Las economías emergentes y en desarrollo se acelerarán a medida que se recuperen
los países exportadores de productos básicos
CIUDAD DE WASHINGTON, 5 de junio de 2018: A pesar de la reciente moderación, el crecimiento económico mundial seguirá siendo sólido y se ubicará en un 3,1 % en 2018, antes de desacelerarse gradualmente en los próximos dos años, a medida que se lentifique el crecimiento de las economías avanzadas y la recuperación de las principales economías en desarrollo y mercados emergentes exportadores de productos básicos se normalice, según informó el Banco Mundial el martes.
“Si logra sostenerse, el sólido crecimiento económico que hemos visto este año podría ayudar a millones de personas a salir de la pobreza, en particular en las economías de rápido crecimiento de Asia meridional”, señaló el presidente del Grupo del Banco Jim Yong Kim. “Pero el crecimiento por sí solo no será suficiente para abordar los bolsones de pobreza extrema que se observan en otras partes del mundo. Los funcionarios responsables de diseñar políticas deben procurar encontrar formas de respaldar el crecimiento en el largo plazo (impulsando la productividad y la participación en la fuerza de trabajo), a fin de acelerar los avances hacia los objetivos de poner fin a la pobreza e impulsar la prosperidad compartida”.
Se espera que la actividad en las economías avanzadas se incremente un 2,2 % en 2018 para luego moderarse y mostrar una tasa de expansión del 2 % el año próximo, a medida que los bancos centrales eliminen gradualmente los estímulos monetarios, según se afirma en la edición de junio de 2018 del informe sobre las perspectivas económicas mundiales. Las proyecciones indican que el crecimiento total en los mercados emergentes y las economías en desarrollo se consolidará y alcanzará el 4,5 % en 2018 y el 4,7 % en 2019, dado que madurará la recuperación de los países exportadores de productos básicos, y los precios de dichos productos se estabilizarán tras el incremento de este año.
Este panorama está expuesto a considerables riesgos adversos. Por una parte, se ha incrementado la posibilidad de que surjan episodios de volatilidad desordenada en el mercado financiero, y se ha elevado también el grado de vulnerabilidad de algunas economías en desarrollo y mercados emergentes a tales alteraciones. Asimismo, la inclinación en favor del proteccionismo comercial también se ha acentuado, mientras que la incertidumbre respecto de las políticas y los riesgos geopolíticos permanecen elevados.
Descargue el informe sobre las perspectivas económicas mundiales de junio de 2018.
En una de las secciones del informe dedicada a temas específicos (Special Focus), se advierte que, en el largo plazo, la desaceleración prevista en la demanda mundial de productos básicos podría limitar las perspectivas respecto del precio de estos productos y, por ende, el crecimiento futuro de los países que los exportan. Los principales mercados emergentes han generado una parte importante del incremento en el consumo mundial de metales y de energía registrado en los últimos 20 años, pero se espera que en dichos mercados se atenúe el crecimiento de la demanda de la mayoría de los productos básicos, según se afirma en la mencionada sección del informe.
“La caída prevista en el crecimiento del consumo de productos básicos en el largo plazo podría generar desafíos para las dos terceras partes de los países en desarrollo que dependen de las exportaciones de esos productos para obtener ingresos”, afirmó Shantayanan Devarajan, director superior de Economía del Desarrollo del Banco Mundial. “Esto refuerza la necesidad de procurar la diversificación económica y fortalecer los marcos fiscales y monetarios”,
En otro artículo del informe se señala que los niveles elevados de deuda de las empresas pueden intensificar las inquietudes respecto de la estabilidad financiera y pesar sobre las inversiones. El endeudamiento de las empresas (y, en algunos países, la deuda en moneda extranjera) se ha incrementado con rapidez desde la crisis financiera mundial, por lo que estos se han vuelto más vulnerables a la suba en los costos del financiamiento.
