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Discursos y transcripciones Abril 05, 2021

Palabras pronunciadas por David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, en el Cónclave sobre Capital Humano

Muchas gracias, Mamta.

Me da mucho gusto estar hoy aquí con todos ustedes para debatir sobre la importancia de invertir en capital humano para lograr una recuperación verde, resiliente e inclusiva en el contexto de la COVID-19.

Tal como señaló brevemente Mamta, los impactos de la COVID-19 en el capital humano han sido considerables en todos los países del mundo, y, a menos que se aborden con urgencia, corremos el riesgo de que algunos daños se vuelvan permanentes.

Para dar inicio a este cónclave, me gustaría invitarlos a reflexionar sobre tres aspectos importantes:

En primer lugar, la inversión en las personas.

En segundo lugar, la eficiencia en el gasto y la gestión adecuada.

Y, en tercer lugar, la necesidad de contar con suficiente margen fiscal.

Permítanme comenzar con la inversión en las personas. A corto plazo, los países deben trabajar para proteger a quienes han sufrido de manera desproporcionada durante la pandemia. Las esferas prioritarias incluyen garantizar que los estudiantes, especialmente las niñas, puedan volver a la escuela, que las personas con problemas de salud distintos de la COVID-19 puedan acceder a los servicios de atención médica, que los niños pequeños reciban una nutrición adecuada y que quienes perdieron empleos y oportunidades de generar ingresos puedan volver a ponerse de pie.

Con el tiempo, los países deberán abordar sus déficits de larga data en la acumulación de capital humano. Por ejemplo, en lo que respecta a la educación, deberán encontrar formas de matricular a unos 258 millones de niños que no asistían a la escuela antes de la pandemia. En muchos casos se trata de niñas, y no podemos dejarlas atrás.

Pasemos ahora al segundo aspecto que mencioné: la importancia de la eficiencia en el gasto y la gestión adecuada para optimizar los recursos.

En la mayoría de los casos, para alcanzar estas prioridades en materia de capital humano se necesitará la participación de varios sectores. A fin de evitar la fragmentación del gasto en los distintos sectores, se deberá contar con un liderazgo de alto nivel y una coordinación eficaz.

Con el avance de las tecnologías, podemos repensar la manera de lograr que la prestación de los servicios públicos se centre en las personas.

Una plataforma tecnológica podría ayudar al Gobierno a llegar a las personas que necesitan ayuda y a las que no se ha podido identificar mediante los instrumentos tradicionales, como los trabajadores migrantes de India. Herramientas como la identificación digital y los pagos móviles podrían brindar acceso al crédito, a tierras y a beneficios en efectivo a los grupos marginados, entre ellos las mujeres pobres y sus familias. 

Pasemos ahora al tercer y último aspecto: cómo obtener recursos para cumplir las prioridades relacionadas con el capital humano. Probablemente, uno de los desafíos más difíciles que enfrentan hoy en día los países es lograr el margen fiscal que necesitan para solventar el gasto público prioritario, sobre todo las inversiones en capital humano.

Muchos países deberán atravesar un período difícil de consolidación fiscal y deberán hacerlo reequilibrando cuidadosamente la necesidad de lograr una posición fiscal sostenible, que resulta importante para el crecimiento a largo plazo, y la necesidad inmediata de proteger los gastos que son esenciales para el desarrollo del capital humano, como los presupuestos operativos de las escuelas o los fondos para la vacunación de los niños. 

Priorizar las inversiones en capital humano durante los ajustes fiscales significa efectuar recortes en rubros menos productivos. Esto supone una decisión difícil, y estas decisiones varían de un país a otro. Para algunos, los subsidios a la energía podrían ser una posibilidad concreta, ya que suelen ser costosos, a menudo benefician más a las personas que no son pobres que a las que lo son y alientan el uso de combustibles fósiles perjudiciales para el medio ambiente. A nivel mundial, los países gastan el 0,6 % del producto interno bruto en subsidios a la energía y existe un amplio margen para reducir este tipo de gasto.

Países como Egipto e Indonesia, entre otros, han tomado medidas audaces para reducir dichos subsidios y financian programas de transferencias monetarias que están bien orientados a los pobres, y otros gastos sociales. 

Algunos países sencillamente no cuentan, por lo menos a corto plazo, con una base de ingresos suficiente para atender las necesidades de gastos. Estos países deberán mejorar sus sistemas de ingresos de manera tal que respalden el crecimiento y la inversión; mientras tanto, se necesita la ayuda financiera internacional para ayudar a financiar gastos prioritarios, como las inversiones en capital humano.

El Grupo Banco Mundial seguirá colaborando con el Fondo Monetario Internacional, el Grupo de los Veinte y otros asociados internacionales en la búsqueda de soluciones sostenibles al acuciante problema que supone gestionar el sobreendeudamiento que hoy afecta a algunos países. También esperamos abordar el problema a largo plazo de conseguir financiamiento sostenible para prioridades de políticas clave, entre ellas las inversiones en capital humano.

Gracias nuevamente por participar en este cónclave —que brinda la oportunidad de conocer las experiencias de distintos países— y por su liderazgo en la agenda de capital humano. Esta agenda es fundamental para aliviar la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida, y actualmente resulta aún más imprescindible para sentar las bases de una recuperación resiliente. Con esto devuelvo la palabra a la presidenta.

 

Enlace relacionado: Proyecto de Capital Humano

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