CIUDAD DE WASHINGTON, 14 de diciembre de 2020. Si bien entre 2017 y 2019 casi todos los países del mundo lograron avances en sus políticas sobre energía sostenible, las mejoras más rápidas se produjeron en África al sur del Sahara, según el documento RISE 2020 (i), un No obstante, en términos generales los avances son más lentos que en el pasado, en particular en lo que respecta a las energías renovables y la eficiencia energética.
En el informe RISE 2020 (Regulatory Indicators for Sustainable Energy [Indicadores de políticas sobre energía sostenible]) se miden los progresos en las políticas de 138 países referidas a la energía renovable, la eficiencia energética, el acceso a la electricidad y el acceso a formas limpias de cocinar, es decir, las cuatro esferas contempladas en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 (ODS 7), que exige lograr para 2030 el acceso de todas las personas a una energía asequible, confiable, sostenible y moderna.
“Debemos seguir avanzando en los progresos que se habían obtenido antes de la pandemia. La perspectiva de una recuperación tras la pandemia y de un crecimiento con bajos niveles de emisión de carbono ofrece a los funcionarios responsables diversas oportunidades para acelerar la adopción de políticas energéticas sostenibles e intensificar el ritmo con el fin de lograr el acceso universal a la energía”, dijo Makhtar Diop, vicepresidente de Infraestructura del Banco Mundial. “Los planes de recuperación también brindan oportunidades para establecer estrategias a más largo plazo y alinear las políticas energéticas con las metas del ODS 7 durante la próxima década”.
Según el informe, de 2017 a 2019 se aceleraron los avances en las políticas referidas al acceso a la electricidad y las formas limpias de cocinar. Entre los países que registran los déficits más altos en el acceso a la electricidad, Bangladesh, Etiopía, Nigeria y Tanzanía fueron los que lograron avances más significativos en la formulación de políticas. Las políticas que se adoptaron con mayor frecuencia fueron las referidas a minirredes y sistemas de energía eléctrica autónomos, lo que refleja el lugar cada vez más importante que ocupa la energía distribuida en el acceso a la electricidad, en comparación con el suministro de red. Etiopía, Nigeria y Tanzanía también avanzaron en las políticas sobre asequibilidad para los consumidores y transparencia de los servicios públicos.
En lo que respecta a las formas limpias de cocinar, entre 2017 y 2019 se lograron grandes mejoras en los países de África al sur del Sahara, en particular en Benin, Kenya, Nigeria y Tanzanía, si bien partían desde una base baja. Todo esto se produce tras los notables progresos observados desde 2010 en los países de ingreso mediano alto y mediano bajo de Asia (Bangladesh, Camboya, China, India, Indonesia, Mongolia y Nepal) y de América Latina (Guatemala). Si bien sólo el 15 % de los países con déficit en el acceso a formas limpias de cocinar ha logrado elaborar marcos de políticas avanzados, en este grupo China, Etiopía, India, Indonesia y Kenya representan más de la mitad de la población desatendida de todo el mundo.
Por otro lado, las políticas de los países de ingreso alto, mediano y bajo relacionadas con la energía renovable han comenzado a converger después de una década de rápidos avances. Entre los países analizados en el RISE, sólo el 37 % tenía un objetivo nacional referido a la energía renovable en 2010. Para 2019, el 99 % de todos los países del mundo había establecido un marco legal integral para las energías renovables o había comenzado a hacerlo. Asimismo, un tercio de los países cuenta con marcos avanzados de políticas en esta área, por lo que se ubica en la “zona verde” del informe, mientras que el 44 % permanece en la “zona amarilla”, lo que indica que hay margen para mejorar. A pesar de que entre 2017 y 2019 se cerró en términos generales la brecha entre los países de ingreso bajo y los de ingreso más alto en cuanto a las energías renovables, otra grieta se amplió: casi todos los países adoptaron políticas sobre energías renovables para la generación de electricidad, pero sólo un tercio tiene un objetivo o un plan claro para el uso de energía renovable en la calefacción y la refrigeración, y sólo la mitad en el sector del transporte.
En 2019, casi el 70 % de los países contemplados en el RISE habían formulado planes de eficiencia energética. Si bien los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) cuentan con los marcos de políticas de eficiencia energética más avanzados, las regiones que mostraron mejoras más rápidas fueron África al sur del Sahara y América Latina y el Caribe, en las que se destacaron Chad y Ecuador, respectivamente. El sector de la calefacción y la refrigeración obtuvo las puntuaciones más altas en lo que respecta a las políticas de eficiencia energética a nivel mundial: aproximadamente el 75 % de los países examinados ha adoptado normas mínimas de rendimiento energético para los equipos de calefacción, ventilación y aire acondicionado, así como medidas de etiquetado. Sin embargo, aún es necesario que se logren mejoras en países de toda la distribución de ingresos; por ejemplo, algunos Estados del Golfo Pérsico tienen altos niveles de ingresos, pero están rezagados en la adopción de medidas de eficiencia.
La pandemia de COVID-19 pone de relieve la necesidad de implementar políticas y regulaciones que mitiguen el riesgo de crisis globales y a la vez impulsen las inversiones en sistemas energéticos resilientes y fomenten cambios de comportamiento. Asimismo, la mejora de las políticas sobre energía sostenible sirve de base para el aumento del empleo, en particular en torno a la eficiencia energética y la electrificación distribuida.
RISE 2020: Sustaining the Momentum (i) (RISE 2020: Sostener el impulso) es la tercera edición del informe publicado por el Banco Mundial con financiamiento del Programa de Asistencia para la Gestión del Sector de Energía (ESMAP) (i).
El informe completo, junto con los perfiles detallados de los países, puede consultarse en https://rise.esmap.org/ (i).
Acerca del ESMAP:
El ESMAP (i) es una alianza conformada por el Banco Mundial, los asociados para el desarrollo y organizaciones privadas sin fines de lucro que ayuda los países de ingreso bajo y mediano a reducir la pobreza e impulsar el crecimiento a través de soluciones energéticas sostenibles. Los servicios analíticos y de asesoría que brinda están plenamente integrados dentro del diálogo sobre políticas y el financiamiento para los países del Banco Mundial en el sector de la energía. A través del Grupo Banco Mundial (GBM), el ESMAP trabaja para acelerar la transición energética necesaria para alcanzar el ODS 7, que exige garantizar el acceso a una energía asequible, confiable, sostenible y moderna para todos. Ayuda a determinar las estrategias y los programas del GBM para que este cumpla con las metas de su Plan de Acción sobre el Cambio Climático y con los compromisos de políticas de la Asociación Internacional de Fomento (AIF).
El GBM , una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a dichos países a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Respalda iniciativas de salud pública, trabaja para garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar sus operaciones y preservar el empleo. Asimismo, proporcionará hasta USD 160 000 millones durante un período de 15 meses, que finalizará en junio de 2021, para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, respaldar a las empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50 000 millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación Internacional de Fomento en forma de donaciones y préstamos en condiciones sumamente concesionarias y USD 12 000 millones destinados a ayudar a los países en desarrollo a financiar la compra y distribución de vacunas contra la COVID-19.