CIUDAD DE WASHINGTON, 25 septiembre de 2018. De acuerdo con un nuevo estudio del Banco Mundial, en los países de Europa y Asia central, las políticas laborales, tributarias y de bienestar social deben adecuarse al siglo xxi para abordar la creciente desigualdad que existe entre los distintos grupos y ayudar a los trabajadores a enfrentar el mayor grado de incertidumbre.
En Toward a New Social Contract (i) (Hacia un nuevo contrato social) se insta a realizar un profundo replanteo de las políticas para reducir la creciente brecha que separa a quienes se benefician con las nuevas oportunidades económicas de quienes se ven rezagados en una economía cada vez más flexible.
“Si bien los países de la región de Europa y Asia central tienen vasta experiencia con instituciones y programas de bienestar social, estos fueron diseñados para un entorno económico distinto y ya no brindan a los ciudadanos los mismos beneficios que antes”, afirma Cyril Muller, vicepresidente del Banco Mundial para la región de Europa y Asia central. “El empleo remunerado a largo plazo ha dejado de ser la norma, sobre todo en el caso de los más jóvenes, por lo que debemos garantizar que los beneficios del crecimiento y las oportunidades se distribuyan de forma más equitativa”.
Si bien Europa y Asia central es una de las regiones más equitativas a nivel mundial, muchos ciudadanos aún no han experimentado la movilidad ascendente, se sienten atrapados en una situación de desigualdad y son más vulnerables que las generaciones anteriores. Asimismo, la disminución de la seguridad financiera y laboral significa que un mayor porcentaje de la clase media es susceptible de caer en la pobreza, lo que ha llevado a que se reduzca la confianza en las instituciones, haya una mayor polarización y aumente el populismo en la sociedad.
Para afrontar los desafíos, en el informe se proponen tres principios de política: avanzar hacia la protección equitativa de todos los trabajadores, independientemente del tipo de empleo; aspirar a la prestación universal de asistencia social, seguro social y servicios básicos de calidad, y apoyar la progresividad en una base tributaria amplia que complemente la aplicación de impuestos a los ingresos laborales con impuestos sobre el capital.
“Cuando le preguntamos a la gente sobre su bienestar, nos expresan sus preocupaciones por el aumento de la desigualdad y la inseguridad. En este informe se investigan las causas de esas preocupaciones analizando los cambios producidos en la distribución de los ingresos en las últimas décadas”, afirma Maurizio Bussolo, economista principal para la región de Europa y Asia central y coautor del informe. “Creemos que la solución no pasa por tratar de detener la globalización o la tecnología. Más bien, se necesita un nuevo contrato social, en el que se establezca una forma más justa de compartir los riesgos y las oportunidades, para preservar y ampliar los impresionantes logros económicos que la región ha logrado en las últimas décadas”.
En el informe se identifican cuatro tipos de tensión entre los distintos grupos que están socavando la cohesión social: las disparidades entre las nuevas y las viejas generaciones; las desigualdades entre los trabajadores que tienen distintas ocupaciones; el acceso desigual a oportunidades basadas en la ubicación geográfica, y las desigualdades basadas en el género, la etnia, la extracción social y otros factores, cuando lo que debería tenerse en cuenta son los esfuerzos o las capacidades individuales.
Reconociendo que los países de Europa y Asia central difieren en muchos sentidos, en el informe se pone el acento en políticas que apuntan a reducir las tensiones protegiendo a todos los trabajadores, mejorando los servicios sociales y contribuyendo a que los sistemas tributarios sean más justos.