En un nuevo informe del Grupo Banco Mundial, que precedió al Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, se destaca el progreso logrado y los desafíos que subsisten y se exhorta a ejecutar ambiciosos programas de recopilación de información
ACCRA, Ghana, 16 de octubre de 2015. En los últimos 20 años, el vigoroso crecimiento económico logrado por África ha contribuido a mejorar la salud y la educación públicas y a reducir en gran medida la pobreza en varios países, pero un acelerado crecimiento demográfico ha incrementado la cifra global de personas en situación de pobreza extrema, según un informe exhaustivo del Grupo Banco Mundial sobre la pobreza en la región, dado a conocer el viernes pasado.
En el informe se estima que en 2012 –último año del que se dispone de cifras-- 388 millones de personas –el 43 % de los habitantes de África al sur del Sahara-- vivían en situación de pobreza extrema. Esa cifra supone, con respecto a 2011, una reducción en 5 millones del número de personas en dicha situación. En un documento separado, el Informe de seguimiento mundial, dado a conocer en el presente mes, proyecciones del Banco Mundial indican que en el año en curso 347 millones de personas viven en situación de pobreza extrema en África al sur del Sahara. Si bien el porcentaje de africanos que viven en la pobreza se ha ido reduciendo, el número mismo ha aumentado. Se estima en 284 millones el número de africanos que vivían en la pobreza en 1990.
El informe, titulado “Poverty in a Rising Africa” (“La pobreza en un África en crecimiento”) se dio a conocer en Ghana en una reunión de alto nivel en que se conmemoró el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, a la que asistieron el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, autoridades gubernamentales y asociados de la sociedad civil.
En el informe se exhorta a realizar una medición mucho más exacta de la pobreza, señalándose que la falta de datos hace extremadamente difícil que los responsables de elaborar políticas focalicen programas para los pobres. El jueves, el Grupo Banco Mundial se comprometió a trabajar con países en desarrollo y asociados internacionales en la realización, cada tres años, de encuestas de hogares en cada uno de los 78 países más pobres. Se estima en US$300 millones por trienio el costo de la iniciativa, cuyo proceso de lanzamiento se habrá completado a más tardar en 2020.
“La economía de África está creciendo, pero para evitar que se deje de lado a las personas vulnerables
– de zonas rurales o de Estados frágiles—, debemos mejorar los procedimientos de medición del progreso humano que aplicamos. Disponer de datos más adecuados nos permitirá saber si estamos entregando programas eficaces que ayuden a poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030, e impulsar una prosperidad compartida ente los más pobres,” expresó Jim Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial.
Kim viajó a Ghana el viernes pasado para destacar lo logrado en las dos últimas décadas en ese país de África occidental, que redujo la pobreza en más de la mitad: del 53 % en 1991 al 21 % en 2012.
En el informe se concluye que el avance hacia el objetivo de la erradicación de la pobreza en todas sus formas ha variado en gran medida en los diversos países y grupos de población, y que los bajos niveles de consecución de ese objetivo siguen representando un arduo desafío. Entre todas las regiones en desarrollo fue en África en que la proporción de personas que vivían en la pobreza extrema (con menos de US$1,90 diarios) se redujo apenas levemente, pasando de 56 % en 1990 a 43 % en 2012. No obstante, a partir de 2012 la pobreza extrema bajó hasta el 35 % proyectado en 2015 para la región, de acuerdo con la nueva línea de pobreza de US$1,90 diarios, identificada por el Banco Mundial. En cifras mundiales, según estimaciones del Banco Mundial dadas a conocer en el presente mes, es probable que, por vez primera, el porcentaje de personas que vivan en condiciones de pobreza extrema no llegue al 10 %, alcanzando un nivel del 9,6 % en el presente año.
Pese al progreso logrado, en 2012 más de 100 millones de africanos más que en 1990 vivían en condiciones de pobreza extrema, y se estima que no menos del 20 % de la población era crónicamente pobre. Los extremadamente pobres de África habitan principalmente zonas rurales (en las que vive entre el 65 % y el 70 % de la población), y los más altos niveles de desigualdad se registran en África meridional, región a la que pertenecen seis de los diez países de mayor desigualdad del mundo.
Las disparidades entre los africanos se ven acentuadas por los lugares en que viven (zonas urbanas o rurales); por el hecho de que vivan en un país estable o afectado por conflictos, o frágil, y posiblemente por su género (pruebas limitadas sobre pobreza de los hogares muestran que las mujeres se hallan en condiciones menos favorables. Aunque la movilidad intergeneracional en la educación y en la ocupación ha mejorado, las tasas siguen siendo bajas. La falta de movilidad económica perpetúa la pobreza y la desigualdad en la siguiente generación.
