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COMUNICADO DE PRENSA

Informe del Banco Mundial recomienda aprovechar ventajas del modelo de crecimiento de Europa mientras se llevan adelante reformas

Enero 24, 2012




BRUSELAS, 24 de enero de 2012. El modelo de crecimiento europeo fue un motor para la convergencia económica durante las últimas décadas y brindó prosperidad a cientos de millones de personas en el continente, según el nuevo informe del Banco Mundial “Golden Growth: Restoring the Lustre of the European Economic Model” (Crecimiento dorado: La restauración del esplendor del modelo económico europeo), dado a conocer hoy en la capital de Bélgica.

Europa debe realizar ajustes a su modelo económico, no abandonarlo”, dijo Philippe Le Houerou, vicepresidente del Banco Mundial para Europa y Asia central. “Frente a una dinámica adversa de la deuda y tendencias demográficas desfavorables, muchos europeos están pidiendo un nuevo modelo de crecimiento. Es bueno que no haya en Europa un exceso de confianza, pero la pérdida de la misma puede ser peligrosa. Hay muchas cualidades atractivas del modelo de crecimiento europeo que han llevado a una prosperidad compartida nunca antes vista o en otros lugares. Estos elementos deben ser mantenidos”.

El nuevo informe examina el crecimiento a largo plazo en Europa, prestando especial atención a las últimas dos décadas, e identifica lo que hay que hacer para asegurar una continua prosperidad en los próximos decenios. Se evalúan los seis componentes principales del modelo de crecimiento europeo: comercio, finanzas, empresas, innovación, trabajo, y gestión de gobierno. Sus principales conclusiones son: la mayoría de los países de Europa obtiene buenos resultados en el comercio y las finanzas, muchos en términos de empresa e innovación, pero pocos con relación al trabajo y la gestión de gobierno. Así que Europa necesita muchos cambios para que la gestión de gobierno y los mercados laborales funcionen mejor, menos cambios para fomentar la innovación y el crecimiento de la productividad en las empresas, y menos aún para la reforma de las finanzas y el comercio. El estancamiento de la productividad, la disminución de la población y los desequilibrios fiscales insostenibles demandan muchas reformas urgentes.*

A fin de revitalizar el modelo de crecimiento europeo, el informe ofrece tres conjuntos de recomendaciones: reiniciar la máquina de convergencia que ha permitido a los países más pobres convertirse en economías de ingreso alto, reconstruir la “marca de Europa” que ayudó a la región, con una décima parte de la población mundial, a representar un tercio de la producción económica mundial, y volver a evaluar qué se necesita para seguir siendo la superpotencia mundial con el estilo de vida de mayor calidad del planeta.

Reinicio de la “máquina de convergencia” europea

Entre 1950 y 1973, los ingresos de Europa occidental convergieron hacia los de Estados Unidos. Más tarde, hasta principios de la década de 1990, los ingresos de más de 100 millones de personas en la periferia más pobre del sur —Grecia, Italia meridional, Portugal y España— convergieron hacia los países avanzados de Europa. A partir de los primeros acuerdos de asociación con Hungría y Polonia en 1994, otros 100 millones de Europa central y oriental fueron absorbidos en la Unión Europea. Otros 100 millones en los países candidatos de Europa sudoriental reciben los beneficios de las mismas aspiraciones e instituciones similares que ayudaron a casi 500 millones de personas a alcanzar los más altos estándares de vida. Si la integración europea continúa, los 75 millones de personas de Ucrania y otros países de la Asociación Oriental se beneficiarán de manera similar.

Se puede decir sin exagerar que Europa inventó una ‘máquina de convergencia’, incorporando a los países pobres y ayudándolos a convertirse en economías de ingreso alto”, dijo Indermit Gill, economista en jefe del Banco Mundial para Europa y Asia central y uno de los autores principales. “En Asia oriental y América Latina se manifiesta preocupación por una ‘trampa de ingresos medianos’, ya que pocos países crecieron rápidamente de un ingreso bajo a uno alto. Aquellos que lo lograron durante las últimas décadas eran afortunados ─como el puñado que encontró petróleo─ o feroces, como los tigres de Asia oriental. Pero en Europa, más de una docena de países en desarrollo han alcanzado el nivel de ingreso alto. Para obtener buenos resultados en Europa, bastaba con ser disciplinado. Esto es lo que hace que el crecimiento económico en esa región sea único. Debido a que la integración comercial y financiera es una característica intrínseca de la economía integrada de Europa, no debería ser difícil reiniciar la máquina de convergencia”.

