Ciudad de Washington, miércoles 13 de abril de 2022. Mientras la economía de África subsahariana lucha para recuperarse de la recesión de 2020 provocada por la pandemia de COVID-19 (coronavirus), la región ahora se enfrenta a nuevos desafíos para el crecimiento económico, agravados por la invasión rusa de Ucrania.
En la edición más reciente de Africa’s Pulse (El pulso de África) del Banco Mundial, un análisis semestral del panorama macroeconómico a corto plazo de la región, se estima un crecimiento del 3,6 % en 2022, lo que representa una disminución respecto del 4 % registrado en 2021, mientras la región continúa haciendo frente a nuevas variantes de la COVID-19, la inflación mundial, interrupciones de suministros y crisis climáticas. A los desafíos para el crecimiento se suma el alza de los precios de los productos básicos a nivel mundial, que desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania vienen aumentando a un ritmo más acelerado.
Por ser los principales exportadores mundiales de alimentos básicos, Rusia (el mayor exportador de fertilizantes del mundo) y Ucrania representan una proporción sustancial de las importaciones de trigo, maíz y aceite de semillas oleaginosas, que podrían verse interrumpidas si el conflicto persiste. Si bien es probable que las economías subsaharianas también se vean afectadas por el endurecimiento de las condiciones internacionales y la reducción de los flujos financieros extranjeros que ingresan a la región, el análisis indica que los altos precios de los combustibles y los alimentos se traducirán en un aumento de la inflación en los países africanos, lo que perjudicará a las personas pobres y vulnerables, especialmente las que viven en zonas urbanas. Un aspecto que genera preocupación es la mayor probabilidad de disturbios civiles como consecuencia de la inflación alimentada por el alza de los precios de la energía y los alimentos, en particular en el actual contexto de elevada inestabilidad política.
“En este contexto, en el que los países de África enfrentan una constante incertidumbre, interrupciones de suministros y un fuerte incremento de los precios de los alimentos y fertilizantes, la política comercial podría desempeñar un papel clave garantizando el flujo libre de alimentos a través de las fronteras de toda la región. En medio de un espacio fiscal limitado, los encargados de formular las políticas deben recurrir a soluciones innovadoras, como la reducción o exención temporal de los aranceles de importación de alimentos básicos, para proporcionar alivio a los ciudadanos”, declaró Albert Zeufack, economista en jefe del Banco Mundial para África.
El análisis indica que la recuperación sigue siendo desigual e incompleta y tiene lugar a distintos ritmos en la región. En cuanto a las tres principales economías de la región (Angola, Nigeria y Sudáfrica), se espera que en 2022 el crecimiento de Sudáfrica se reduzca 2,8 puntos porcentuales como consecuencia de las persistentes limitaciones estructurales, y que Angola y Nigeria sigan creciendo como hasta ahora, con una suba de 2,7 y 0,2 puntos porcentuales, respectivamente, en parte gracias a los elevados precios del petróleo y el buen desempeño del sector no petrolero. Los países ricos en recursos naturales, en particular sus sectores extractivos, mostrarán un mejor desempeño económico a raíz de la guerra en Ucrania, mientras que la actividad económica de los países que no cuentan con grandes riquezas naturales experimentará una desaceleración.
Sin incluir a Angola, Nigeria ni Sudáfrica, se prevé que el crecimiento a nivel regional será del 4,1 % en 2022 y del 4,9 % en 2023. La subregión de África oriental y meridional muestra una recuperación sostenida de la recesión: tras el 4,1 % registrado en 2021, pasará a un 3,1 % en 2022 y se situará en alrededor del 3,8 % en 2024. Se espera que la República Democrática del Congo y Zambia se beneficien del aumento de los precios de los metales en el corto y mediano plazo y obtengan ventajas de la transición hacia la reducción del uso de combustibles fósiles en el largo plazo. A su vez, se espera que en 2022 Rwanda y Seychelles registren la disminución más significativa, a saber, un 4,1 % y un 3,3 %, respectivamente.
Por su parte, se prevé que la subregión de África occidental y central crecerá un 4,2 % en 2022 y un 4,6 % en 2023. Si no se incluye a Nigeria, la subregión crecerá un 4,8 % en 2022 y un 5,6 % en 2023. La trayectoria de crecimiento de Camerún, que tiene una economía relativamente diversificada, muestra un desempeño sólido sostenido, que llegará al 4,4 % en 2024. Por otra parte, se prevé que la economía de Ghana cobrará impulso en 2022 con un crecimiento del 5,5 %, que luego bajará gradualmente al 5 % en 2024, cifra inferior al 7 % registrado antes de la pandemia.
En el informe también se pone de relieve la importancia de ampliar los programas de protección social además de las redes de protección social para fortalecer la resiliencia económica y la capacidad de reacción ante las crisis, sobre todo en el caso de los hogares pobres y vulnerables. Las recomendaciones incluyen la creación de programas de seguridad social, de ahorro y de incentivo laboral que contribuyan a la resiliencia económica protegiendo a los trabajadores informales de las zonas urbanas, y ayuden a la población a invertir en su salud y educación.