CIUDAD DE WASHINGTON, 6 de octubre de 2011. En el contexto de una economía mundial que depende de la innovación sofisticada y el conocimiento para impulsar el crecimiento y la riqueza, un nuevo informe del Banco Mundial sobre educación superior sugiere que los países de ingreso bajo y mediano deben resistir la tentación de crear universidades de primer nivel para percibir los ingresos de la investigación y obtener prestigio mundial, sin educar antes a sus propios ciudadanos de acuerdo con estándares terciarios elevados.
De acuerdo con el nuevo informe, The Road to Academic Excellence: The Making of World-Class Research Universities (El camino hacia la excelencia académica: La gestación de universidades de investigación de primer nivel), en el que se describe la experiencia de 11 universidades de investigación públicas y privadas líderes, en nueve países de África, Asia, América Latina y Europa oriental, las universidades de investigación de elite están superando a las empresas más creativas del mundo con sus investigaciones originales. En un estudio a nivel internacional reciente sobre patentes nuevas, por ejemplo, las universidades e instituciones de investigación líderes están logrando más avances científicos en el área de biotecnología que las compañías y empresas privadas.
“Si pensamos en la investigación de elite y el dinero de subvenciones que generan las universidades de primer nivel, además de las nuevas tendencias en humanidades y ciencias sociales, es fácil comprender por qué los países pueden creer que la falta de una institución de investigación de máxima categoría es lo único que los separa de la reducción de la pobreza, del logro de un salto cualitativo en el desarrollo nacional y de la conquista de nuevos espacios en la economía del conocimiento mundial”, sostiene el Dr. Jamil Salmi, coordinador para la Educación Superior del Banco Mundial y coautor del nuevo informe. “Sin embargo, la decisión no puede ser solamente táctica. Debe ser una decisión estratégica a largo plazo que los países aspirantes toman, teniendo en cuenta toda la información, y sacrificando cualquier aspiración de lograr resultados rápidos”.
En el nuevo informe se concluye que los que mejor desempeño logran en el mundo de la investigación universitaria comparten tres características, sin las cuales las universidades del siglo XXI no pueden sobrevivir ni, mucho menos, destacarse: una concentración elevada de académicos y estudiantes talentosos, presupuestos considerables, y visión y liderazgo estratégicos.
En la mayoría de los casos, las universidades de primer nivel cuentan con estudiantes y docentes que no provienen exclusivamente del país en el que funciona la universidad. Eso les permite atraer a las personas más talentosas, independientemente de su procedencia, además de abrirse a nuevas ideas y enfoques. Sin duda, las mejores universidades del mundo abren sus puertas a una gran cantidad de estudiantes y docentes extranjeros en su búsqueda de las personas más talentosas. En ese sentido, el hecho de que las universidades de primer nivel logren movilizar un personal académico nacional e internacional altamente diverso probablemente maximice la capacidad de esas instituciones de investigación para participar en redes de intercambio de conocimiento.
El costo es millonario
Otra conclusión del nuevo estudio del Banco es que la creación y la administración de universidades de primer nivel pueden costar millones de dólares. Por ejemplo, los autores señalan que a fines de 2007, Arabia Saudita anunció planes de creación de una nueva universidad de investigación de grado por US$10 000 millones; Pakistán tiene planeado gastar US$750 millones en cada una de sus nuevas universidades de ingeniería, ciencia y tecnología en los próximos años; y la facultad de medicina creada por la Cornell University en Qatar en 2002 costó US$750 millones. La disponibilidad de dinero abundante y prestigio internacional crea un círculo virtuoso que permite que las universidades de elite atraigan más profesores e investigadores de primer nivel, como suele ocurrir en el caso de las principales universidades de Estados Unidos.
Sin embargo, los años recientes de crisis económica mundial afectaron significativamente a las universidades de investigación, lo que probablemente sea un impulso para las universidades de Asia oriental. Los países de esa región soportaron la crisis económica mejor que sus pares occidentales y buscan acceder a los escalafones superiores de la elite de investigación mundial. Por ejemplo, India aumentó su inversión en educación superior un 31% desde 2010, y China siguió financiando sus programas de excelencia en apoyo de las principales universidades del país.
