Las soluciones sostenibles deben dirigirse a los países africanos que han quedado rezagados en la búsqueda del acceso mundial a la energía
WASHINGTON, 7 de junio de 2021. Durante la última década, un mayor porcentaje de la población mundial obtuvo acceso a la electricidad; sin embargo, la cantidad de personas que no tienen electricidad en África al sur del Sahara de hecho aumentó. , de acuerdo con el documento Tracking SDG 7: The Energy Progress Report (Seguimiento del ODS 7: El informe de progreso en materia de energía) que dieron a conocer hoy el Organismo Internacional de Energía, la Agencia Internacional de Energías Renovables, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud.
Según el informe, desde el año 2010, Aunque más de mil millones de personas obtuvieron acceso a la electricidad a nivel mundial a lo largo de la última década, el impacto financiero de la COVID-19 ha hecho que 30 millones más de personas, la mayoría de ellas situadas en África, no puedan afrontar el costo de los servicios básicos de electricidad. Nigeria, la República Democrática del Congo y Etiopía tuvieron los mayores déficits de acceso a la electricidad, con lo cual Etiopía ha desplazado a la India y ocupa el tercer lugar.
Se aceleró especialmente la electrificación mediante soluciones descentralizadas basadas en energías renovables. La cantidad de personas conectadas a minirredes aumentó más del doble entre 2010 y 2019, y subió de 5 millones a 11 millones de personas. Sin embargo, habida cuenta de las políticas actuales y planificadas, y debido a los impactos de la crisis provocada por la COVID-19, se estima que 660 millones de personas, la mayoría de ellas en África al sur del Sahara, seguirán sin tener acceso a la electricidad en 2030.
Al mismo tiempo, en 2019, alrededor de 2600 millones de personas seguían sin tener acceso a formas limpias de cocinar, lo que equivale a un tercio de la población mundial. Este progreso que en gran medida está paralizado desde 2010, provoca millones de muertes cada año debido a la inhalación de humos de cocina, y si no se toman medidas rápidas para ampliar el acceso a formas limpias de cocinar, el mundo no alcanzará su meta por un 30 % para el año 2030. La situación de acceso en la región de África al sur del Sahara se caracteriza por un crecimiento demográfico que supera los logros en cuanto a la cantidad de personas con acceso, de modo que 910 millones de personas en la región no tienen acceso a formas limpias de cocinar. Los 20 principales países con déficit de acceso representan el 81 % de la población mundial sin acceso a tecnologías y combustibles limpios. Entre estos, la República Democrática del Congo, Etiopía, Madagascar, Mozambique, Níger, Uganda y Tanzania tenían el 5 % o menos de sus poblaciones con acceso a formas limpias de cocinar. La buena noticia es que Indonesia, Camboya y Myanmar registraron progresos todos los años durante el período de declaración.
En este informe, se examinan diversos modos de salvar la brecha para cumplir con el ODS 7, principalmente el objetivo de aumentar de manera significativa las energías renovables, que han demostrado ser más resilientes que otras partes del sector energético durante la crisis provocada por la COVID-19. , dado que el consumo mundial de energía aumentó a una tasa similar. Las energías renovables son las más dinámicas en el sector eléctrico: lograron un crecimiento cercano al 25 % en 2018, mientras que los avances en los sectores del transporte y la calefacción han sido mucho más lentos.
Más de un tercio del aumento en la generación de energías renovables en 2018 puede atribuirse a Asia oriental: este se vio impulsado por una gran aceptación de las energías solar y eólica en China. Los mayores avances en materia de energía renovable a nivel nacional en 2018 se observaron en España, debido a una mayor generación de energía hidroeléctrica, seguida por Indonesia donde la rápida aceptación de la bioenergía para la generación de electricidad desempeñó un papel esencial. Con el propósito de aumentar de manera significativa la proporción de energía renovable en consonancia con la meta del ODS 7, los esfuerzos actuales deben acelerarse en todos los sectores de uso final para ampliar la aceptación de las energías renovables y, al mismo tiempo, contener la demanda total de energía.
Las mejoras en materia de uso intensivo de energía (como indicador sustitutivo de eficiencia energética) se están alejando de la meta establecida en el ODS 7 para 2030. En 2018, la tasa de mejora en el uso intensivo de energía primaria mundial fue de 1,1 % en comparación con 2017, la tasa de mejora anual promedio más baja desde 2010. Para alcanzar el objetivo, la mejora anual deberá ser del 3 % en promedio hasta el 2030.