Los conflictos y la violencia son dos de los más importantes factores que desaceleran el crecimiento económico o que, incluso, revierten los beneficios logrados en términos de desarrollo. Aunque el número de conflictos y guerras civiles en gran escala se ha reducido, la criminalidad, el narcotráfico, el terrorismo y la piratería en el mar van en aumento. Las secuelas de los conflictos suelen ser duraderas, como en Burundi, en que la proporción de los hogares que viven en condiciones de pobreza extrema aumentó del 21 % registrado antes de la guerra civil de ese país hasta el 64 % en 2007.
“En África, el costo humano de la pobreza sigue siendo inaceptablemente alto. En virtud de la nueva meta fijada por los objetivos de desarrollo sostenible para poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030, es preciso intensificar los esfuerzos encaminados a acelerar el proceso de reducción de la pobreza”, según Makhtar Diop, vicepresidente para África del Banco Mundial, quien añadió: “Es especialmente necesario realizar esfuerzos significativos para aumentar la productividad en la agricultura, sector que sigue empleando a la mayoría de los pobres de la región, y ampliar el acceso a una electricidad confiable y de precio asequible. A medida que los países africanos elaboren políticas de desarrollo focalizadas en la creación de empleo y el crecimiento inclusivo, será crucial mejorar los procedimientos de medición de la pobreza en sus diversas dimensiones”.
Promover la educación de las mujeres puede determinar un cambio de las reglas de juego para África, ya que invertir en la consecución de ese objetivo no solo mejora significativamente las oportunidades vitales de las propias mujeres, sino también las de sus hijos.
En el informe se concluye que se ha logrado disminuir la violencia doméstica de la que son víctimas las mujeres, pero las tasas de abuso en el hogar siguen siendo excepcionalmente elevadas. Alrededor del 40 % de las mujeres que viven en pareja han sufrido violencia doméstica, y el 46 % de las mujeres no tienen la última palabra en las decisiones referentes al cuidado de su propia salud.
Pese a tales desafíos, en los últimos 20 años África ha logrado enormes avances, en un contexto de crecimiento económico sin precedentes. Algunos países, como Etiopía, Ghana, Rwanda y Uganda, han logrado notables mejoras en materia de reducción de la pobreza. Desde 2000 el número de niños que fallecen víctimas del paludismo se ha reducido en un 40 %, y los decesos de niños menores de cinco años provocados por el tétanos, la tos ferina y el sarampión han disminuido en un 75 %.
En el informe se señala que se ha producido un acelerado incremento de la matrícula escolar; la tasa total neta de matrícula de niños en colegios primarios aumentó de apenas un 55 % en 1995 a 74 % en 2012. Pero también se destaca el nivel alarmantemente bajo de aprendizaje. En cifras de todo el continente, las tasas de alfabetismo adulto aumentaron tan solo un 4 % entre 1995 y 2012, en comparación con 17 % en Asia meridional.
Aunque la esperanza de vida mejoró considerablemente, ya que ahora se espera que los recién nacidos vivan más de seis años más que en 2000, la esperanza de vida en la región –57 años en la actualidad– sigue siendo francamente inferior al promedio mundial. La variación de la esperanza de vida obedece en más de un 75 % a la mortalidad infantil antes de cumplir los cinco años y a la prevalencia del VIH (que en cifras regionales bajó al 5 % en 2013).
En el informe se confirma, asimismo, un dato inquietante: los africanos que viven en los países llamados ricos en recursos (los dotados de oro, diamantes, cobre, petróleo, etc.) están pagando un precio en términos de desarrollo humano: en promedio, la duración de su vida es un 10 % más breve; su nivel de alfabetismo es más bajo; registran más altos niveles de desnutrición, y padecen en mayor grado violencia doméstica.
Medir el bienestar humano en África sigue siendo una tarea extremadamente ardua. En el informe se constata que en 2012 tan solo 25 de los 48 países de la región realizaron, por lo menos, dos encuestas de hogares para realizar el seguimiento de la pobreza. Los autores instan a adoptar medidas en toda África para lograr mejoras en cuanto a disponibilidad regular de datos confiables sobre pobreza de ingresos y otras dimensiones del bienestar, y el acceso a los mismos. Además hacen hincapié en que es imprescindible obtener apoyo nacional para adoptar estándares metodológicos y operativos.
El informe es el primero de los dos volúmenes de un análisis sobre la región. En el segundo de ellos considerarán las causas subyacentes de la pobreza y las políticas encaminadas a acelerar el proceso de reducción de la pobreza en Africa.