Ciudad de Washington, 14 de abril de 2010--El viejo concepto de “Tercer Mundo” ya no resulta aplicable en la nueva economía mundial multipolar, y se necesitan nuevos enfoques que tengan en cuenta los intereses de los países en desarrollo, dijo el presidente del Grupo del Banco Mundial, Robert B. Zoellick.
En un discurso pronunciado poco antes de las Reuniones de Primavera del Banco Mundial, Zoellick dijo que la crisis económica internacional de 2009 y el surgimiento de los países en desarrollo en la economía mundial marcaron el fin del viejo concepto de Tercer Mundo considerado como entidad aparte, del mismo modo que el año 1989 puso fin al Segundo Mundo, el del comunismo. Esto tiene profundas consecuencias para el multilateralismo, la cooperación a nivel mundial, las relaciones de poder, el desarrollo y las instituciones internacionales como el Grupo del Banco Mundial, y exige encarar los problemas desde una perspectiva nueva.
“Durante décadas, los estudiosos de la seguridad y la política internacional han debatido el surgimiento de un sistema multipolar. Ha llegado el momento de que reconozcamos el nuevo paralelo económico. Si en 1989 llegó a su fin el “Segundo Mundo” con la caída del comunismo, en 2009 le llegó la hora a lo que se conocía como el "Tercer Mundo”: nos encontramos ante una nueva economía mundial multipolar que evoluciona rápidamente”, sostuvo Zoellick en un discurso pronunciado en el Woodrow Wilson Center for International Scholars de la ciudad de Washington. En esa alocución, recordó al público que algunos creyeron que las acciones del ex presidente de los Estados Unidos representaron una oportunidad perdida. “No podemos permitirnos volver a la geopolítica habitual”.
“La pobreza persiste y hay que combatirla. La situación de los Estados fallidos persiste y hay que abordarla. Los problemas mundiales se están intensificando y hay que afrontarlos. Pero la manera de tratar estos asuntos está cambiando”, dijo Zoellick. “Las antiguas categorizaciones de Primer y Tercer Mundo, de donantes y suplicantes, de líderes y seguidores, ya no tienen cabida”.
Si bien la pobreza y los Estados frágiles siguen representando dificultades que se deben superar, los países en desarrollo crecen, logran una participación cada vez mayor en la economía mundial y constituyen una fuerte importante de demanda para la recuperación luego de la reciente crisis económica mundial. Esto no solo ocurre en China e India, sino también en Asia sudoriental, América Latina y Oriente Medio. África también podría convertirse algún día en un polo de crecimiento mundial. Zoellick señaló que, en consecuencia, los países en desarrollo merecen un mayor reconocimiento en el manejo del sistema mundial e indicó que las soluciones propuestas en los ámbitos de regulación financiera, cambio climático y gestión de la crisis deben reflejar sus intereses. Es importante reconocer las consecuencias de la nueva economía mundial multipolar en la cooperación multilateral y resistir las fuerzas gravitacionales que están llevando nuevamente a un mundo de Estados-nación a perseguir intereses más estrechos, dijo Zoellick.
“El poder trae aparejada la responsabilidad. Los países en desarrollo deben darse cuenta de que ahora son parte de la arquitectura mundial”, sostuvo Zoellick.
Luego de los enormes daños provocados por el colapso del sistema financiero, queda claro que el mundo necesita una mejor regulación financiera, con normas más estrictas con respecto al capital, la liquidez y la supervisión, dijo Zoellick. “Pero hay que tener cuidado con las consecuencias imprevistas”, advirtió. “No deberíamos aumentar los costos alentando el proteccionismo financiero ni restringiendo injustamente los servicios financieros a los pobres.Las regulaciones acordadas en Bruselas, Londres, París o Washington podrían surtir efecto para los grandes bancos de los países desarrollados, pero ¿qué pasaría con los bancos más pequeños, ya sea en los países desarrollados o en desarrollo?”.
El cambio climático es otro desafío en el que un modelo único impuesto por los países desarrollados no resultará adecuado para las naciones en desarrollo, indicó Zoellick. “La política relativa al cambio climático puede vincularse al desarrollo y obtener el respaldo de los países en desarrollo para lograr un crecimiento con bajas emisiones de carbono, pero ello no ocurrirá si esta se les impone a la fuerza”, dijo. “Los países en desarrollo necesitan apoyo y financiamiento para realizar inversiones que conduzcan a un crecimiento menos contaminante. En el mundo hay 1600 millones de personas que carecen de electricidad.Si bien debemos cuidar el medio ambiente, no podemos pretender que los niños africanos hagan sus deberes a la luz de una vela o negar a los trabajadores africanos empleos en el sector de manufacturas.El desafío consiste en apoyar la transición al uso de energía menos contaminante sin sacrificar el acceso, la productividad y el crecimiento que permitan salir de la pobreza a centenares de millones de personas”.
Un tercer ámbito en el que ya no se puede aplicar el viejo modo de pensar y en el que se deben tener más en cuenta los intereses de los países en desarrollo es la respuesta a las crisis económicas. “En un mundo en transición, el peligro es que los países desarrollados se centren en la realización de cumbres relativas a los sistemas financieros, o concentren su atención en la mala administración de los países desarrollados como Grecia”, dijo Zoellick. “Escuchar la perspectiva de los países en desarrollo ya no es tan solo una cuestión de caridad o solidaridad, es una cuestión de interés propio.Estos países en desarrollo ahora son fuentes de crecimiento e importadores de bienes de capital y servicios de los países desarrollados”.
Los cambios en la economía mundial y el sistema multilateral tienen consecuencias significativas para el Banco Mundial, indicó Zoellick. El desarrollo ya no es tan solo una cuestión norte-sur, sino sur-sur e incluso sur-norte. El Banco Mundial debe encarar una política de reforma constante y transformarse para adaptarse velozmente a las circunstancias cambiantes de modo de atender de la mejor manera los intereses de los pobres del mundo en desarrollo. La institución espera anunciar durante sus Reuniones de Primavera un cambio en virtud del cual se otorgue a los países en desarrollo al menos el 47% de los derechos de voto, junto con el primer incremento del capital en 20 años. Con dicho aumento se consolidaría un balance con el que, desde julio de 2008, se ha brindado más de US$100 000 millones en asistencia financiera. Esto va acompañado del programa de reforma más amplio de la historia de la institución, que incluye desde un mayor acceso a la información hasta mejoras en las políticas de préstamo.