La aceleración del ritmo de avance en todas las regiones y los indicadores requerirá de un compromiso político más firme, planificación en materia de energía a largo plazo y políticas e incentivos a escala que sean adecuados para estimular la rápida aceptación de las soluciones de energía sostenible. Aunque las inversiones en energía limpia siguen proviniendo principalmente del sector privado, el sector público sigue siendo una importante fuente de financiamiento y desempeña una función central en cuanto al aprovechamiento del capital privado, especialmente en los países en desarrollo y en el contexto posterior a la COVID-19. Uno de los indicadores más recientes del informe, los flujos financieros públicos internacionales hacia los países en desarrollo, muestra que el apoyo financiero internacional sigue concentrándose en unos pocos países y no llega a muchos otros más necesitados. Los flujos hacia los países en desarrollo para respaldar la adopción de energías limpias y renovables alcanzó los USD 14 000 millones en 2018, y solo un 20 % se destinó a los países menos adelantados, que están más lejos de alcanzar las diversas metas del ODS 7. En los próximos años, se deberá poner mayor énfasis en “no dejar a nadie atrás”.
Puntos destacados de las metas del ODS 7
Acceso a la electricidad. Desde 2010, más de 1000 millones de personas han tenido acceso a la electricidad. Es decir, en 2019, el 90 % de la población del planeta estaba conectado. No obstante, 759 millones de personas siguen sin tener electricidad, y cerca de la mitad de ellas vive en zonas frágiles y afectadas por conflictos. A pesar del progreso acelerado de los últimos años, es poco probable que se alcance la meta de acceso universal para 2030 establecida en el ODS, lo que significa que aproximadamente 660 millones de personas no tendrán electricidad, en especial si la pandemia de COVID-19 dificulta seriamente los esfuerzos de electrificación. Todavía existen desigualdades regionales y el déficit de acceso se concentra especialmente en África al sur del Sahara, que representa tres cuartos del déficit mundial. América Latina y el Caribe, Asia oriental y Asia sudoriental están avanzando hacia el acceso universal, ya que más del 98 % de su población tiene acceso a la electricidad, mientras que en África al sur del Sahara menos de la mitad de la población tiene acceso a ese recurso. Entre los 20 países con mayores déficits de acceso, Bangladesh, Kenya y Uganda mostraron la mayor mejora desde 2010, gracias a unas tasas de crecimiento anual de la electrificación superiores a 3 puntos porcentuales, impulsadas en gran medida por un enfoque integrado que combinaba la electrificación solar en red, en minirred y sin conexión a la red.
Formas limpias de cocinar. En 2019, el porcentaje mundial de personas sin acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar fue del 66 %, lo que significa que casi 3000 millones de personas, o un tercio de la población mundial, no tenían acceso. Desde 2010, la tasa de acceso mundial a soluciones en materia de formas limpias de cocinar creció el 1 % anual, con mejoras atribuibles en su mayor parte al progreso en las regiones de Asia central y meridional y de Asia oriental y sudoriental. Por el contrario, el progreso en el acceso a formas limpias de cocinar en África al sur del Sahara fue más lento que el crecimiento demográfico, y algunos países de la región presentaron pocas o nulas mejoras en las tasas de acceso. Por primera vez, en 2019, en África al sur del Sahara vivían más personas sin acceso a tecnologías y combustibles limpios que en cualquier otra región. Cerca de 900 millones de personas, o alrededor del 85 % de la población de la región, carecen de acceso a formas limpias de cocinar, lo que representa el 35 % del déficit de acceso mundial. Las tendencias actuales sugieren que, a menos que se actúe con rapidez para ampliar el acceso a formas limpias de cocinar, el mundo no logrará alcanzar el objetivo de acceso universal por casi un 30 %, lo que significa que en el 2030 solo tendrá acceso el 72 % de la población. De los 20 países principales con el mayor número de personas sin acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar, 10 se encuentran en África al sur del Sahara (Nigeria, Etiopía, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzanía, Uganda, Kenya, Mozambique, Madagascar, Ghana y Níger), 6 se encuentran en Asia oriental y sudoriental (China, Indonesia, Filipinas, Myanmar, Vietnam, República de Corea) y 4 están en Asia central y meridional (Afganistán, Bangladesh, India y Pakistán). Durante el período 2010-19, los 5 países más poblados de ingreso bajo y mediano (China, India, Indonesia, Brasil y Pakistán) aumentaron su tasa de acceso combinado en un 2 %, mientras que el progreso en todos los demás países de ingresos homólogos no registró cambios o permaneció paralizado durante el mismo período. A fin de garantizar que nadie se quede atrás, se debe asignar prioridad al compromiso político y los incentivos financieros en todos los países con déficit de acceso para alcanzar la meta universal del ODS 7.