“Los funcionarios responsables de diseñar políticas en los mercados emergentes y las economías en desarrollo deben estar preparados para hacer frente a posibles episodios de volatilidad en los mercados financieros a medida que se intensifica la normalización de las políticas monetarias de las economías avanzadas”, dijo el director del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial, Ayhan Kose. “El aumento en los niveles de endeudamiento vuelve a los países más vulnerables a la suba en las tasas de interés. Esto pone de relieve la importancia de volver a establecer mecanismos de amortiguación frente a las crisis financieras”.
Después de muchos años de revisiones a la baja, los pronósticos consensuados respecto del crecimiento de largo plazo se han estabilizado. Esto quizá sea una señal de que la economía mundial finalmente está saliendo de la sombra de la crisis financiera desatada hace 10 años. No obstante, los pronósticos consensuados de largo plazo han sido históricamente demasiado optimistas, y es posible que no hayan contemplado el debilitamiento del crecimiento potencial y los lastres estructurales que pesan sobre la actividad económica, se advierte en el informe.
En el documento se urge a los funcionarios encargados de las políticas a implementar reformas que permitan mejorar las perspectivas de crecimiento en el largo plazo. La rapidez de los cambios que se observan en el ámbito tecnológico pone de manifiesto la importancia de respaldar la adquisición de capacidades e impulsar la competitividad y la apertura comercial. Con la mejora de las competencias básicas de lectura, escritura y aritmética se podrían generar beneficios significativos en términos de desarrollo. Por último, la promoción de acuerdos comerciales amplios puede impulsar las perspectivas de crecimiento.
Reseñas regionales:
Asia oriental y el Pacífico: Se prevé que en esta región el crecimiento se modere y pase del 6,3 % en 2018 al 6,1 % en 2019 como reflejo de la desaceleración en China que se verá contrarrestada en parte por el repunte en el resto de la región. Según las previsiones, en China el crecimiento se desacelerará del 6,5 % en 2018 al 6,3 % en 2019, puesto que se atenuará el apoyo normativo y las políticas fiscales se volverán menos flexibles. Si se excluye China, se anticipa que el crecimiento de la región se moderará del 5,4 % en 2018 al 5,3 % en 2019 debido a la maduración de la recuperación económica cíclica. Se espera que la economía de Indonesia crezca a una tasa del 5,2 % este año y del 5,3 % el próximo. En Tailandia, el crecimiento se acelerará hasta el 4,1 % en 2018 para luego moderarse ligeramente y ubicarse en un 3,8 % en 2019. Por otro lado, se prevé que, tanto en las economías de la región exportadoras de productos básicos como en las importadoras, en los próximos dos años se agudizarán las limitaciones a la capacidad y las presiones de los precios, lo que llevará a un creciente número de países a adoptar políticas monetarias más restrictivas.
Europa y Asia central: Según las proyecciones, el crecimiento de la región se moderará hasta ubicarse en un 3,2 % en 2018 (una tasa superior a la proyectada anteriormente) y en un 3,1 % en 2019, dado que la modesta recuperación de las economías exportadoras de productos básicos se verá contrarrestada solo en parte por la desaceleración de las economías importadoras de dichos productos. En Turquía, se prevé que el crecimiento se atenúe y se ubique en un 4,5 % en 2018 y en un 4 % en 2019, puesto que las demoras en la consolidación fiscal y la extensión del programa de apoyo crediticio moderarán la desaceleración prevista luego de la fuerte recuperación del año pasado. El crecimiento de Rusia se mantendrá firme este año a una tasa del 1,5 % y se incrementará al 1,8 % el año próximo, ya que los efectos del aumento de los precios del petróleo y la flexibilización de la política monetaria se verán contrarrestados por recortes en la producción de petróleo y la incertidumbre respecto de las sanciones económicas.
