En América Latina, a pesar de grandes avances en igualdad de género,persisten brechas en oportunidades económicas
WASHINGTON, D.C., 18 de septiembre de 2011 -- La igualdad de género es por derecho propio un tema vital, pero también tiene sentido desde el punto de vista económico. Los países que generan mejores oportunidades y condiciones para las mujeres y las niñas pueden incrementar la productividad, mejorar los resultados para los niños, hacer que las instituciones sean más representativas y promover las perspectivas de desarrollo para todos, de acuerdo con un informe recientemente publicado por el Banco Mundial.
Según el Informe sobre el desarrollo mundial 2012: Igualdad de género y desarrollo, en América Latina y el Caribe (ALC), las mujeres han hecho grandes avances en términos de esperanza de vida, educación y participación laboral. A pesar de ello, persistentes diferencias en acceso a oportunidades económicas y se continúan generando brechas en ingresos y productividad entre hombres y mujeres. La calidad laboral continúa siendo un tema preocupante, con más de la mitad de las mujeres trabajando en el sector informal, y agricultores hombres representando de 70 a 90 por ciento de los dueños formales de tierra.
Del lado positivo, la tasa de mortalidad en la mujer ya no es preocupación de ALC, que es la región en desarrollo con la más alta proporción de mujeres en el total de la población después de Europa y Asia Central. En Honduras, por ejemplo, la tasa de mortalidad materna se redujo de 182 por cada 100.000 nacidos vivos en 1990 a 108 en 1997.
En educación, las tasas de matrícula escolar de las niñas han aumentado hasta el punto de cerrar o incluso revertir la brecha de género que tradicionalmente favorecía a los niños. Todavía, sin embargo, continúan las brechas entre poblaciones indígenas. En Guatemala, por ejemplo, la tasa de analfabetismo entre mujeres indígenas está en 60 por ciento, 20 puntos por encima de hombres indígenas y dos veces más que la tasa de mujeres no indígenas. Una nueva preocupación, particularmente en el Caribe, surge de la identificación de la educación como una actividad “femenina”, lo que significa que hombres jóvenes en países como Dominica y Jamaica abandonan la escuela.
En las últimas décadas, las desigualdades respecto de la participación en el mercado laboral se han reducido más rápido en ALC que en cualquier otra región del mundo en desarrollo. Esto ha significado un incremento de 70 millones de mujeres en la fuerza laboral. La tasa de Participación de la Mujer en el Mercado Laboral creció de aproximadamente 36 por ciento en 1980 a más de 52 por ciento en 2009.
“Es necesario lograr la igualdad de género”, dijo Robert B. Zoellick, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Durante los últimos cinco años, el Grupo del Banco Mundial ha proporcionado US$65 000 millones para respaldar la educación de las niñas, el cuidado de la salud femenina y el acceso de las mujeres al crédito, las tierras, los servicios agrícolas, el empleo y la infraestructura. Ha sido una importante labor, pero no ha sido suficiente en cantidad o pertinencia para nuestros objetivos. En el futuro, el Grupo del Banco Mundial dará mayor prominencia a su labor sobre género y buscará nuevas formas de avanzar con el programa para captar todo el potencial de la mitad de la población mundial”.
Globalmente, el informe explica los grandes avances hacia la reducción de las disparidades de género, pero señala que aún quedan desigualdades en muchas esferas. La peor disparidad corresponde a la proporción de muertes de niñas y mujeres respecto de los hombres en los países en desarrollo: en total, la excesiva mortalidad femenina después del nacimiento y las niñas “de menos” al nacer suman aproximadamente 3,9 millones de mujeres cada año en países de ingreso bajo y mediano. Aproximadamente dos quintas partes no llegan a nacer porque los padres prefieren tener hijos varones, una sexta parte muere en la primera infancia y más de un tercio muere durante la edad reproductiva. El número de pérdidas está aumentando en África al sur del Sahara, especialmente en países seriamente afectados por el VIH/SIDA.
En el informe se citan ejemplos del modo en que los países podrían beneficiarse si abordaran las desigualdades de género:
- de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), igualar el acceso de las mujeres agricultoras a los recursos podría incrementar la producción agrícola en los países en desarrollo nada menos que entre un 2,5 y un 4 por ciento;
- eliminar las barreras que impiden que las mujeres trabajen en determinadas ocupaciones o sectores tendría efectos positivos similares, ya que reduciría las diferencias de productividad entre trabajadores hombres y mujeres en un 33 a un 50 por ciento, y aumentaría la producción por trabajador entre un 3 y un 25 por ciento en una amplia gama de países.
