CIUDAD DE WASHINGTON, 1 de octubre de 2014. El presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, abogó hoy por un crecimiento económico que cree sociedades más justas, y definió el objetivo de la institución de impulsar la prosperidad compartida como la forma en que el Grupo Banco Mundial aborda el desafío mundial de la desigualdad.
En un discurso pronunciado en la Universidad de Howard en la ciudad de Washington con anterioridad a las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, Kim explicó que, bajo su liderazgo, el Grupo Banco Mundial había establecido dos objetivos: poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030 e impulsar la prosperidad compartida entre el 40 % más pobre de la población de los países en desarrollo. Kim explicó a los estudiantes y docentes que asistieron hoy al encuentro el significado del segundo objetivo —impulsar la prosperidad compartida— para la lucha contra la desigualdad, y cómo avanzar en su consecución.
“Estamos trabajando para asegurar que el crecimiento de la economía mundial permita mejorar el nivel de vida de todos los miembros de la sociedad, y no solo de unos pocos afortunados”, dijo Kim. “Para lograrlo, el Grupo Banco Mundial se ha propuesto metas específicas en materia social y de ingresos: queremos elevar los ingresos del 40 % de las personas de ingreso más bajo de los países en desarrollo y mejorar su acceso a los elementos esenciales en la vida, como los alimentos, la atención de salud, la educación y el empleo”.
Al referirse a un informe de Oxfam International en el que se señala que la fortuna combinada de las 85 personas más adineradas del mundo equivale a lo que poseen los 3600 millones de personas más pobres del mundo, Kim señaló que impulsar la prosperidad compartida también es importante para lograr la justicia.
“Reflexionemos sobre esto: Un grupo de personas mucho más pequeño que el que está reunido en este salón posee más riqueza que la mitad de la población mundial. Con tantos africanos, así como asiáticos y latinoamericanos, en situación de pobreza extrema, esta situación es una mácula en nuestra conciencia colectiva. Proteger la capacidad de las personas de obtener una retribución financiera por su arduo trabajo y el éxito alcanzado es sumamente importante. Ello genera motivación; impulsa la innovación, y permite a las personas ayudar al prójimo. Al mismo tiempo, ¿qué significa el hecho de que una parte tan considerable de la enorme riqueza que existe en el mundo esté concentrada en tan pocos?”, preguntó Kim.
Kim advirtió que la desigualdad en las sociedades es un problema mayor que el de los ingresos, y aludió a la crisis de ébola como un fracaso en compartir equitativamente los conocimientos y la infraestructura con los países africanos.
“Por primera vez en la historia del Grupo Banco Mundial nos hemos fijado una meta que aspira a reducir la desigualdad en el mundo”, dijo Kim. “Como lo demuestra la propagación del virus del Ébola en África occidental, la importancia de este objetivo es clarísima. La batalla contra la infección es una lucha en muchos frentes: los principales son las vidas humanas y la salud. Pero también es una lucha contra la desigualdad. En los países de ingreso alto e ingreso mediano existen los conocimientos y la infraestructura para brindar tratamiento a los enfermos y contener el virus. Sin embargo, por muchos años, hemos fracasado en dar acceso a esos conocimientos e infraestructura a las personas de bajos ingresos de Guinea, Liberia y Sierra Leona. Actualmente en esos países están muriendo miles de personas porque, en la lotería del nacimiento, nacieron en el lugar equivocado”.
Kim señaló que el aumento de los ingresos de las personas, si bien es importante, es solo una parte de la ecuación para impulsar la prosperidad compartida. “Necesitamos el crecimiento económico para proporcionar beneficios que generen sociedades más justas. Entonces, además de centrarse en el aumento de los ingresos, el impulso de la prosperidad compartida también se centra en mejorar la igualdad de género y el acceso de las personas de bajos ingresos a los alimentos, la vivienda, el agua potable, el saneamiento, la atención de salud, la educación y las oportunidades de empleo”.
“La manera en que el Grupo Banco Mundial aborda el desafío de la desigualdad es impulsando la prosperidad compartida”, dijo Kim.
En su discurso en la Universidad de Howard, tradicionalmente una universidad de personas de raza negra, Kim declaró que el compromiso con la igualdad es evidente en las iniciativas del Grupo Banco Mundial referidas a la diversidad.
“El Banco es probablemente una de las instituciones con mayor diversidad en la ciudad de Washington. Nuestros empleados son ciudadanos de más de 100 países y hablan una cantidad casi igual de idiomas”, dijo Kim. “Hemos avanzado en aumentar la diversidad del Grupo Banco Mundial, pero podemos hacer más. Por ejemplo, durante años, no hemos hecho lo suficiente para contratar personal afroamericano. Esto está cambiando. Hemos acudido a algunos de los líderes nacionales en materia de diversidad más sensatos para que nos ayuden a buscar, en forma amplia y sostenida, candidatos afroamericanos altamente calificados. También hemos iniciado un proceso para establecer metas concretas que se traduzcan en la contratación de personal más diverso por parte de nuestros directivos superiores. El próximo año espero ver los resultados de nuestra decidida actuación”.
Kim señaló que la Universidad de Howard y el Grupo Banco Mundial están en conversaciones con el objeto de crear pasantías para candidatos a doctorados en economía para que trabajen en la Vicepresidencia de Economía del Desarrollo del Banco.
“Estas pasantías darían la oportunidad a alumnos de doctorado de sumergirse en las políticas y programas de desarrollo que afectan a los países de todo el mundo. Espero que este programa y mi presencia hoy aquí alienten a muchos de ustedes a preparar sus currículos. Actualmente trabajan en el Banco 29 graduados de la Universidad de Howard. Siempre estamos buscando a los mejores y a los más brillantes, y a muchos de ellos los hemos encontrado aquí”.
Kim puso de relieve que el doctor Martin Luther King no solo fue un líder de los derechos civiles, sino un líder en la lucha mundial contra la pobreza.
“Cuatro días antes de su muerte, el doctor King pronunció uno de sus últimos sermones. A poca distancia de aquí, en la Catedral Nacional de la ciudad de Washington, definió a la pobreza como un ´pulpo monstruoso´ que ´extiende sus agobiantes y prensiles tentáculos sobre pueblos y aldeas de todo nuestro mundo´. Él dijo que había visto esto en América Latina, África y Asia, además de en Mississippi, Nueva Jersey y Nueva York. Habló del desafío de ´erradicar la pobreza en nuestra nación y en el mundo´”.
Al concluir sus palabras, el presidente Kim pidió a los alumnos y docentes reunidos que asumieran los dos objetivos del Grupo Banco Mundial.
“Les pido que se unan a esta misión. Ayuden a hacer de esta la generación que termine con la pobreza extrema y reduzca la desigualdad en todo el mundo”.