La visión y el liderazgo son importantes
Aunque contar con dinero ilimitado y atraer a los mejores y más brillantes estudiantes y profesores del mundo son factores que ayudan a fortalecer la intención de un país de crear una universidad de primer nivel, la visión estratégica y el liderazgo también son vitales: sin esos factores, la aspiración de un país de crear una universidad de primer nivel no es suficiente.
Según el nuevo informe, las universidades de primer nivel prosperan en entornos que promueven la competitividad, la investigación científica sin restricciones y la libertad académica, el pensamiento crítico, la innovación y la creatividad. Además, las instituciones totalmente autónomas son más flexibles, ya que no están limitadas por burocracias onerosas y estándares impuestos externamente, incluso si tenemos en cuenta las reglas y los estatutos legítimos por los que se rigen. Por esas razones, pueden gestionar sus recursos con agilidad y responder rápidamente a las demandas de un mercado mundial que cambia rápidamente.
“Para aprobar, también se necesitan líderes inspiradores y persistentes, una visión estratégica sólida respecto de la dirección que lleva la institución, una filosofía de éxito y excelencia, y una cultura de reflexión, aprendizaje organizacional y cambio constantes. Además, no es posible ser impaciente”, comenta el Profesor Philip G. Altbach, director del Centro para la Educación Superior Internacional perteneciente al Boston College y coautor del nuevo informe del Banco.
En el informe se establece que ningún país necesita universidades de primer nivel integrales, al menos si no satisface las necesidades de educación terciaria más fundamentales. En el informe se sostiene que muchos países estarían mejor si se concentraran inicialmente en el desarrollo de las mejores universidades nacionales posibles. Por ejemplo, las instituciones de investigación superior de la región de África al sur del Sahara, equipadas para ofrecer educación de calidad y realizar investigación aplicada pertinente, pueden cumplir una función clave en la capacitación de trabajadores calificados con conocimiento de las últimas tecnologías y habilidad para aplicarlas en industrias para crear un espectro más amplio de productos, a fin de obtener clientes a nivel mundial.
“La educación terciaria de calidad también es fundamental para estimular la innovación, por ejemplo, mediante la creación de nuevas variedades de productos agrícolas y fuentes de energía que pueden acelerar el progreso en pos de la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, la lucha contra las enfermedades, la mejora de la salud y la creación de nuevos empleos”, señala la ministra de Educación de Ghana, la Excelentísima Betty Mould-Iddrisu.
En el prólogo del nuevo informe, el ministro de Desarrollo de Recursos Humanos de India, el Dr. Kapil Sibal, sostiene que la prueba definitiva de las universidades de investigación modernas radica en si poseen la flexibilidad suficiente como para promover el aprendizaje en distintas disciplinas y para armonizar la educación con las necesidades de la sociedad. La innovación, señala, se ve como un mantra de desarrollo, “una idea tan arraigada que las naciones se desesperan por crear instituciones y organizaciones que facilitarían el proceso de creación de conocimiento”.
“En la actualidad el mundo está listo para otro movimiento tectónico en nuestra concepción de la universidad como institución. India solo puede convertirse en una potencia del conocimiento si se crea una arquitectura adecuada para la educación superior. Los jóvenes de India ya han demostrado su inventiva y su energía. La educación superior que canalice esa capacidad de innovación liberará el potencial latente del dividendo demográfico del país”.
El Banco Mundial y la educación
A través de su inversión en las personas, el Banco Mundial considera que la educación es un importante motor del desarrollo humano y el crecimiento económico, además de ser uno de los instrumentos más eficaces para reducir de la pobreza. El Banco gestiona una cartera de US$11 200 millones, con operaciones en 82 países, e invirtió más de US$1800 millones en educación en 2011. En los últimos 10 años, el financiamiento para educación de la Asociación Internacional de Fomento, el fondo del Banco con interés cero para los países más pobres, ayudó a reclutar o capacitar a 3 millones de docentes adicionales y a construir más de 2 millones de aulas nuevas, lo que beneficia a más de 100 millones de niños por año.