Energías renovables. La crisis provocada por la COVID-19 tuvo como resultado aproximadamente un crecimiento interanual del 7 % en la generación de electricidad renovable, respaldada por contratos a largo plazo, costos marginales bajos, acceso prioritario a las redes e instalación de capacidad para generar nuevas energías renovables. Por el contrario, en 2020 disminuyó la proporción de energía renovable en los sectores del transporte y la calefacción. La electricidad renovable representa casi la mitad del consumo mundial de energía renovable moderna y tres cuartos de su aumento interanual, y la energía hidroeléctrica es la fuente renovable más grande de electricidad en el mundo y en cada región. La calefacción, que es el mayor uso final en el mundo, tuvo solo 1,2 % de aumento absoluto en términos de fuentes renovables. El carbón, el gas y el petróleo aún satisfacen tres cuartos de la demanda de calefacción a nivel mundial, lo que implica una fuerte dependencia de los combustibles fósiles. El sector debe ser más ambicioso y contar con un apoyo normativo más fuerte. El transporte tiene la tasa de penetración de energías renovables más baja de todos los sectores, con solo un 3,4 % de suministro de fuentes renovables en 2018. Si bien África al sur del Sahara tiene el mayor porcentaje de fuentes de energía renovables en su suministro de energía, estas no son modernas: el 85 % consiste en un uso tradicional de la biomasa. América Latina y el Caribe tienen la proporción más grande de usos de energía renovable moderna, gracias a la energía hidroeléctrica para generar electricidad, la bioenergía para los procesos industriales y los biocombustibles para el transporte.
Eficiencia energética. La intensidad energética mundial de la energía primaria —un importante indicador de la intensidad del uso de la energía en la actividad económica mundial— mejoró en un 1,1 % en 2018. Esta fue la tasa de mejora anual promedio más baja desde 2010. Para alcanzar la meta del ODS 7, ahora la mejora anual deberá ser del 3 % en promedio hasta el 2030. Las economías emergentes en Asia central, meridional, oriental y sudoriental tuvieron un rápido incremento en la actividad económica, pero el aumento del suministro de energía se vio mitigado por mejoras significativas en la eficiencia energética, lo que tuvo como resultado mejoras sólidas y continuas en la intensidad energética. Entre 2010 y 2018, la intensidad energética en Asia sudoriental creció un 3,1 %. Las tasas más bajas de mejora de la intensidad energética se registraron en Asia occidental, el norte de África, América Latina y el Caribe (0,8 %) y en África al sur del Sahara (1,4 %). Mediante el uso de diferentes métricas para medir la intensidad en sectores individuales, la tasa de mejora en la intensidad energética se redujo, en comparación con el período 1990-2010, en todos los sectores, excepto el transporte, donde los estándares de eficiencia del combustible impulsaron mejoras en la intensidad energética.
Flujos financieros internacionales. Los flujos financieros públicos internacionales destinados a los países en desarrollo en apoyo de la energía limpia ascendieron a USD 14 000 millones en 2018, lo que representa una disminución del 35 % en comparación con la cifra récord de USD 21 900 millones alcanzada el año anterior. Sin embargo, la tendencia general en los flujos financieros públicos ha sido positiva a lo largo de la década, ya que se triplicó durante el período 2010-18, si se la considera una media quinquenal móvil. Esta tendencia, sin embargo, enmascara algunas discrepancias distributivas importantes, ya que los compromisos financieros se concentran en algunos pocos países y, por lo tanto, no llegan a muchos de los países que más necesitan el apoyo internacional. Los 46 países menos adelantados recibieron solo un 20 % de los flujos financieros públicos durante el período 2010-18 y un total de USD 2800 millones en 2018: el mismo nivel que en 2017, pero menor que el de 2016 y 2015. Es necesario ampliar aún más los flujos financieros internacionales y dirigirlos progresivamente hacia aquellos países que están más rezagados en la consecución del ODS 7. En medio de la pandemia de COVID-19, que ha provocado un aumento drástico en la percepción del riesgo por parte de los inversionistas y ha alterado el orden de las prioridades de financiamiento público en los países en desarrollo, los flujos financieros públicos internacionales revisten más importancia que nunca para conseguir los niveles de inversión necesarios para cumplir con el ODS 7.
**********
“En el camino mundial hacia el logro de cero emisiones netas para 2050, podemos alcanzar metas claves en materia de energía sostenible para 2030, a medida que ampliemos el acceso a las energías renovables en todos los sectores y aumentemos la eficiencia energética”, manifestó el Dr. Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía (AIE). “Es esencial realizar mayores esfuerzos para movilizar y ampliar la inversión, a los fines de garantizar que el progreso en materia de acceso a la energía continúe en las economías en desarrollo. En la actualidad, brindar acceso a soluciones en materia de electricidad y formas limpias de cocinar a quienes hoy carecen de acceso cuesta USD 40 000 millones al año, lo que equivale a alrededor del 1 % de la inversión promedio anual en el sector energético en pos de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas para 2050. Este futuro donde el acceso a una energía más limpia sea posible y más justo se puede lograr si los Gobiernos trabajan juntos para intensificar sus acciones”.
