CIUDAD DE WASHINGTON, 5 de abril de 2023. El crecimiento en toda África subsahariana sigue siendo lento como consecuencia de la incertidumbre en la economía mundial, los resultados poco satisfactorios de las economías más grandes del continente, la elevada inflación y la fuerte desaceleración de las inversiones, según un informe del Banco Mundial publicado el miércoles.
En vista de que las perspectivas de crecimiento se han atenuado y los niveles de deuda van en aumento, los Gobiernos africanos deben poner mayor énfasis en la estabilidad macroeconómica, la movilización de ingresos internos, la disminución de la deuda y las inversiones productivas para reducir la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida a mediano o largo plazo.
Se prevé que en África subsahariana el crecimiento económico se desacelerará del 3,6 % registrado en 2022 al 3,1 % en 2023, según la versión más reciente del informe sobre la economía de la región publicada por el Banco Mundial en abril de 2023 y titulada Africa´s Pulse (El pulso de África). Se espera que la actividad económica de Sudáfrica se debilite aún más en 2023 (con un crecimiento anual del 0,5 %) a medida que se profundice la crisis energética, mientras que la recuperación del crecimiento en Nigeria en 2023 todavía se muestra frágil (2,8 %) debido a que la producción de petróleo se mantiene en niveles moderados. Se estima que el aumento del producto interno bruto (PIB) real de la subregión de África occidental y central disminuirá del 3,7 % de 2022 al 3,4 % en 2023, mientras que en África oriental y meridional bajará del 3,5 % de 2022 al 3 % en 2023.
“El crecimiento escaso, combinado con las vulnerabilidades de la deuda y el desalentador incremento de las inversiones, amenazan con derivar en una década perdida en la reducción de la pobreza”, dijo Andrew Dabalen, economista en jefe del Banco Mundial para África. “Los encargados de formular políticas deben redoblar los esfuerzos para frenar la inflación, impulsar la movilización de recursos internos y promulgar reformas que favorezcan el crecimiento, al tiempo que continúan ayudando a los hogares más pobres a hacer frente a la suba del costo de vida”.
Los riesgos de sobreendeudamiento siguen siendo altos: en diciembre de 2022, 22 países de la región presentaban riesgo alto de sobreendeudamiento externo o se encontraban ya en esa situación. Las condiciones financieras desfavorables en el ámbito internacional han elevado los costos del financiamiento y del servicio de la deuda en África, por lo que dejan de destinarse fondos a las inversiones en desarrollo que tanto se necesitan y se pone en peligro la estabilidad macrofiscal.
La inflación persistentemente alta y el escaso aumento de la inversión siguen restringiendo a las economías africanas. Si bien la inflación general parece haber tenido su punto máximo el año pasado, se prevé que en 2023 se mantendrá alta, en el 7,5 %, y por encima de las metas establecidas por los bancos centrales de la mayoría de los países. El aumento de la inversión en África subsahariana cayó del 6,8 % en 2010-13 al 1,6 % en 2021, con una desaceleración más pronunciada en la zona oriental y meridional que en la occidental y central.
A pesar de estas dificultades, muchos países de la región muestran resiliencia en medio de las múltiples crisis. Entre ellos figuran Kenya, Côte d'Ivoire y la República Democrática del Congo, que crecieron al 5,2 %, el 6,7 % y el 8,6 %, respectivamente, en 2022. En la República Democrática del Congo, el sector minero fue el principal motor de este crecimiento debido a la expansión de la capacidad y la recuperación de la demanda mundial. El aprovechamiento de la riqueza de recursos naturales puede permitir mejorar la sostenibilidad fiscal y de la deuda de los países africanos, pero en el informe se advierte que esto solo puede suceder si los países aplican las políticas adecuadas y aprenden las enseñanzas de los ciclos de auge y caída vividos en el pasado.
“La rápida descarbonización mundial ofrecerá importantes oportunidades económicas para África”, señaló James Cust, economista sénior del Banco Mundial. “Se necesitarán grandes cantidades de metales y minerales para las tecnologías con bajas emisiones de carbono, como las baterías, y si se implementaran las políticas adecuadas, se podrían elevar los ingresos fiscales, ampliar las oportunidades para las cadenas de valor regionales que generan empleo y acelerar la transformación económica”.
En una época de transición energética y de creciente demanda de metales y minerales, los Gobiernos de los países ricos en recursos naturales tienen la oportunidad de aprovecharlos mejor para financiar sus programas públicos, diversificar sus economías y ampliar el acceso a la energía. En el informe se indica que los países podrían incrementar los ingresos que obtienen de sus recursos naturales a más del doble del monto que recaudan en promedio en la actualidad. Para aprovechar estos recursos fiscales en forma de regalías e impuestos y, al mismo tiempo, seguir atrayendo inversiones privadas, se requieren políticas y reformas adecuadas, y una buena gestión de gobierno. La maximización de los ingresos públicos derivados de los recursos naturales ofrecería un doble dividendo para las personas y el planeta, ya que se ampliaría el espacio fiscal y eliminaría los subsidios implícitos a la producción.