Inseguridad alimentaria: abordar los graves impactos de la COVID-19
A fines de 2020, 233 millones de personas en los países de la AIF sufrían inseguridad alimentaria, y se prevé que ese número aumentará en 2021 y 2022. A diferencia de las crisis alimentarias anteriores, de los precios de los alimentos impulsada por perturbaciones del mercado interno y la depreciación monetaria.
Durante la crisis alimentaria de 2008, la AIF estuvo presente, acelerando la asistencia a través del Programa de Respuesta a la Crisis Mundial de los Alimentos (GFRP, por sus siglas en inglés). Entre 2008 y 2012, el programa benefició a 57,3 millones de personas, apoyando, por ejemplo, programas de protección social e intervenciones agrícolas.
En la actualidad, la respuesta de la AIF en materia de seguridad alimentaria para enfrentar la COVID-19 (PDF, en inglés) —USD 5300 millones en nuevos compromisos— se centra una vez más tanto en el presente como en el largo plazo. Aproximadamente la mitad de estos compromisos financiarán inversiones a largo plazo en resiliencia, de acuerdo con el enfoque reforzado de la AIF en los factores básicos como los conflictos, el clima y las enfermedades zoonóticas. Los proyectos se focalizan en aquellos que están en la mira de la pandemia: las mujeres, los niños, los refugiados, las personas con discapacidad y otras poblaciones vulnerables.
Clima: gestionar los recursos naturales para reconstruir mejor
Dado que la frecuencia y el impacto de los brotes de enfermedades zoonóticas como la COVID-19 —enfermedades infecciosas transmitidas de animales a humanos— aumentaron en las últimas dos décadas, la AIF colabora estrechamente con los países para apoyar sus esfuerzos por conservar mejor y gestionar de manera sostenible la biodiversidad.
“Queremos que la Reserva Forestal Mecuburi esté verde de nuevo, que produzca agua y otros servicios ambientales para nuestros medios de subsistencia, como solía ser en la época de nuestros antepasados", dijo Felismino Manhica, un líder local del distrito Mecuburi en Mozambique.
Manhica es uno de los 40 líderes comunitarios que completaron la capacitación para identificar oportunidades de restauración y seleccionar intervenciones factibles, gracias al Proyecto de Gestión de las Zonas de Conservación de la Biodiversidad y Fomento del Desarrollo de Mozambique (i) financiado por la AIF. La restauración de tierras degradadas es una prioridad para Mozambique, un país dotado de más de 32 millones de hectáreas de bosques naturales que albergan 6000 especies de plantas, aves y mamíferos. El apoyo de la AIF protege los hábitats y mejora al mismo tiempo la vida de 20 000 personas, de las cuales casi la mitad son mujeres, en los alrededores de los parques nacionales, proporcionando actividades alternativas de generación de ingresos.
En algunas partes de la región del Sahel —en particular en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Senegal— el cambio climático agrava el costo humano y económico de la COVID-19. Las estaciones de lluvia se están acortando, mientras que las de sequía se prolongan: en ocasiones llegan a durar hasta nueve meses. La sequía de 2010 fue particularmente difícil. Con temperaturas que aumentan 1,5 veces más rápido que el promedio mundial, estos países enfrentan una mayor escasez de agua, lo que reduce el rendimiento de los cultivos y la productividad del ganado, y afecta la seguridad alimentaria y los precios de los alimentos. Es por eso que la AIF invierte en programas para aumentar el apoyo a los esfuerzos de restauración de tierras degradadas, impulsar la productividad agrícola (i) y mejorar la seguridad hídrica para establecer sistemas alimentarios resilientes a los eventos climáticos y paisajes sostenibles.
Como ilustran las historias de Mozambique y el Sahel, es imperativo tomar medidas ahora para enfrentar los problemas relacionados con el clima. Proteger los ecosistemas naturales y la biodiversidad y abordar los impactos del cambio climático son una parte fundamental del programa, a medida que los países se embarcan en una recuperación verde, inclusiva y resiliente.
La meta final: posicionar a las comunidades en el camino hacia una recuperación resiliente
Para personas como el Dr. Barreto, el Dr. Sall, Kamala y Felismino, el apoyo continuo de la AIF para los sistemas de salud resilientes, las redes de protección social, la sostenibilidad, la seguridad alimentaria y la transformación económica se torna evidente cuando intentan resistir los impactos de esta pandemia. En momentos en que los países comienzan a vislumbrar la recuperación y se ven atisbos de esperanza en el horizonte, la AIF sigue siendo un socio firme, convocando a asociados globales para que los países puedan emprender una recuperación resiliente, inclusiva y sostenible en que nadie quede atrás.