Como dijo el Dr. Muhammad Pate, director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial, “estas alteraciones confirman nuestras primeras advertencias de que los impactos de salud secundarios causados por la COVID-19 (i) están poniendo en riesgo muchos años de avances difíciles de lograr en materia de salud y nutrición de mujeres y niños. La comunidad internacional debe responder rápida y decididamente para salvar vidas y proteger la prestación de estos servicios esenciales, como parte de una labor sólida de recuperación de la pandemia”.
El Mecanismo Mundial de Financiamiento para respaldar la iniciativa Todas las mujeres, todos los niños (GFF) (i) ha desempeñado un papel clave complementando la respuesta del Grupo Banco Mundial para apoyar a sus 36 países asociados; hasta el momento, ha proporcionado asistencia técnica y financiera para proteger y respaldar la continuación de servicios esenciales para la salud de mujeres, niños y adolescentes, al tiempo que se responde a la pandemia.
Según estimaciones del Banco Mundial , se calcula que la pobreza extrema aumentará a nivel mundial (i) este año por primera vez en una generación. La COVID-19 podría causar que hasta 150 millones de personas caigan en la pobreza extrema (lo que equivale a vivir con menos de USD 1,90 al día) para fines de 2021.
Preparar a los países para luchar contra la pandemia y establecer mejores servicios
La pandemia está destacando la necesidad de invertir en medidas integrales de preparación y prevención dentro de los países y más allá de sus fronteras.
Con su experiencia de alcance global, el Grupo Banco Mundial ayuda a los países de África al sur del Sahara a hacer frente a la enfermedad aprovechando las lecciones y los sistemas puestos en marcha durante los brotes de ébola. Por ejemplo, Guinea estaba preparada (i) cuando se registró el primer caso porque tenía una estrategia, infraestructura y conocimientos adquiridos en la lucha contra el ébola
Trabajadora de la salud en un centro de pruebas de Nigeria © Sanumioluwa Dawodu/Banco Mundial
El Banco Mundial trabaja con centros regionales de excelencia que hacen contribuciones científicas tales como la secuenciación del genoma de la COVID-19, y les proporciona financiamiento. Algunos de ellos son: el Programa de Mejoramiento de los Sistemas Regionales de Vigilancia de Enfermedades (i) en África occidental y central, los Centros para el Control de Enfermedades de África (CDC África) (i), el Proyecto de Creación de Redes de Laboratorios para el Sector de la Salud Pública en África Oriental (i) y la Organización de la Salud de África Occidental (WAHO) (i).
Apoya a los países en sus esfuerzos por prevenir, detectar y abordar la COVID-19, al tiempo que fortalece los sistemas nacionales de preparación para cuestiones de salud pública. También reestructura, redistribuye y reasigna algunos recursos de los proyectos financiados actualmente.
En India (i), el proyecto de emergencia del sector de salud contribuye a actualizar el sistema de vigilancia sanitaria, fortalecer la preparación para hacer frente a brotes de enfermedades y renovar los hospitales dedicados a las afecciones infecciosas.
Se le toma la temperatura a un hombre en un centro de pruebas de COVID-19 en India. . © Shutterstock
Gracias a que las operaciones de emergencia se adaptaron al contexto y la situación epidémica de cada país, el apoyo a la región de Asia oriental y el Pacífico (i) se ajustó para satisfacer necesidades específicas. En Mongolia (i), por ejemplo, el Banco está fortaleciendo las capacidades para lograr una respuesta multisectorial, en particular una interfaz entre los servicios ambientales, veterinarios y de salud pública para contener la propagación de nuevos virus de origen animal en el lugar donde se producen.
Además del creciente daño humano y económico, la pandemia trajo consigo aislamiento social, duelo, dificultades financieras e interrupción de los servicios de atención de la salud, lo que está incidiendo negativamente en el bienestar mental de las personas.
En muchos países, incluidos Bosnia y Herzegovina, Camboya, Guatemala, Islas Marshall, Lesotho, Liberia, Malí, Marruecos, Níger, Nigeria, República del Congo y Sri Lanka, los proyectos del Banco están respaldando intervenciones psicosociales (i) para ayudar a las personas a hacer frente a los efectos psicológicos negativos de factores de estrés como los confinamientos, el autoaislamiento y las cuarentenas, el temor al contagio, la información inadecuada, las pérdidas laborales y financieras, y el estigma y la discriminación.
Las autoridades sanitarias de Phnom Penh realizan controles a los trabajadores sanitarios que regresan de las provincias después de las celebraciones del Año Nuevo Khmer, en medio de la inquietud por la propagación de la COVID-19. © Chor Sokunthea/Banco Mundial
Lograr la participación de las comunidades locales
Con el aumento de la pobreza, el cambio climático y la escasez de alimentos, la COVID-19 está causando los impactos más devastadores en los grupos pobres y marginados. El Banco Mundial está abordando esta cuestión mediante todas las plataformas existentes para poder llegar a los más vulnerables.
