Nuevos estudios muestran el potencial efecto de programas dirigidos a trabajadores y trabajadoras del sexo, a usuarios de drogas inyectables y a hombres que tienen relaciones sexuales con hombres
WASHINGTON, 28 de noviembre de 2012. Cuando el mundo se prepara para conmemorar el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, el próximo 1 de diciembre, dos nuevos estudios del Banco Mundial instan a los Gobiernos y a sus asociados para el desarrollo a que proporcionen mejores servicios preventivos, de atención y tratamiento a los trabajadores y trabajadoras del sexo y a usuarios de drogas inyectables, como importante paso hacia un mundo sin sida.
Los estudios son el segundo y tercero de una serie en tres partes sobre los sectores clave de la población que enfrentan más riesgos en países de ingreso bajo y mediano. En junio de 2011, el Banco Mundial y otras entidades asociadas presentaron el primer estudio, centrado en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres.
“En muchos países, los trabajadores y trabajadoras del sexo, los usuarios de drogas inyectables y los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres siguen marginados en la sociedad y vulnerables frente al VIH”, afirmó David Wilson, director del Programa Global sobre el VIH/sida del Banco Mundial. “Incluso en países en los que la población general se ve afectada por brotes epidémicos, estos grupos se ven afectados desproporcionadamente por la epidemia. Las intervenciones efectivas no solo protegen a quienes forman parte de estas comunidades marginadas, sino que también contribuyen de manera considerable a evitar una epidemia mucho mayor”.
Los trabajadores y trabajadoras del sexo, los usuarios de drogas inyectables y los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres corren un riesgo de verse infectados por el VIH significativamente superior al de otros grupos en países de ingreso bajo y mediano. Según un informe de ONUSIDA hecho público recientemente, la prevalencia del VIH en países con epidemias generalizadas es sistemáticamente superior entre trabajadores y trabajadoras del sexo de la capital que entre el resto de la población, situándose en torno al 23%. Aproximadamente 3 de los 16 millones de personas usuarias de drogas en el mundo viven con VIH. El nivel de infección por VIH entre hombres que tienen sexo con otros hombres en las capitales es por término medio 13 veces superior al de la población general.
En el estudio La epidemia global del VIH entre trabajadores y trabajadoras del sexo (“The Global HIV Epidemics among Sex Workers”) han colaborado el Banco Mundial, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Facultad Bloomberg de Salud Pública de la Universidad John Hopkins. El estudio concluye que los enfoques de empoderamiento de la comunidad en la prevención, el tratamiento y la atención al VIH son rentables, con unos efectos futuros notables sobre la incidencia del VIH entre trabajadores y trabajadoras del sexo y la transmisión más allá de esa comunidad.
De acuerdo con el estudio, el VIH, mundialmente, afecta de forma desproporcionada a los trabajadores y las trabajadoras del sexo en los países de ingreso bajo y mediano. La prevalencia general del VIH entre trabajadoras del sexo era del 11,8%, siendo la proporción en el África al sur del Sahara del 36,9%. En otras regiones, la prevalencia entre trabajadoras del sexo era 13,5 veces superior a la proporción general de VIH entre la población general de mujeres con edades comprendidas entre los 15 y los 49 años. Los trabajadores y trabajadoras del sexo siguen enfrentándose a mayores vulnerabilidades sociales y estructurales ante el VIH. El estudio subraya la importancia crucial de que se adopte un enfoque de afirmación de derechos y basado en el empoderamiento para ampliar servicios integrales para el VIH, así como de abordar el estigma, la discriminación y la violencia contra los trabajadores y trabajadoras del sexo.
Futures Group y la Facultad Bloomberg de Salud Pública de la Universidad John Hopkins, se concluye que pese a que la prevalencia del VIH es notablemente superior entre usuarios de drogas inyectables que entre la población adulta general, la disponibilidad de tratamiento antirretroviral y de otras intervenciones preventivas clave es en términos generales inadecuada.
Los investigadores predicen que si se sigue tratando de forma selectiva a estos grupos con programas de intercambio de agujas y jeringas, con terapias de asistencia médica y con pruebas y orientación sobre el VIH, además de con un mayor acceso a tratamiento antirretroviral, se podrían evitar millares de infecciones en el período 2012-2015 en lugares como Kenya (1300), Pakistán (4130), Tailandia (1570) y Ucrania (3900). Las intervenciones destinadas a usuarios de drogas inyectables son opciones de inversión rentables o muy rentables para la epidemia global en toda su extensión.
“La capacidad de intervención rápida y rentable en la transmisión del VIH con las medidas que actualmente se sabe que son eficaces es lo que más esperanzas ofrece a los usuarios de drogas inyectables en el mundo”, manifestó Farley R. Cleghorn, doctor en medicina, máster en salud pública, director técnico de Futures y jefe del equipo que ha realizado el estudio.
Global HIV Epidemics Among Men Who Have Sex with Men: Epidemiology, Prevention, Access to Care and Human Rights”) concluye que la consecución de unas tasas elevadas de cobertura en los servicios de prevención y tratamiento del VIH entre hombres que tienen sexo con otros hombres tiene un notable impacto positivo sobre la trayectoria general de la epidemia de VIH en los países. La proporción de hombres que tienen sexo con hombres en el mundo y que disponen de acceso a servicios básicos de prevención, atención y tratamiento del VIH/sida es inferior a uno de cada diez. Los autores del estudio han recomendado la implementación de un conjunto integral de servicios esenciales, como la orientación para la reducción de riesgos, la distribución de preservativos y otras medidas para mantener relaciones sexuales seguras, esfuerzos preventivos integrados en la comunidad, realización de pruebas de VIH y mayor uso de tratamiento mediante terapia antirretroviral. El informe destaca la necesidad de que se despenalice el comportamiento de los hombres que tienen sexo con hombres, la institución de políticas antihomofóbicas, mejor formación de los trabajadores de la salud y reducción del estigma en contextos sanitarios.
“Los recursos deben destinarse a las intervenciones más eficaces, fundamentadas en pruebas sólidas”, manifestó Chris Beyrer, doctor en medicina, máster en salud pública y director del Centro Johns Hopkins para la Salud Pública y los Derechos Humanos. “Esto significa centrar la atención en algunos de los sectores de población más marginados y a los que más difícil resulta llegar, como los trabajadores y trabajadoras del sexo, los usuarios de drogas inyectables y los hombres que tienen sexo con hombres. La urgencia de la salud pública en dirigirse a estos grupos clave de población es consecuente con el imperativo de derechos humanos de incluir a quienes más necesitan prevención, tratamiento y atención en VIH”.