Las evaluaciones realizadas por el Banco Mundial y sus socios proporcionan información sobre el grado de preparación de más de 120 países para distribuir vacunas de forma segura
Ciudad de Washington, 18 de marzo de 2021. Mientras los países emprenden la mayor campaña de vacunación de la historia, el Banco Mundial ha colaborado con Gobiernos, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Fondo Mundial y la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI) en la evaluación del grado de preparación de los países para distribuir de forma segura las vacunas contra la COVID-19 en 128 países de ingreso bajo y mediano. Los resultados indican que el nivel de ingresos y otros indicadores económicos guardan escasa correlación con el grado de preparación para administrar las vacunas. El informe se centra en 10 indicadores clave, como la cadena de frío y la logística, la priorización de grupos de población, la elaboración de presupuestos, la formación del personal sanitario y la vigilancia de la seguridad, entre otros.
Los primeros resultados muestran que el 85 % de los países que participaron en las evaluaciones ha elaborado planes nacionales de vacunación y que el 68 % ha establecido medidas de seguridad, como sistemas de notificación de reacciones adversas. Sin embargo, solo el 30 % ha elaborado planes para formar al gran número de vacunadores que serán necesarios y únicamente el 27 % ha creado estrategias de movilización social y compromiso público para fomentar la vacunación entre la población. Dada la preocupante actitud de indecisión que se observa en buena parte de la población con respecto a las vacunas, se necesitan urgentemente estrategias para generar confianza, aceptación y demanda de vacunas. Los países afectados por situaciones de conflicto y fragilidad (37 de 128) obtuvieron una puntuación inferior a la de los demás países en casi todos los indicadores.
“Muchos países en desarrollo están preparando ambiciosos planes de distribución de la vacuna contra la COVID19”, señaló Mamta Murthi, vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial. “Aunque la mayoría de los países están lo suficientemente preparados para empezar a inocular a sus poblaciones, aún se registran importantes deficiencias que deben abordarse con urgencia para que las vacunaciones a gran escala tengan éxito”.
El Banco Mundial aporta USD 12 000 millones para que los países en desarrollo adquieran y distribuyan vacunas, pruebas de detección y tratamientos, y refuercen los sistemas de salud y vacunación con el fin de garantizar que las dosis lleguen a quienes las necesitan. Nuestros programas de vacunación, para los cuales se han utilizado USD 3000 millones de los USD 12 000 millones disponibles, llegarán a más de 40 países en el corto plazo. Las evaluaciones del grado de preparación orientarán nuestros proyectos y ayudarán a Gobiernos y a profesionales de la salud a comprender y gestionar mejor la compleja tarea de vacunar a una numerosa población adulta en un plazo muy breve.
Otros resultados que muestran las evaluaciones:
- Aunque algunos países presentan deficiencias en el grado de preparación, la mayoría se ha preparado lo suficientemente bien en la mayoría de las áreas esenciales para comenzar sus campañas de inmunización en cuanto reciban las vacunas.
- Contar con sistemas nacionales de inmunización infantil que funcionen bien no es un indicador sólido del grado de preparación de un país para administrar vacunas destinadas a la población adulta, como en el caso de la COVID-19.
- La escasa correlación que existe entre el producto interno bruto y el grado de preparación indica que los países con economías más desarrolladas no están necesariamente mejor preparados para los programas de vacunación masiva.
- La distribución de vacunas contra la COVID-19 representa una oportunidad para crear una cadena de frío sostenible y respetuosa del medio ambiente que podría resultar útil mucho más allá de la crisis actual.
Un acceso justo, amplio y rápido a vacunas eficaces y seguras contra la COVID-19, especialmente en los países pobres, es vital para salvar vidas y contribuir a la recuperación económica mundial. Hasta que no se logre contener la pandemia en todos los países, ninguno de ellos estará a salvo de rebrotes ni podrá centrar todos sus esfuerzos en superar la recesión mundial más profunda de las últimas ocho décadas.