Los cambios climáticos drásticos y los fenómenos extremos ya afectan a millones de vidas, pero existen soluciones
CIUDAD DE WASHINGTON, 23 de noviembre de 2014. A medida que aumenta la temperatura del planeta, las olas de calor y otros fenómenos climáticos que hoy en día se producen cada 100 años o más se convertirán en la “nueva realidad climática”, lo que dará lugar a un mundo con mayores riesgos e inestabilidad. Las consecuencias para el desarrollo serían graves, ya que se reducirían las cosechas, cambiaría la disponibilidad de los recursos hídricos, subiría el nivel del mar y se pondrían en peligro los medios de subsistencia de millones de personas, según un nuevo informe científico que dio a conocer hoy el Grupo Banco Mundial.
Es probable que los impactos del cambio climático, como los fenómenos extremos de calor, sean inevitables, debido a que el sistema atmosférico de la Tierra llegará, a mediados de siglo, a un calentamiento cercano a los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, revela el informe. Ni siquiera las ambiciosas medidas de mitigación que se están adoptando actualmente harán que esto cambie, agrega.
“El informe de hoy confirma lo que los científicos han venido diciendo, esto es, que las emisiones del pasado han marcado una tendencia inevitable hacia el calentamiento global en las próximas dos décadas, lo que afectará en mayor medida a las personas más pobres y vulnerables del mundo”, declaró Jim Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial. “Ya lo estamos observando: las temperaturas que superan los registros históricos son cada vez más frecuentes, la intensidad de las lluvias ha aumentado en algunos lugares y las zonas propensas a la sequía, como el Mediterráneo, se vuelven más secas”.
“Estos cambios dificultan aún más la tarea de reducir la pobreza y ponen en peligro los medios de subsistencia de millones de personas”, manifestó Kim. “Asimismo, generan graves consecuencias para los presupuestos destinados al desarrollo y para las instituciones como el Grupo Banco Mundial, dado que nuestras inversiones, apoyo y asesoramiento ahora también deben crear resiliencia y ayudar a las poblaciones afectadas a adaptarse”.
De acuerdo con el informe Bajemos la temperatura: Cómo hacer frente a la nueva realidad climática, los cambios climáticos drásticos y los fenómenos extremos ya afectan a personas de todo el mundo, dañan los cultivos y las zonas costeras, y ponen en riesgo la seguridad hídrica. Asimismo, muchos de los peores impactos climáticos previstos todavía podrían evitarse si el calentamiento se mantiene por debajo de los 2 °C.
“La buena noticia es que podemos tomar medidas para reducir el ritmo del cambio climático y promover el crecimiento económico, desacelerando y, en última instancia, deteniendo la marcha por este camino peligroso”, declaró Kim. “Los líderes y las autoridades normativas del mundo deberían respaldar soluciones accesibles como la fijación de un precio para el carbono y decisiones de políticas que reorienten las inversiones hacia el transporte público ecológico, la energía menos contaminante, y la eficiencia energética en fábricas, edificios y equipos”.
Bajemos la temperatura: Cómo hacer frente a una nueva realidad climática es un análisis de los posibles impactos del calentamiento actual (0,8 °C) y las proyecciones de 2 °C y 4 °C por encima de los niveles preindustriales en la producción agrícola, los recursos hídricos, los servicios de los ecosistemas y la vulnerabilidad de las zonas costeras en América Latina y el Caribe, Oriente Medio y el Norte de África, y partes de Europa y Asia central. Se basa en un informe realizado por el Banco en 2012, en el que se concluyó que el mundo experimentará un calentamiento de 4 grados Celsius[1] para fines de este siglo, a menos que se adopten medidas concertadas inmediatamente.
El informe, preparado para el Grupo Banco Mundial por el Potsdam Institute for Climate Impact Research y Climate Analytics, revela cómo el aumento de las temperaturas en todo el mundo amenaza cada vez más la salud y los medios de subsistencia de la mayoría de las poblaciones vulnerables, profundizando de manera dramática los problemas con los que ya debe lidiar cada región en la actualidad.
