Signos de recuperación
Se observan algunos signos de esperanza en la región. Se prevé que el crecimiento de los países de Europa central y oriental aumentará a 2,5 % en 2014 y a 2,8 % en 2015, lo que constituye una mejora considerable respecto de los dos años anteriores, en los que se registró un crecimiento muy moderado (0,8 % en 2012 y 1,3 % en 2013). Pero la recuperación de los Estados miembros de la Unión Europea continúa siendo irregular y el crecimiento de Europa oriental es desalentador.
En varios países, las tasas de desempleo han alcanzado su máximo y actualmente muestran signos de mejora. Si bien en varios países de Europa central y oriental dichas tasas aún se ubican por encima del 10 %, están disminuyendo principalmente en países como Estonia, Letonia y Lituania, donde se implementaron rápidamente reformas estructurales y políticas prudentes. Teniendo en cuenta las tendencias del pasado, se espera que estos avances se traduzcan en un aumento de los ingresos del 40 % más pobre de la población.
En la región de los Balcanes occidentales, se prevé que el crecimiento económico se reducirá del 2,4 % en 2013 a tan solo el 0,6 % en 2014, debido al sobreendeudamiento, que está reduciendo el financiamiento para la actividad empresarial, y a la falta de iniciativas de reforma, y luego experimentará un ligero repunte hasta alcanzar un 1,9 % en 2015.
La crisis de Ucrania
Mientras tanto, en Ucrania, las tensiones geopolíticas han devenido en una crisis profunda que afecta a todo el país. Las tendencias recientes señalan una caída más pronunciada del PIB real en 2014 y una retracción constante en 2015, en comparación con proyecciones anteriores. El PIB se contraerá un 8 % en 2014 y un 1 % en 2015.
El conflicto en el este ha perturbado la actividad económica, dificultado la recaudación impositiva, afectado las exportaciones y socavado la confianza de los inversionistas. Asimismo, el ajuste fiscal resulta más complicado, debido al desempeño deficiente en materia de ingresos tributarios, las presiones cada vez mayores sobre el gasto y el creciente déficit de Naftogaz. El déficit en cuenta corriente se ha ajustado, debido a la fuerte depreciación, pero las presiones sobre la balanza de pagos siguen siendo considerables debido a la necesidad de refinanciar grandes volúmenes de deuda externa, al bajo nivel de inversión extranjera directa y a la falta de acceso al financiamiento externo. Factores como la prolongación de los enfrentamientos en el este, la reducción de la oferta de crédito generada por los riesgos del sector bancario, y la caída del consumo interno y la demanda de inversiones plantean riesgos y afectan las perspectivas de recuperación.
El estancamiento de Rusia
A comienzos de este año, el Banco Mundial alertó sobre la existencia de una transición inconclusa en Rusia, que incluye problemas relacionados con el clima para los negocios y una gran dependencia de los ingresos petroleros. Actualmente, la economía rusa está desacelerándose, dado que se han debilitado los factores que impulsaban su crecimiento en el pasado. El PIB del país creció apenas un 8 % en la primera mitad de 2014 y un 0,9 en la primera mitad de 2013.
En 2013, la actividad económica se vio aquejada por problemas estructurales persistentes y una actitud expectante por parte de las empresas y los consumidores. Un impacto negativo adicional en la economía —además de la lentitud con que se llevan a cabo las reformas estructurales— tuvo su origen en el aumento de las tensiones geopolíticas y el panorama incierto en materia de políticas. Esta incertidumbre en torno al rumbo económico que seguirá el país es la mayor sombra que se cierne sobre las perspectivas a mediano plazo de Rusia. Existe una mayor necesidad de reformas encaminadas a mejorar el clima para los negocios con miras a generar oportunidades de crecimiento y reducir la dependencia del sector energético.
Las economías de los países de la CEI han sufrido dificultades debido a la crisis de Ucrania y el estancamiento de Rusia; sin embargo, hasta el momento los efectos secundarios en otros países ha sido limitados. Los países de la CEI aún dependen en gran medida de las exportaciones de energía y los avances de las reformas estructurales se han desacelerado. Se prevé que el crecimiento de estos países será de apenas un 1 % en 2014 y que aumentará ligeramente al 1,3 % en 2015.
En Turquía, el crecimiento también se ha desacelerado con respecto a la tasa superior al 4 % registrada en 2013, pero se estima que se estabilizará en torno al 3,5 % en 2014 y 2015.
De cara al futuro
“Los pronósticos para los países emergentes de la región de Europa y Asia central siguen siendo moderados, debido a la falta de reformas estructurales, así como al escaso crecimiento que se observa en Europa oriental y el estancamiento de Rusia”, señaló Hans Timmer, economista principal del Banco Mundial para la región emergente de Europa y Asia Central. “El crecimiento económico de la región sigue siendo inferior al de la mayoría de las demás regiones del mundo. De cara al futuro, deberá ponerse el acento en mejorar la gestión pública y el clima para la inversión, fortalecer la competitividad, asegurar la estabilidad del sector financiero, y mantener un marco macroeconómico sólido”.
“Para que el crecimiento económico y la prosperidad compartida sean sostenibles a largo plazo, deben basarse en la viabilidad fiscal, la responsabilidad ambiental y la orientación a la inclusión social”, afirmó Timmer.
El Banco Mundial, trabajando en forma conjunta con las demás instituciones del Grupo Banco Mundial, ayuda a sus países clientes de la región emergente de Europa y Asia Central a abordar estos y otros desafíos con el objetivo de reducir la pobreza e impulsar la prosperidad compartida a través del diálogo sobre políticas, los estudios analíticos, el financiamiento de proyectos y los servicios de asesoría reembolsables.