La integración comercial y financiera son dos de los atributos más fuertes del modelo económico europeo. Según el informe, los ajustes necesarios para fortalecer estos componentes son: una mejor gestión de los flujos financieros, una expansión más rápida del comercio moderno de servicios, y una mayor movilidad de los trabajadores.

Reconstrucción de la marca “Europa”

Europa es conocida por su combinación de ingeniería y diseño. Desde mediados de la década de 1990, mientras que Asia padecía una crisis financiera y una recuperación y Estados Unidos experimentaba un auge de la tecnología y una crisis financiera, las empresas europeas florecían. Con pocas excepciones, todas las partes de Europa experimentaron un crecimiento en el empleo, la productividad y las exportaciones.

Sin embargo, durante la última década, dos déficits en crecimiento de la productividad amenazan la influencia económica mundial de Europa. El primero es que desde mediados de la década de 1990, la productividad laboral en las principales economías de Europa disminuyó en relación con Estados Unidos y Japón. La brecha de productividad entre los países avanzados de Europa y Estados Unidos es mayor al doble en la actualidad de lo que era a mediados de la década de 1990. El segundo es que las empresas de Europa meridional se volvieron menos productivas. Para ser competitivas, la productividad debería haber crecido aproximadamente un 3% a 4% cada año durante la década de 2000. Por el contrario, se redujo en un 1% cada año.

Para seguir siendo competitiva en los mercados mundiales, Europa tendrá que ser más productiva y más innovadora”, dijo Martin Raiser, director para Turquía del Banco Mundial y uno de los autores principales. “Muchos países de Europa tienen éxito en este sentido: países como Suiza, República Eslovaca y Suecia, y Estonia, Finlandia y Alemania. Pero los trabajadores de varios países se han vuelto menos productivos. Esto tiene que cambiar. Hay países de Europa que mostraron la forma de resolver estos problemas. Cuando las empresas tienen más libertad económica, crean puestos de trabajo, hacen que las personas sean más productivas y generan exportaciones”.

Según el informe, la preservación de la marca mundial europea será algo más difícil que el reinicio de la convergencia, pero está al alcance del continente. El comercio y las finanzas tienen que ser aún más duraderos para que el continente se convierta en una sola economía. Las empresas de las economías del norte y de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC) ─que ya están entre las más innovadoras del mundo─ deben obtener un mayor acceso a los mercados del resto de Europa. Los Gobiernos de Europa meridional y oriental tendrán que mejorar el clima para los negocios y los países más grandes del continente deben dar a sus empresas una mayor libertad económica para que puedan competir con América del Norte y Asia oriental. También deben aprender de Estados Unidos a aprovechar mejor los descubrimientos científicos para uso comercial y hacer que sus universidades atraigan a los mejores y más brillantes.

Seguir siendo una superpotencia del estilo de vida

Europa ha proporcionado a sus ciudadanos una mayor seguridad en términos de ingresos y un mejor equilibrio entre el trabajo y el estilo de vida. Con ingresos reales que son un cuarto inferiores a los de Estados Unidos, Europa se convirtió en una “superpotencia del estilo de vida”, con un nivel que es posiblemente el más elevado en la historia de la humanidad.

Las superpotencias gastan mucho para proyectar su influencia y proteger su forma de vida”, dijo Indermit Gill. “Europa invierte más en protección social ─pensiones, seguro de desempleo y bienestar social─ que el resto del mundo en su conjunto. Los Gobiernos europeos gastan aproximadamente un 10% más del producto interno bruto (PIB) que los países de otras partes del mundo, y casi la totalidad de la diferencia es para la protección social. Esto ya no es asequible para muchos países de Europa. Combinada con las presiones demográficas y el debilitamiento de los incentivos laborales, esta carga fiscal es ahora un lastre para el crecimiento”.