América Latina y el Caribe: Se espera que el crecimiento en la región se incremente para ubicarse en un 1,7 % en 2018 (un nivel inferior al proyectado anteriormente) y en un 2,3 % en 2019, impulsado por la inversión y el consumo privados. Se proyecta que la recuperación cíclica en curso en Brasil continúe, con un pronóstico de crecimiento por encima del 2 por ciento este año y en 2019. En México, el crecimiento se incrementará moderadamente hasta ubicarse en el 2,3 % en 2018 y en el 2,5 % en 2019 como consecuencia del repunte de la inversión. Por su parte, el crecimiento de Argentina se desacelerará para situarse en un 1,7 % este año debido a la restricción monetaria y fiscal y a los efectos de la sequía, y permanecerá en un nivel bajo, del 1,8 %, el año próximo. En algunos países exportadores de productos agrícolas de América Central, el crecimiento repuntará en 2018 y 2019, mientras que en los importadores de productos básicos de esta subregión, se estabilizará o se atenuará. Según las proyecciones, las economías del Caribe experimentarán en 2018 un aumento en el crecimiento gracias a la reconstrucción que se lleva adelante tras el paso de los huracanes, al turismo y los precios favorables de los productos básicos.
Oriente Medio y Norte de África: En esta región, se espera que el crecimiento se eleve hasta un 3 % en 2018 y un 3,3 % en 2019, en gran medida como consecuencia de la recuperación de los países exportadores de petróleo tras el colapso de los precios. Entre los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, se prevé una expansión del 2,1 % en 2018 y del 2,7 % en 2019, respaldada por el incremento de la inversión fija. Se anticipa que Arabia Saudita crecerá un 1,8 % este año (un valor superior al proyectado anteriormente) y un 2,1 % el próximo. Para Irán, se prevé un crecimiento del 4,1 % tanto en 2018 como en 2019. Según las proyecciones, las economías importadoras de petróleo experimentarán un crecimiento más sólido debido a que se incrementará la confianza de las empresas y los consumidores como resultado de las reformas en favor del clima para los negocios y la mejora de la demanda externa. Egipto crecerá un 5 % en el ejercicio económico de 2017/18 (del 1 de julio de 2017 al 30 de junio de 2018) y un 5,5, % en el siguiente.
Asia meridional: Se prevé que el crecimiento de esta región se consolide hasta ubicarse en un 6,9 % en 2018 y en un 7,1 % en 2019, principalmente debido a que los factores que restringían el crecimiento en India se irán diluyendo. Según los pronósticos, dicho país avanzará un 7,3 % en el ejercicio de 2018/19 (del 1 de abril de 2018 al 31 de marzo de 2019) y un 7,5 % en el de 2019/20, reflejo del fuerte consumo privado y el aumento de las inversiones. Pakistán se expandirá un 5 % en el ejercicio de 2018/19 (del 1 de julio de 2018 al 30 de junio de 2019), producto de la aplicación de políticas más estrictas para mejorar la estabilidad macroeconómica. Para Bangladesh, por su parte, se espera un crecimiento del 6,7 % en el ejercicio de 2018/19 (del 1 de julio de 2018 al 30 de junio de 2019).
África al sur del Sahara: En esta región, se prevé que el crecimiento aumentará al 3,1 % en 2018 y al 3,5 % en 2019, una tasa por debajo de su promedio de largo plazo. Según las proyecciones, Nigeria crecerá un 2,1 % este año (puesto que el crecimiento de los sectores no petroleros continúa en niveles bajos debido a la escasa inversión) y un 2,2 % el año próximo. Para Angola se espera un crecimiento del 1,7 % en 2018 y del 2,2 % en 2019, como reflejo de la mayor disponibilidad de divisas provocada por la suba de los precios del petróleo, el incremento de la producción de gas natural y la mejora en las expectativas de las empresas. Sudáfrica, por su parte, se expandirá un 1,4 % en 2018 y un 1,8 % en 2019, puesto que el repunte en la confianza de las empresas y los consumidores respaldará un incremento de las inversiones y el consumo. Se prevé además que el aumento en la producción minera y la estabilidad de los precios de los metales impulsarán la actividad en los países exportadores de estos productos. El crecimiento de los países que no son ricos en recursos se mantendrá en niveles sólidos, respaldado por la mejora en las condiciones agrícolas y las inversiones en infraestructura.