El riesgo que suponen los fenómenos extremos de calor constituye una amenaza común a las tres regiones. Los modelos climáticos más modernos muestran que los fenómenos extremos de calor “sumamente inusuales”, similares a las olas de calor registradas en Estados Unidos en 2012 y en Rusia y Asia central en 2010, aumentan rápidamente en un contexto de emisiones asociado a un mundo 4 °C más cálido. Asimismo, revelan que con un calentamiento por encima de los 1,5 °C a 2 °C el riesgo de que baje el rendimiento de las cosechas y aumenten las pérdidas de producción en las regiones analizadas se incrementa considerablemente. Se señala que la disminución de la productividad también generará impactos fuera de las principales regiones productoras, con fuertes repercusiones en la seguridad alimentaria, y puede afectar negativamente el crecimiento y el desarrollo económicos, y la estabilidad y el bienestar sociales.
Entre las principales conclusiones a nivel regional se encuentran las siguientes:
- América Latina y el Caribe: Los fenómenos extremos de calor y el cambio de los patrones de precipitación tendrán efectos adversos en la productividad agrícola, el régimen hidrológico y la biodiversidad. En Brasil, con un calentamiento de 2 °C, y si no se toman medidas de adaptación adicionales, para 2050 las cosechas podrían reducirse hasta un 70 % en el caso de la soja y hasta un 50 % en el del maíz. La acidificación de los océanos, el aumento del nivel del mar, los ciclones tropicales y los cambios de temperatura incidirán en los medios de vida costeros, el turismo, la salud, y la seguridad alimentaria e hídrica, especialmente en el Caribe. El derretimiento de los glaciares constituirá un riesgo para las ciudades andinas.
- Oriente Medio y Norte de África: Un aumento importante de las olas de calor, combinado con temperaturas promedio más cálidas, ejercerá una intensa presión en los ya escasos recursos hídricos, con consecuencias graves para el consumo humano y la seguridad alimentaria regional. En Jordania, Egipto y Libia, los rendimientos de las cosechas podrían disminuir hasta un 30 % para 2050 si la temperatura aumenta entre 1,5 °C y 2 °C. Las migraciones y las presiones sobre los recursos relacionadas con el clima también podrían incrementar el riesgo de conflicto.
- Balcanes occidentales y Asia central: La menor disponibilidad de agua en algunos lugares se convierte en una amenaza a medida que las temperaturas se aproximan a los 4 °C. El derretimiento de glaciares en Asia central y las alteraciones en los períodos caudalosos de los cursos de agua llevarán a tener menos recursos hídricos en los meses de verano y un alto riesgo de inundaciones torrenciales. En los Balcanes, un mayor riesgo de sequía repercutirá en los rendimientos de las cosechas, la salud urbana y la generación de energía. En Macedonia, se pronostica que para 2050, con un calentamiento de 2 °C, las pérdidas de cultivos llegarán al 50 % en el caso del maíz, el trigo, las hortalizas y las uvas.
En el informe también se advierte que, si el calentamiento global no se detiene, podrían generarse cambios irreversibles a gran escala. En el norte de Rusia, la desaparición paulatina de los bosques y el deshielo del permafrost amenazan con amplificar el calentamiento global, ya que el carbono y el metano allí almacenados se liberarían a la atmósfera y se generaría un círculo vicioso de retroalimentación. Con un calentamiento de 2 °C, para 2050 las emisiones de metano podrían aumentar entre un 20 % y un 30 % en todo el país.
“En el informe queda sumamente claro que no podemos seguir el camino actual de emisiones no controladas y en aumento. Los líderes deben intensificar los esfuerzos y adoptar las decisiones necesarias sobre cómo debemos manejar nuestras economías para lograr un crecimiento ecológico y un desarrollo resiliente”, señaló Rachel Kyte, vicepresidenta del Banco Grupo Banco Mundial y enviada especial para el cambio climático. “Para revertir las tendencias actuales hace falta un cambio tecnológico, económico, institucional y de comportamiento urgente y sustancial. El desarrollo económico y la protección del clima pueden ser complementarios. Necesitamos la voluntad política para lograrlo”.