En los últimos 20 años el Grupo del Banco Mundial ha ayudado a los países a sacar de la pobreza a 663 millones de personas, y creemos que en los próximos 20 años se podrá poner fin a la pobreza extrema. La meta está a nuestro alcance.
Sin embargo, existe un nexo entre reducción de la pobreza y cambio climático. Según las nuevas y convincentes pruebas de que disponemos, aunque no llegue a cumplirse la muy discutida hipótesis de un mundo 4ºC más cálido podríamos asistir a un retroceso de los logros de décadas de desarrollo, y a una situación en que decenas de millones de personas más se vean obligadas a vivir en la pobreza.
Si no enfrentemos el cambio climático no pondremos fin a la pobreza.
Para ayudar a los clientes de nuestra institución a prepararse para los riesgos de un planeta en proceso de calentamiento solicitamos a los científicos del Potsdam Institute for Climate Impact Research and Climate Analytics, en Alemania, que examinaran los impactos de ese proceso en tres regiones tropicales: África al sur del Sahara, Asia meridional y Asia sudoriental.
En el modelo de 4ºC de calentamiento elaborado para el estudio se confirma una vez más un cuadro climático que bien conocemos: tormentas extremas, prolongadas olas de calor, crítica escasez de alimentos y de agua y generalizadas perturbaciones sociales y económicas. Esos impactos se interrelacionarán, generando agudos fenómenos climáticos, tales como una significativa elevación del nivel del mar e intensos ciclones, que causarán intensos y generalizados perjuicios. Se trata de un futuro de enormes padecimientos humanos.
Pero el aspecto del informe que me resultó especialmente sorprendente fue la predicción relativa a los efectos de un calentamiento de 2ºC. Dado que el aumento de la temperatura de la Tierra ya supera en 0,8ºC los niveles previos a la era industrial, el hito climático de 2ºC quizá no esté distante. Dadas las actuales tasas de emisiones de gases de efecto invernadero podríamos alcanzar ese punto en el curso de nuestras vidas, quizá dentro de 20 o 30 años.
¿Qué efectos produciría en las regiones tropicales ese cambio aparentemente pequeño de la temperatura de la Tierra? Veamos una instantánea de lo que prevén los científicos en su informe.
En África al sur del Sahara la escasez de alimentos se hará más frecuente. La sequía y el calor harán que el 40% de la tierra donde actualmente se cultiva maíz deje de ser apta para ese cultivo. Las crecientes temperaturas podrían causar pérdidas en gran escala de pastizales de sabana, lo que comprometería los medios de vida pastorales. En Asia meridional el cambio de las modalidades pluviales hará que algunas zonas se inunden y otras carezcan de agua suficiente para la generación de energía, la agricultura y el abastecimiento de agua potable. Fenómenos como las devastadoras inundaciones padecidas por Pakistán en 2000, que afectaron a más de 20 millones de personas, podrían volverse habituales. Sequías más extremas podrían paralizar la generación de electricidad y dejar yermas ciertas zonas rurales, con la consiguiente pérdida de ingresos para los agricultores y una generalizada escasez de alimentos.
En Asia sudoriental los agricultores, las comunidades costeras y grandes centros urbanos experimentarán crecientes perturbaciones al aumentar los niveles de los mares y la intensidad de los ciclones tropicales, reducirse la captura de peces y perder las zonas costeras la protección de los arrecifes de coral. Muchos de esos cambios ya se están produciendo, y otros se están dando con mayor celeridad de lo que se preveía.
Los científicos nos dicen que el aumento del nivel del mar se ha venido produciendo con mayor rapidez de la indicada por las proyecciones, y un aumento de hasta 50 cm a más tardar en la década de 2050 quizá sea inevitable como consecuencia de las emisiones ya producidas. En algunos casos los impactos podrían hacerse sentir mucho antes de lo inicialmente previsto. Por ejemplo, una elevación del nivel del mar de 15 cm, aunada a una mayor intensidad de los ciclones, amenaza inundar gran parte de Bangkok hacia la década de 2030, a menos que se adopten adecuados preparativos para hacer frente a esos fenómenos.
Al tambalearse la agricultura y escasear los alimentos y el agua se acelerará el ritmo de migración de personas a asentamientos urbanos informales. Las condiciones de vida, en esos barrios de tugurios, no serán menos duras que las que experimentaban quienes hayan huido. Las viviendas fabricadas con desechos mantendrán calor, pero brindarán escasa protección contra las tormentas, deslizamientos de tierra o inundaciones. Escasearán los alimentos y el agua potable, y aumentará la probabilidad de contraer enfermedades tales como el paludismo, el dengue y el cólera. La tensión por el acceso a recursos cada vez más escasos puede generar conflictos.
Este es un cuadro de regiones que están experimentando un calentamiento “moderado”, no extremo. Los efectos de un calamitoso calentamiento mundial de 4ºC serían mucho peores.