Bienvenidos a las Reuniones de Primavera de 2017 del Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Me referiré brevemente a los temas que discutiremos con nuestros accionistas esta semana y luego responderé sus preguntas.
Como siempre, la economía mundial es uno de los temas prioritarios.
Resulta alentador ver que después de años de un crecimiento mundial decepcionante, las perspectivas económicas son más favorables. No obstante, son muchos los riesgos de deterioro de la situación que aún persisten, y los países que tienen espacio fiscal deben continuar con las reformas estructurales. Esto es crucial para acelerar el crecimiento económico sostenible e inclusivo que hace falta para poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030.
Nos reunimos en un momento en que enfrentamos varias crisis coincidentes (tanto de origen natural como provocadas por el hombre), que vuelven aún más urgente nuestra misión.
Ustedes y sus colegas informan sobre ellas todos los días:
- conflictos;
- perturbaciones climáticas;
- la crisis de refugiados más grave desde la Segunda Guerra Mundial;
- hambruna en partes de África oriental y Yemen, calificada por las Naciones Unidas como la peor de los últimos 70 años.
Esta hambruna en particular ha tomado desprevenido al mundo entero. Con demasiada frecuencia, nos olvidamos de las crisis no bien se atenúan, lo que conduce a un ciclo en el que se suceden el pánico y la desatención. Ya estamos trabajando con los países afectados y con nuestros asociados para responder a esta hambruna, y emplearemos todas las herramientas de las que disponemos, financieras y de asesoría, para evitar este flagelo en el futuro. El sábado convocaré a una reunión que presidiré junto con el secretario general de las Naciones Unidas con el fin de garantizar una respuesta coordinada, eficaz y dotada de los recursos necesarios.
Además de la fragilidad, los avances tecnológicos están cambiando el panorama. Según nuestras estimaciones, dos tercios de todos los empleos que existen en la actualidad en los países en desarrollo desaparecerán a causa de la automatización.
Al mismo tiempo, Internet, los teléfonos inteligentes y los medios sociales permiten a las personas saber exactamente cómo viven los demás, lo que genera un aumento de las aspiraciones en todo el mundo. Esto lo veo en todos los sitios que visito. Por lo tanto, ante estas crisis y las crecientes aspiraciones, debemos cambiar nuestra forma de trabajar.
Tenemos que encontrar otras maneras innovadoras de llegar a los pobres y de hacer del mundo un lugar más seguro y estable. La semana pasada, en la London School of Economics describí la forma en que estamos trabajando para modificar nuestro planteamiento.
Debemos comenzar por preguntarnos si el sector privado puede financiar un proyecto. Si las condiciones no son las adecuadas, trabajaremos con nuestros asociados para eliminar los riesgos de ese proyecto o, si es necesario, los riesgos de países o sectores enteros.
Esto no será fácil. Se requerirá el acuerdo de todo el sistema internacional de financiamiento del desarrollo (organismos multilaterales y bilaterales) a fin de que la arquitectura internacional para el desarrollo permita avanzar en esta dirección.
Pero solo así podremos actuar con la celeridad y en la escala que requieren los tiempos que vivimos.
La buena noticia es que nunca han existido condiciones más propicias que las actuales para hallar esas soluciones provechosas para todos. Hay billones de dólares inactivos, que generan escasos intereses, y los inversionistas buscan obtener una rentabilidad mayor. Se debe movilizar ese capital para que nos ayude a satisfacer las aspiraciones cada vez mayores de las personas de todo el mundo. Y ante las crisis que enfrentamos, nuestra tarea se vuelve mucho más apremiante de lo que jamás imaginamos.
Ahora con mucho gusto responderé sus preguntas.