“En la mayoría de países de América Latina y el Caribe las mujeres ganan 10 por ciento menos que los hombres, en promedio”, dijo Pamela Cox, Vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Impedir que las mujeres obtengan los ingresos que merecen no solo es incorrecto, sino también perjudicial para la economía”.
En el informe también se destacó que el mundo ha logrado avances considerables en lo que respecta a reducir las disparidades de género en educación, salud y mercados laborales durante los últimos 25 años. En el caso de los países en desarrollo, hay más niñas que niños en las escuelas secundarias de 45 países, y hay más muchachas que muchachos en las universidades de 60 países. También se observan progresos similares en la esperanza de vida: las mujeres de los países de ingreso bajo no solo viven más que los hombres, sino que viven 20 años más que en 1960. En buena parte del mundo se han reducido las desigualdades respecto de la participación en el mercado laboral; en los últimos 30 años, más de 500 millones de mujeres se han incorporado a la fuerza de trabajo.
Algunas de las deficiencias pendientes son la baja matrícula escolar de las niñas desfavorecidas; el acceso desigual de las mujeres a las oportunidades económicas y el ingreso, ya sea en el mercado laboral, la agricultura o la actividad empresarial, y grandes diferencias en materia de voz y participación entre mujeres y hombres, tanto en el hogar como en la sociedad.
En el informe se sostiene que esta tendencia de progreso en eliminar las disparidades de género es positiva para el desarrollo. Un ingreso más alto ayuda a resolver más disparidades, como en el caso de la educación. A medida que aumenta el número de escuelas y se generan más empleos para las mujeres jóvenes, los padres ven los claros beneficios de educar a sus hijas. Sin embargo, muy a menudo los mercados y las instituciones (incluidas las normas sociales sobre las tareas domésticas y de cuidado familiar) se combinan con las decisiones del hogar y perpetúan las desigualdades entre hombres y mujeres. Como parte de esto, las disparidades de género en el ingreso se mantienen rígidas y sin cambios en buena parte del mundo.
En el Informe sobre el desarrollo mundial 2012 se insta a la acción en cuatro áreas: 1) abordar los problemas relativos al capital humano, como el exceso de muertes de niñas y mujeres y las disparidades de género en la educación en los casos en que aún se observen; 2) reducir las diferencias de ingreso y productividad entre mujeres y hombres; 3) dar mayor voz y participación a las mujeres en el hogar y en la sociedad, y 4) limitar la perpetuación de la desigualdad de género entre generaciones.
“La clave para lograr la igualdad de género continúa siendo la necesidad de orientar específicamente las políticas públicas nacionales”, dijo Ana Revenga, codirectora del informe. “Para ser eficaces, esas políticas deberán estar orientadas específicamente a las causas fundamentales de las disparidades de género. En el caso de algunos problemas, como la elevada mortalidad materna, será necesario fortalecer las instituciones que prestan servicios. Si se trata de otras deficiencias, como el acceso desigual a las oportunidades económicas, mediante las políticas se deberán abordar las múltiples limitaciones —en los mercados y en las instituciones— que mantienen a las mujeres atrapadas en empleos de baja productividad e ingresos escasos”.
A fin de garantizar que el progreso de la igualdad de género sea sostenido, la comunidad internacional debe complementar las medidas de políticas nacionales en cada una de estas esferas prioritarias. También puede respaldar medidas basadas en datos empíricos, mediante la promoción de esfuerzos para mejorar los datos, promover la evaluación del impacto y fomentar el aprendizaje.
“Los asociados en la tarea del desarrollo pueden respaldar las políticas nacionales de varias maneras: más financiamiento, mayor innovación y mejores relaciones de colaboración”, dijo Sudhir Shetty, codirector del informe. “El financiamiento adicional para agua potable, saneamiento y servicios para las madres, por ejemplo, ayudará a los países más pobres. Con más experimentación, una evaluación sistemática y mejores datos desglosados por sexo se pueden encontrar formas de mejorar el acceso de las mujeres a los mercados. Y las asociaciones se pueden ampliar convenientemente para incluir al sector privado, los grupos de la sociedad civil y las instituciones académicas”.
En el informe se recomienda que los encargados de formular las políticas centren la atención en las disparidades de género más persistentes que no se pueden corregir solo con un aumento del ingreso. Si se resuelven estas deficiencias, es probable que los beneficios para el desarrollo sean superiores y que los cambios de políticas contribuyan en mayor medida a los resultados.