“La energía renovable ha demostrado ser confiable, eficaz en función de los costos y resiliente durante la pandemia, lo que revela su valor sustancial a la vanguardia de la transición energética. Sin embargo, el progreso hacia el logro de los objetivos climáticos y del ODS 7 debe avanzar de manera más acelerada y equitativa”, señaló Francesco La Camera, director general de la Agencia Internacional de Energías Renovables. “Los esfuerzos, incluidos los flujos financieros públicos internacionales hacia las energías renovables, deben ampliarse para brindar apoyo a los países que necesitan las mejoras más importantes en términos de acceso a energía limpia, asequible y sostenible, atención médica y asistencia social. La Agencia continuará aprovechando su experiencia y sus asociaciones para garantizar que los diversos beneficios de las energías renovables conduzcan a economías inclusivas y sostenibles”.
“El informe de 2021 aportará información al Diálogo de Alto Nivel sobre Energía 2021 respecto del avance actual hacia la consecución del ODS 7, cuatro décadas después del último evento de alto nivel dedicado a la energía auspiciado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Allí se expresa que la pandemia de COVID-19, sin dudas, ha impactado en el avance hacia el acceso a energía moderna, asequible, confiable y sostenible para todos, y que incluso ha revertido parte del progreso que se había logrado. Al mismo tiempo, la situación presenta oportunidades para integrar las políticas relacionadas con el ODS 7 en los paquetes de recuperación, lo que permitirá ampliar el desarrollo sostenible”, dijo Stefan Schweinfest, director de la División de Estadística del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de las Naciones Unidas.
“En el informe de seguimiento del ODS 7 se pone de manifiesto que el 90 % de la población mundial ahora tiene acceso a la electricidad, pero las desigualdades se agravaron debido a la pandemia; si este problema no se aborda, la meta de energía sostenible podría volverse inalcanzable y esto perjudicaría la consecución de otros ODS y de los objetivos del Acuerdo de París”, expresó Mari Pangestu, directora gerente de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial. “Abordar el acceso a la energía y el cambio climático requiere una transición inclusiva hacia las energías renovables. Debemos trabajar juntos para alcanzar el ODS 7, de modo que todos puedan acceder a electricidad limpia, asequible y sostenible”.
“El avance hacia la ampliación del acceso a la energía limpia y sostenible es esencial para proteger la salud humana y para promover mejoras de salud en la población, especialmente en las áreas rurales y remotas. Demasiadas personas, con frecuencia las más vulnerables, como las mujeres, los niños y las niñas, todavía carecen de acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar, lo que los expone a niveles peligrosos de contaminación atmosférica en el hogar. Una recuperación sana y ecológica de la pandemia de COVID-19 incluye la importante tarea de garantizar una rápida transición hacia la energía limpia y sostenible”, sostuvo la Dra. María Neira, directora del Departamento de Salud, Medio Ambiente y Cambio Climático de la Organización Mundial de la Salud.
Esta es la séptima edición de este informe, antes conocido como Global Tracking Framework (Marco de seguimiento mundial). La edición de este año fue presidida por la División de Estadística de las Naciones Unidas.
Este año, el informe se publica en un momento crucial, ya que los Gobiernos y las partes interesadas se están preparando para participar en el Diálogo de Alto Nivel sobre Energía de las Naciones Unidas, una reunión cumbre que se llevará a cabo en septiembre de 2021, en la que se analizará cuáles son los pasos necesarios para alcanzar el ODS 7 para 2030 y que movilizará medidas y compromisos voluntarios en forma de iniciativas en materia de energía.
El informe se puede descargar en: http://trackingSDG7.esmap.org/.
Los fondos para el informe fueron proporcionados por el Programa de Asistencia para la Gestión del Sector de la Energía (ESMAP) del Banco Mundial.
El Grupo Banco Mundial, una de las fuentes más importantes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Respalda intervenciones de salud pública, trabaja para garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar sus operaciones y mantener el empleo. En este marco, proporcionará hasta USD 160 000 millones durante un período de 15 meses que finalizará en junio de 2021 para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, respaldar a las empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50 000 millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación Internacional de Fomento en forma de donaciones y préstamos en condiciones sumamente concesionarias, y USD 12 000 millones para ayudar a los países en desarrollo a financiar la compra y distribución de vacunas contra la COVID-19.