícolas, elevaron la productividad agrícola, aumentaron el suministro de alimentos, redujeron los precios reales de los alimentos, ayudaron a liberar recursos laborales y de capital para la inversión en otros sectores, allanaron el camino para la urbanización y la revolución industrial, y condujeron a la aplicación del modelo comercial en la agroindustria. A diferencia de revoluciones anteriores que se originaron primero con innovaciones en los establecimientos agrícolas, luego se difundieron a las comunidades rurales, y después a las empresas ubicadas a ambos lados de la cadena de valor, es decir las que producen insumos agrícolas y las que utilizan los productos agrícolas como insumos (piense en la utilización del arado de hierro fundido durante la revolución agrícola británica o en los paquetes de semillas mejoradas y fertilizantes en la revolución verde),
La tecnología digital impulsa el cambio en diferentes frentes a ritmos acelerados permitiendo recopilar, utilizar y analizar grandes cantidades de datos legibles por máquinas sobre prácticamente todos los aspectos del sistema alimentario a un costo marginal de casi cero. Las plataformas digitales, que abarcan desde Alibaba a YouTube, están cambiando los modelos de negocios tradicionales en todo el sistema y los inversionistas de capital de riesgo invirtieron USD 2800 millones en empresas emergentes de tecnología agrícola en todo el mundo en 2019 (i).
Sin embargo, la innovación digital solo será eficaz si tiene un propósito. Para obtener resultados positivos, las políticas públicas deben impulsar infraestructura complementaria y capacidad humana, abordar las disparidades de género en el acceso y prestar especial atención a los beneficios ambientales, todos temas destacados en el próximo informe del Banco Mundial "Digital Acceleration of Agricultural Transformation" (Aceleración digital de la transformación agrícola) que se publicará a finales de 2020. No obstante, este artículo se centrará solo en tres recomendaciones para acelerar el cambio en pos de un futuro alimentario más sostenible. Las políticas públicas deben buscar Desconcentrar los mercados y las cadenas de suministro, Descentralizar la trazabilidad y Difundir los datos.
La primera D: desconcentrar los mercados y las cadenas de suministro
El contraste entre el superávit de alimentos en los establecimientos agrícolas y el déficit de alimentos en los mercados minoristas durante los confinamientos por la COVID-19 puso de relieve los elevados costos de transacción y las asimetrías de información que han afectado al sistema alimentario durante mucho tiempo. Los mercados y las cadenas de suministro altamente concentrados y segmentados generan enormes aumentos de la eficiencia, pero hacen más difíciles y costosas las interrelaciones y transacciones entre los vendedores y los compradores. La concentración puede adoptar muchas maneras, desde mercados físicos concentrados hasta cuotas de mercado concentradas. Ambas formas son peligrosas, particularmente en tiempos de crisis. El Titanic era el barco de pasajeros de última generación más grande y más lujoso cuando zarpó en su viaje inaugural. Todos pensaron que era “demasiado grande para hundirse”, y ya se sabe cómo terminó la historia.
En Perú, el 80 % de los comerciantes de un importante mercado de frutas de Lima (i) resultó positivo en las pruebas de coronavirus. Aunque se identificó como un punto de contagio, las autoridades consideraron que no podían permitirse cerrar el mercado porque eso provocaría una escasez importante de alimentos. En Estados Unidos, el sector minorista de alimentos se concentra cada vez más en un pequeño número de grandes empresas (gráfico 3) que pueden ser menos ágiles para adaptarse a los cambios en los patrones de consumo y menos resilientes a las crisis de demanda. En este país, el impacto del coronavirus en los trabajadores de las empresas envasadoras de carne mostró la magnitud de las operaciones relacionadas con la carne y la elevadísima concentración de mercado de la industria cárnica. Los efectos del cierre de dichas plantas en el estado de Illinois se propagaron hacia ambos extremos de la cadena de suministro. Es probable que estos problemas empeoren a medida que la geografía y las políticas comerciales acentúen las tendencias hacia una mayor concentración y segmentación, contribuyendo a los superávits y déficits excepcionales provocados por el coronavirus que se observan hoy en día.
Gráfico 3: Los mercados minoristas de alimentos en EE. UU. se están debilitando
Fuentes: Servicio de Investigación Económica del Departamento de Agricultura de EE. UU.; Cálculos de la Encuesta mensual del comercio minorista de la Oficina del Censo de EE. UU.; informes de la industria; Steve Wood, "Revisiting the US food retail consolidation wave: regulation, market power and spatial outcomes", Journal of Economic Geography, volumen 13, número 2, marzo de 2013, pp. 299–326
Las plataformas digitales pueden ayudar a desconcentrar y aumentar la cantidad de mercados en el sistema alimentario, llevando a mejores resultados en cualquiera de los extremos de la cadena de suministro. En un estudio comparativo de los datos de transacciones de una plataforma digital con las subastas físicas de productos básicos que se realizan semanalmente y los precios en la puerta de los establecimientos agrícolas en las regiones productoras de café de India se comprobó (i) que los productores obtuvieron precios significativamente más altos cuando vendieron el producto a través de la plataforma digital que en la puerta del establecimiento agrícola a través de intermediarios. La plataforma de comercialización en línea Taobao de Alibaba descrita en un reciente blog de IFPRI (i) es otro ejemplo: el condado de Shuyang, donde se encuentran 86 de las 4310 aldeas Taobao de China, experimentó “una transformación drástica, pasando de ser uno de los condados más pobres de la provincia de Jangsu a convertirse en un referente exitoso para el comercio electrónico agrícola en China”. Gracias a una próspera industria de la horticultura respaldada por el comercio electrónico, el PIB del condado superó los USD 11 000 millones en 2018 y 41 000 personas salieron de la pobreza.
A raíz de la pandemia, muchas autoridades locales y operadores privados aceleraron el paso a las plataformas digitales para conectar a productores y consumidores bloqueados por los confinamientos físicos: en el estado de Kansas, Estados Unidos, las redes sociales ayudaron a poner en contacto a los ganaderos con los consumidores que buscaban carne de calidad (i) después de que el coronavirus provocó escasez de este producto en los mercados locales. En India, la Sociedad de Comercio y Desarrollo Rural de Odisha inició un sistema para la entrega de vegetales a domicilio por parte de las organizaciones de productores (i), utilizando máquinas en los puntos de venta para pagos digitales y pesas electrónicas. Trabajando en asociación con Odisha Livelihoods Mission, Mission Shakti, ONG asociadas y funcionarios del distrito, la entidad implementó rápidamente un modelo de entrega y dispuso vehículos y pases de la policía para transportar las verduras, dando acceso a más personas a vegetales frescos y protegiendo al mismo tiempo los medios de subsistencia de los agricultores. En Kenya, la pandemia está impulsando a las empresas que ya se habían incorporado al mundo digital. Por ejemplo, Twiga Foods (i), puesta en marcha en 2014, es una plataforma de comercio digital de empresa a empresa basada en dispositivos móviles que combina la oferta y la demanda a pequeña escala de frutas y verduras y suprime los intermediarios, eliminando así el desperdicio y reduciendo los precios de los alimentos para los consumidores finales del mercado masivo. La empresa, clienta de la Corporación Financiera Internacional (IFC), utiliza la misma tecnología para facilitar a los consumidores el acceso a alimentos durante la pandemia (i).