A través de los programas de desarrollo impulsados por la comunidad destinados a proporcionar efectivo y otros recursos rápidamente a las comunidades, el apoyo del Banco Mundial se orienta a los migrantes, las personas con discapacidad, las mujeres, los jóvenes desempleados, los ancianos y los pueblos indígenas.
Al llevar adelante estas operaciones, utiliza tecnologías e innovaciones para garantizar que las personas tengan la información que necesitan sobre el coronavirus.
En Afganistán, por ejemplo, trabaja con las comunidades para compartir mensajes de prevención de la COVID-19 a través de WhatsApp y telegramas, de modo de llegar a las personas a las que la crisis impacta más desproporcionadamente, como los desplazados, las personas con discapacidad, las mujeres pobres y los nómades.
Labor de acercamiento a la comunidad en Afganistán ©Banco Mundial
Para luchar contra la pandemia, la labor de acercamiento a las comunidades está teniendo un papel crucial en el caso de los trabajadores sanitarios de la primera línea. Las comunidades locales y los líderes tradicionales actúan como enlaces clave con toda la comunidad. Ayudan a mejorar la comprensión pública sobre los tratamientos, descartar la información errónea y evitar el incumplimiento de las instrucciones sanitarias y las orientaciones médicas.
Mientras reflexionaba sobre su experiencia en la lucha contra el virus del Ébola en la República Democrática del Congo, el profesor Muyembe (i), un reconocido virólogo congoleño que descubrió dicho virus en 1976 y actual coordinador de la respuesta al ébola y la COVID-19 en su país, dijo: “Hemos observado la importancia de la participación de la comunidad y las campañas de sensibilización para lograr que la gente entienda la gravedad de la situación y se involucre”.
Trabajadora de la salud en el puerto de Kinshasa, República Democrática del Congo © Organización Mundial de la Salud/Hugh Kinsella Cunningham
Si bien estos ejemplos ofrecen un poco de esperanza, se necesita mucho más. La pandemia sigue teniendo impacto en la mayor parte del mundo, y muchos países ya están luchando contra una segunda ola.
Mientras avanzan los ensayos de las vacunas, el Grupo Banco Mundial seguirá siendo flexible y ágil en su respuesta sanitaria, salvando vidas y respaldando la próxima fase de respuesta en sus países clientes.
Los profundos impactos de la crisis de salud subrayan la necesidad de lograr una cobertura sanitaria universal que permita a los países proteger a su población e invertir en ella, además de construir un futuro resiliente.
De aquí en más, la labor del Banco Mundial se centrará en el fortalecimiento de los sistemas de salud. El Banco pronto dará a conocer un nuevo informe que aporta datos empíricos y análisis al consenso creciente de que los líderes del sector de la salud lograrán mejores resultados si generan reformas del sistema en torno a la atención primaria de salud.
Trabajadores de la salud hacen preguntas a los pacientes en un centro de pruebas en Turquía © Anadolu Agency
Colaborar con los asociados
En el futuro, la preparación, la prevención y las respuestas en relación con las crisis deberán tener carácter mundial y colaborativo. Ningún país puede, actuando solo, lograr esto con un control adecuado, ni menos aún prevenir el tipo de emergencias que el mundo está experimentando en la actualidad.
Para ayudar a abordar un desafío de alcance mundial como las pandemias, se debe trabajar de manera conjunta. Durante los próximos 100 días, el Grupo Banco Mundial espera ayudar a por lo menos 100 países a prepararse para administrar pruebas de detección, tratamientos y vacunas relacionados con la COVID-19.
Como parte del Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19 (ACT-A), se asoció con la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización (GAVI [i]), la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI [i]), el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (i) y la OMS (i) para garantizar que los países más pobres y vulnerables tengan un acceso general y equitativo a las vacunas, las pruebas y los tratamientos de la COVID-19. El financiamiento de USD 12 000 millones está totalmente alineado con los principios y las metas del ACT-A.
Los Gobiernos pueden utilizar los fondos proporcionados por el Grupo Banco Mundial para adquirir vacunas y tratamientos a través del mecanismo de compromiso anticipado de mercado para la vacuna contra la COVID-19 (CAM COVAX). En última instancia, serán los países los que decidan en qué utilizar estos recursos y a través de qué canales.
Si bien se avecinan muchos desafíos e incertidumbres, es necesario avanzar y ayudar a los países a fortalecer los sistemas de salud, reconociendo al mismo tiempo la necesidad de ser flexibles para adaptar los enfoques y corregir el curso cuando sea necesario. Esto es lo correcto y es lo que se está haciendo en el Banco Mundial.