Hola a todos. Según donde se encuentren, buenos días o buenas tardes y ¡felicitaciones! Estoy muy contento de ver que, una vez más, la comunidad mundial se ha reunido para apoyar a los países más pobres del mundo.
Quisiera agradecer al Gobierno de Japón por organizar la reunión de esta vigésima reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-20). Esperábamos poder estar con ustedes en persona en Tokio pero, como todos sabemos, esto no fue posible por el empeoramiento de la situación de la COVID-19, especialmente debido a la variante ómicron.
Desde que Japón se unió al Banco Mundial en agosto de 1952, se fue convirtiendo en uno de nuestros asociados más cercanos. Ahora conforma el grupo de los mayores contribuyentes a la AIF y es un socio clave para lograr resultados de desarrollo a nivel mundial, regional y de los países.
Durante más de 60 años, la AIF ha proporcionado financiamiento para el desarrollo en condiciones concesionarias —en total, más de USD 458 000 millones para 114 países— a fin de impulsar el crecimiento económico, reducir la pobreza y la desigualdad, y mejorar las condiciones de vida de las personas.
Trabajando codo a codo con los países clientes y los donantes, la AIF ha ayudado a resolver algunos de los desafíos de desarrollo más complejos. Como prueba del éxito de nuestros esfuerzos conjuntos, 37 países se han “graduado” y han dejado de recibir el apoyo de la Asociación durante estos años; muchos de ellos ahora son donantes y han comprometido financiamiento para las actividades de ayuda.
Con la aparición de la pandemia de COVID-19, el mundo se enfrenta a una de las mayores crisis de nuestra era. Gran parte de los progresos alcanzados durante los últimos 15 años en cuanto a reducción de la pobreza, educación, salud y nutrición ha desaparecido como consecuencia de esa crisis. Al mismo tiempo, los efectos del cambio climático plantean desafíos adicionales en varios países.
Los países clientes de la AIF están a la zaga en lo que respecta a vacunación contra la COVID‑19 y recuperación económica. Hemos observado que la recuperación ha sido terriblemente despareja: el ingreso per cápita en las economías avanzadas crece al 5 %, mientras que en los países de ingreso bajo solo avanza a un ritmo del 0,5 %. Dos tercios de la población pobre del mundo —casi 510 millones de personas— viven en países en los que la AIF presta servicios.
La respuesta del Banco Mundial a la crisis de la COVID-19 ha sido la más grande de su historia. La AIF respondió con velocidad y amplitud de escala a una crisis económica y sanitara sin precedentes, y comprometió USD 56 900 millones entre abril de 2020 y noviembre de 2021.
Esto fue posible gracias a su decisión de acortar el período de la AIF-19 y adelantar un año la reposición de la AIF-20 para afrontar a las necesidades urgentes. Quisiera agradecer a todos por respaldar estas medidas extraordinarias y decisivas.
Durante los últimos meses, hemos colaborado estrechamente y nos hemos enriquecido con sus orientaciones y su respaldo. Trabajando en asociación con todos ustedes, logramos formular un marco de política, financiamiento y resultados ambicioso y robusto que orientará nuestro apoyo a los países clientes de la AIF mientras hacen frente a la crisis de la pandemia e intentan regresar a la senda del crecimiento.
Quisiera expresar mi gratitud a los representantes de los prestatarios de la AIF, que han ofrecido su asesoramiento en forma permanente y han compartido su punto de vista singular para encontrar la mejor manera de adaptar la ayuda y así satisfacer las necesidades y prioridades de los países clientes. El modelo de la AIF impulsado por los países nos permite dirigir el apoyo a quienes más lo necesitan y colaborar eficazmente con los organismos de las Naciones Unidas, los bancos multilaterales de desarrollo y otros actores para lograr resultados notables.
El paquete de reposición acordado hoy es una excelente muestra de solidaridad y confianza en la AIF. Sus contribuciones, combinadas con los montos que la Asociación obtiene de los mercados de capital, los reembolsos de créditos anteriores y las contribuciones del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, hacen que nuestra actividad sea un modelo de movilización de fondos único que genera un mayor valor e impacto en términos de desarrollo. Cada dólar que contribuyen a la AIF se transforma en casi USD 4 para los países más pobres. Gracias por confiar en la Asociación como una plataforma eficiente y unificada para enfrentar los desafíos de desarrollo y mejorar las vidas de millones de personas de todo el mundo.
Estas generosas contribuciones se complementan con el paquete de políticas de la AIF más ambicioso hasta el momento. Gracias a su compromiso, podremos incrementar la capacidad para dar prioridad a las siguientes esferas clave:
- capital humano —uno de los temas especiales presentados en la AIF-20—, que abarca vacunas, salud y nutrición, educación y redes de protección, con hincapié en la inclusión, especialmente de las personas con discapacidad;
- adaptación al cambio climático, resiliencia y preservación del capital natural y la biodiversidad, tema que guarda estrecha relación con el Plan de Acción sobre el Cambio Climático del Banco Mundial para ayudar a los países a integrar las cuestiones de clima y desarrollo;
- cierre de la brecha de género, en especial a través de la inversión en el empoderamiento y la inclusión económica y digital de las mujeres;
- creación de empleo, con sistemas financieros resilientes, respaldo a la participación del sector privado y a las inversiones en infraestructura, y fomento de la productividad y de mejores empleos;
- resolución de las situaciones de fragilidad, conflicto y violencia, con intervenciones específicas en los países, mejoramiento de las condiciones para los refugiados y las comunidades que los reciben, y fortalecimiento de la gestión institucional y la resiliencia.
Los temas transversales que constituyen la base de este marco de políticas son la preparación para las crisis, que se incorporó en la AIF-20 para crear resiliencia en un mundo con conmociones cada vez más frecuentes y efectos complejos; atención continua a la gobernanza y las instituciones; sostenibilidad de la deuda; infraestructura digital, y otras intervenciones para promover la inclusión económica y social.
Para terminar, me gustaría agradecerles una vez más su generoso aporte para ayudar a los países más pobres.
Esperamos seguir trabajando con todos ustedes para lograr un verdadero cambio en las vidas de millones de personas en situación de máxima vulnerabilidad en el mundo.
Muchas gracias.