Persisten las amenazas a largo plazo para el crecimiento y la reducción de la pobreza pese a la reactivación económica en algunos países
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WASHINGTON, 28 de septiembre de 2020: De acuerdo con el documento From Containment to Recovery (i) (De la contención a la recuperación), la edición de octubre de 2020 del informe del Banco Mundial de actualización económica de la región (i), será necesario actuar con rapidez para garantizar que la pandemia no obstaculice el crecimiento y aumente la pobreza en los próximos años.
La actividad económica interna se está reactivando en algunos países que hasta ahora han contenido la propagación del virus. No obstante, la economía de la región depende en gran medida del resto del mundo, cuya demanda sigue siendo moderada. Se espera que la región en su conjunto crezca solo un 0,9 % en 2020, lo que constituye la tasa más baja desde 1967. Mientras que para China se prevé un crecimiento del 2 % en 2020 —impulsado por el gasto público, elevadas exportaciones y una baja tasa de nuevas infecciones de COVID-19 desde marzo (aunque contrarrestado por un menor consumo interno)—, la previsión para el resto de Asia oriental y el Pacífico es una contracción del 3,5 %.
Las perspectivas para 2021 son más optimistas, con un crecimiento previsto del 7,9 % en China y del 5,1 % en el resto de la región, sobre la base del supuesto de una recuperación y normalización continua de la actividad en las principales economías, vinculada a la posible llegada de una vacuna. Sin embargo, se prevé que la producción se mantendrá muy por debajo de las proyecciones previas a la pandemia durante los próximos dos años. Las perspectivas son particularmente sombrías para algunos países insulares del Pacífico que están muy expuestos y en los que se prevé que la producción se mantenga hasta 2021 alrededor de un 10 % por debajo de los niveles anteriores a la crisis.
(tomando como referencia la línea de pobreza de ingreso mediano alto de USD 5,50 al día).
A raíz de la COVID-19, los Gobiernos de la región de Asia oriental y el Pacífico han comprometido, en promedio, casi el 5 % de su producto interno bruto (PIB) para el fortalecimiento de los sistemas de salud pública, el apoyo a los hogares y la ayuda a las empresas para evitar la quiebra. Sin embargo, a varios países les ha resultado difícil ampliar sus limitados programas de protección social, en los que anteriormente gastaban menos del 1 % del PIB, y la continuidad del apoyo supondrá una presión añadida sobre los ingresos nacionales.
“La COVID-19 no solo está golpeando a los pobres con más fuerza, sino que está creando ‘nuevos pobres’. La región se enfrenta a un conjunto de desafíos sin precedentes, y los Gobiernos se encuentran ante decisiones difíciles”, dijo Victoria Kwakwa, vicepresidenta de la Oficina Regional de Asia Oriental y el Pacífico del Banco Mundial. “No obstante, existen opciones de políticas inteligentes que pueden atenuar estos compromisos, como invertir en capacidad de prueba y rastreo de contactos y ampliar de forma duradera la protección social para que incluya a los pobres y al sector informal”.
En el informe se advierte que, si no se toman medidas en múltiples frentes, la pandemia podría reducir el crecimiento regional durante el próximo decenio en 1 punto porcentual por año, y los mayores efectos se dejarían sentir en los hogares pobres, debido a los menores niveles de acceso a atención de la salud, educación, empleo y financiamiento.
Según el análisis del informe, el cierre de escuelas debido a la COVID-19 podría tener como consecuencia una pérdida de 0,7 años de escolaridad ajustados en función del aprendizaje en los países de Asia Oriental y el Pacífico. Como resultado, el estudiante medio de la región podría enfrentarse a una reducción del 4 % de los ingresos previstos durante cada año de su vida laboral.
El endeudamiento público y privado, junto con el empeoramiento de los balances de los bancos y el aumento de la incertidumbre, suponen un riesgo para la inversión pública y privada, así como para la estabilidad económica, en un momento en que la región necesita urgentemente ambas cosas. Se prevé que los grandes déficits fiscales de Asia oriental y el Pacífico incrementarán la deuda pública en un promedio del 7 % del PIB en 2020. En el informe se aboga por una reforma fiscal que movilice ingresos mediante una tributación más progresiva y un gasto más responsable. En algunos países, el saldo de la deuda pendiente podría ser ya insostenible y requerir un mayor apoyo externo.
Al mismo tiempo, la crisis está acelerando las tendencias preexistentes en el comercio, como la regionalización de Asia oriental y el Pacífico, la reubicación fuera de China de algunas cadenas de valor mundiales y el crecimiento más rápido de los servicios prestados por vía digital, aunque también una presión creciente para volver al proteccionismo.
“Muchos países de la región han logrado contener la enfermedad y brindar asistencia, pero tendrán dificultades para recuperarse y crecer”, afirmó Aaditya Mattoo, economista principal de la Oficina Regional de Asia Oriental y el Pacífico del Banco Mundial. “Las prioridades ahora deben ser la escolarización segura para preservar el capital humano, la ampliación de las bases tributarias limitadas para evitar recortes en la inversión pública y la reforma de los sectores de servicios protegidos para aprovechar las nuevas oportunidades digitales”.
El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Con tal objetivo, respalda intervenciones de salud pública, trabaja para garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar sus operaciones y mantener el empleo. Destinará hasta USD 160 000 millones en asistencia financiera durante un período de 15 meses para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, desarrollar el capital humano, respaldar a las empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50 000 millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), que se asignarán en forma de donaciones y préstamos en condiciones sumamente concesionarias.