El crecimiento de la región fue impulsado por la recuperación de la demanda interna
Ciudad de Washington, 26 de septiembre de 2022. El crecimiento de la mayoría de los países en desarrollo de Asia oriental y el Pacífico se recuperó en 2022 de los efectos de la COVID-19, mientras que China perdió ímpetu debido a que mantuvo las medidas destinadas a contener el virus, se señala en un informe del Banco Mundial dado a conocer el lunes.
En el futuro, el desempeño de la economía de toda la región podría verse comprometido por la desaceleración de la demanda mundial, la deuda creciente y el recurso a soluciones económicas de corto plazo para protegerse contra el alza de los alimentos y los combustibles.
Se prevé que, en los países en desarrollo de Asia oriental y el Pacífico, excluida China, el crecimiento se acelerará desde el 2,6 % registrado en 2021 hasta llegar al 5,3 % en 2022, de acuerdo con el informe del Banco Mundial titulado Actualización económica de octubre de 2022 sobre la región de Asia oriental y el Pacífico. Según las proyecciones, China, que había encabezado la recuperación de la región, tendrá un crecimiento del 2,8 % en 2022, lo que representa una abrupta desaceleración respecto del 8,1 % observado en 2021. Se pronostica que la región en su conjunto disminuirá su velocidad de crecimiento del 7,2 % en 2021 al 3,2 % en 2022, para luego alcanzar el 4,6 % el año próximo, indica el informe.
“El proceso de recuperación económica está en marcha en la mayoría de los países de Asia oriental y el Pacífico”, dijo Manuela V. Ferro, vicepresidenta del Banco Mundial para esta región. “A medida que se preparan para enfrentar la lentificación del crecimiento mundial, los países deben subsanar las distorsiones de las políticas nacionales que obstaculizan el desarrollo a largo plazo”.
En gran parte de Asia oriental y el Pacífico, el crecimiento ha sido impulsado por la recuperación de la demanda interna facilitada por la relajación de las restricciones vinculadas a la COVID y por el incremento de las exportaciones. China, donde se origina el 86 % del producto de la región, aplica medidas de salud pública dirigidas específicamente a contener los brotes del virus, con las que dificulta la actividad económica.
La desaceleración económica mundial está comenzando a entorpecer la demanda de exportaciones de productos básicos y manufacturas de la región. La inflación creciente en el exterior ha ocasionado aumentos de las tasas de interés, los cuales, a su vez, han provocado salidas de capitales y la depreciación de la moneda de algunos países de Asia oriental y el Pacífico. Estos acontecimientos han acrecentado la carga del servicio de la deuda y han reducido el espacio fiscal, lo que ha dañado a los países cuya carga de la deuda era elevada al inicio de la pandemia.
Los países de la región procuran proteger a los hogares y las empresas del alza del precio de los alimentos y la energía, pero, al mismo tiempo, agravan las distorsiones normativas existentes. Los controles de los precios de los alimentos y los subsidios a la energía benefician a la población más rica y absorben gasto público que podría destinarse a infraestructura, salud y educación. La tolerancia en la aplicación de las regulaciones, que tuvo por objeto facilitar los préstamos durante la pandemia, pero aún se mantiene, puede derivar en la inmovilización de recursos en empresas fallidas y desviar capital de los sectores o empresas más dinámicos.
“Los responsables de formular las políticas se encuentran en la difícil disyuntiva de combatir la inflación o apoyar la recuperación económica”, señaló Aaditya Mattoo, economista en jefe para Asia oriental y el Pacífico. “Los controles y los subsidios enturbian las señales de precios y afectan la productividad. La implementación de mejores políticas en materia de alimentos, combustibles y financiamiento estimularía el crecimiento y protegería contra la inflación”.