Según el informe, Europa tendrá que hacer grandes cambios en la forma de organización del trabajo y la gestión de gobierno, debido a la presión de las tendencias demográficas y los persistentes déficits presupuestarios. Con una población que envejece rápidamente y la disminución de la fertilidad y sin cambios en las políticas de empleo, inmigración y pensiones, Europa perderá casi 1 millón de trabajadores cada año en las próximas cinco décadas y se estima que la fuerza laboral de Europa se reducirá de 325 millones de personas a 275 millones. Al mismo tiempo, los europeos han estado disminuyendo los tiempos laborales. En la actualidad, los estadounidenses trabajan un mes más en comparación con los holandeses, franceses, alemanes y suecos, y notablemente más que los menos pudientes griegos, españoles, húngaros y polacos. Los hombres de Polonia, Turquía, Hungría y Francia se retiran más de ocho años antes que a mediados de la década de 1960. En 2007, los franceses esperaban cobrar pensiones por 15 años más que en 1965 y los polacos y turcos 12 años más. Esto impone una enorme presión sobre las finanzas públicas, ya tensas por los costos de los servicios de una gran deuda pública.

Europa tendrá que trabajar en muchos frentes para abordar la escasez inminente de mano de obra: el aumento de la competencia por los puestos de trabajo, la mejora de la movilidad laboral, la determinación de cómo facilitar la forma de trabajo y el bienestar y el replanteamiento de las políticas de inmigración. Estos cambios requerirán un nuevo consenso social.

Si se hacen bien, las reformas a los mercados laborales y sistemas de protección social significan que los europeos pueden trabajar menos horas por semana y menos semanas al año”, dijo Indermit Gill. “Pero es imposible equilibrar las cuentas públicas, si las personas también trabajan menos años de su vida”.

Los Gobiernos grandes e ineficientes contribuyen a que el crecimiento económico sea lento y los Gobiernos de Europa tendrán que ser más eficientes o más pequeños. Un aumento de 10 puntos porcentuales en el tamaño del gobierno lleva a una reducción en el crecimiento anual de entre 0,6 y 0,9 puntos porcentuales, o casi un tercio de la tasa de crecimiento a largo plazo de las economías avanzadas de Europa. Mientras que la consolidación fiscal y la reducción de la deuda pública deberán ser la prioridad durante la próxima década, el control de los gastos de salud y protección social relacionados con el envejecimiento seguirá siendo una política fundamental durante los próximos 20 años. Europa occidental debe mejorar su saldo primario ─ajustado para el ciclo económico─ en un 6% del PIB en esta década para reducir la deuda pública al 60% del PIB para 2030. Las necesidades de ajuste son más altas en el Sur y más bajas en el Norte. En los nuevos Estados miembros de la Unión Europea (UE), con un objetivo de bajar la deuda pública al 40% del PIB, las necesidades de ajuste son de aproximadamente un 4% del PIB. Gastar más de un 10% del PIB en protección social puede estar poniendo en riesgo la inversión en actividades que mejoren el crecimiento.

* El informe abarca 45 países: 27 Estados miembros de la UE, 4 países de la AELC (Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza), 8 países candidatos a la UE y candidatos potenciales (Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, ex República Yugoslava de Macedonia, Montenegro, Serbia y Turquía) y 6 países de la Asociación Oriental (Armenia, Azerbaiyán, Belarús, Georgia, República de Moldova y Ucrania). El análisis se basa en las prácticas óptimas tanto dentro como fuera de Europa. En 16 cuestiones de políticas que van desde la puesta a prueba de los bancos ante las crisis hasta la inmigración, las pensiones públicas y el crecimiento ecológico, el informe resume la experiencia de países de Europa (como la República Checa, Finlandia, Alemania, Irlanda, República Eslovaca, Suecia y el Reino Unido) y de todo el mundo (incluyendo a Canadá, República de Corea, Nueva Zelanda, Singapur y Estados Unidos).

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COMUNICADO DE PRENSA N.º
2012/240/ECA

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