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Muchas gracias a todos por la cálida bienvenida. Gracias por su hospitalidad y por mostrarme la ciudad de Varsovia. Y agradezco a la Escuela de Economía de Varsovia por abrirnos las puertas hoy. Me siento honrado de estar aquí y felicito a los pueblos de Polonia y Europa por recibir con los brazos abiertos a las personas que huyen de la guerra en Ucrania. Siento una profunda solidaridad hacia ustedes y admiro la generosidad que muestran al acoger en sus hogares a tantas personas del país vecino. Dziękuję.
Visité Varsovia por primera vez en 1975. Llegué en tren vía Praga, Bratislava y Cracovia. Como bien saben, eran tiempos difíciles, con el yugo del socialismo, la opresión soviética y la invasión de Checoslovaquia de 1968. La escasez y las protestas que surgieron en esa época dieron lugar al movimiento Solidaridad de Polonia, que terminó cambiando el rumbo de Europa oriental y otros sitios.
Guerra en Ucrania
Vivimos nuevamente en un período peligroso en el que se superponen diversas crisis y conflictos, y Polonia está cerca del epicentro. Estoy profundamente conmocionado y horrorizado por la invasión rusa de Ucrania, las atrocidades cometidas contra la población civil y la pérdida de vidas y de medios de subsistencia de millones de ucranianos. Los ataques contra las personas y la infraestructura causan enormes sufrimientos, amenazan la paz y la seguridad internacionales, y ponen en peligro los medios de que se dispone para satisfacer las necesidades sociales y económicas básicas de personas de todo el mundo.
Me reuní con el presidente Zelensky el 19 de febrero en Múnich y hablé con él después de la invasión para discutir el apoyo del Banco Mundial al pueblo de Ucrania. Desde la invasión, el Grupo Banco Mundial ha brindado asistencia financiera de desembolso rápido para ayudar al Gobierno a brindar servicios fundamentales a la población, entre los que se incluyen los salarios de los trabajadores de los hospitales, las pensiones de los ancianos y los programas sociales dirigidos a los grupos vulnerables. A través de la Corporación Financiera Internacional (IFC), hemos proporcionado de forma inmediata capital de trabajo a empresas que proveen suministros al país.
Me complace anunciar que el Banco Mundial está preparando una operación de USD 1500 millones para Ucrania dirigida a respaldar la continuidad de los servicios gubernamentales esenciales durante la guerra. Esto fue posible gracias a que ayer los países donantes y receptores de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) aprobaron otorgar USD 1000 millones a Ucrania y USD 100 millones a Moldova en el marco de la decimonovena reposición de los recursos de la entidad (AIF‑19).
El Banco Mundial fue creado en 1944 para colaborar en la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Como entonces, estaremos listos para asistir a Ucrania en su reconstrucción cuando llegue el momento. Mientras tanto, trabajamos para ayudar a los refugiados ucranianos que planifican el regreso a sus hogares, colaborar con las comunidades que reciben a ucranianos y brindar asistencia a los muchos millones de personas desplazadas internamente en Ucrania que han perdido sus hogares y sus medios de subsistencia. Asimismo, estamos analizando los impactos mundiales de la guerra en Ucrania, que incluyen el alza de los precios de los alimentos y la energía, y preparando una respuesta de gran magnitud a la crisis, con la que se brindará apoyo específico a los países en desarrollo.
Superposición de crisis mundiales
Lamentablemente, la violencia no se limita a Ucrania. Tan solo en el último año fuimos testigos de graves reveses en las áreas de desarrollo y seguridad, entre los que figuran el colapso de Afganistán, la crisis del Líbano y los golpes de Estado y la violencia en el Sahel, Etiopía, Somalia y Yemen. Millones de sirios viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano y Turquía. Diversos conflictos étnicos y religiosos azotan Myanmar y otras partes de Asia. Y, en América Latina y el Caribe, los niveles de delincuencia y violencia son alarmantes, e incluso algunas zonas urbanas y rurales están controladas por bandas criminales o carteles de la droga.
La tendencia a la inseguridad es muy preocupante. Este año, 39 de los 189 países miembros del Grupo Banco Mundial —39 de 189— están atravesando situaciones de conflicto abierto o muestran niveles de fragilidad inquietantes. El número de personas que vive en zonas de conflicto casi se duplicó entre 2007 y 2020. En la actualidad, en Oriente Medio y Norte de África, 1 de cada 5 personas vive en una zona afectada por conflictos. Este deterioro de la seguridad ha provocado un aumento en el número de refugiados, que en la última década se elevó a más del doble hasta superar los 30 millones en 2020. La guerra en Ucrania ya ha desplazado de sus hogares a otros 10 millones de personas, de los cuales más de 4 millones
—principalmente mujeres y niños— se han trasladado a países vecinos, la mayoría a Polonia y Rumania.
Reconocemos que cada una de las crisis en curso afecta más a las personas vulnerables, a menudo mujeres y niñas. Y, mientras tanto, seguimos padeciendo las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de una pandemia mundial y de los cierres económicos. Se han perdido millones de vidas, y millones más sufren debido a los enormes retrocesos en el desarrollo, que afectaron especialmente a los pobres.
Desde que comenzó el brote de COVID‑19, la violencia contra las mujeres y las niñas se ha intensificado. Los indicadores mundiales de alimentos, nutrición y salud han empeorado. Y los niños perdieron más de un año de educación a causa del cierre de las escuelas: en el punto máximo del confinamiento, 1600 millones de niños de todo el mundo no asistían a la escuela. Esto revertirá una década completa de avances en capital humano.
Nunca tantos países estuvieron en recesión al mismo tiempo, con las consiguientes pérdidas de capital, empleos y medios de subsistencia. Paralelamente, la inflación continúa acelerándose y reduce los ingresos reales de los hogares de todo el mundo, en especial de los pobres. Las políticas monetarias y fiscales de excepción que las economías avanzadas han estado implementando para estimular su demanda, combinadas con las limitaciones y alteraciones de la oferta, han impulsado los aumentos de precios y han agravado la desigualdad en todo el mundo. Un indicador que refleja la creciente preocupación por la inflación y la desigualdad es el estancamiento de la mediana de los ingresos reales en gran parte del mundo. Otro indicador es la probabilidad de que la pobreza continúe aumentando en 2022 debido a los efectos de la inflación, la depreciación de la moneda y la suba de los precios de los alimentos.
La guerra en Ucrania y sus consecuencias también han generado una escasez repentina de energía, fertilizantes y alimentos, y dan lugar a confrontaciones en la población, y entre los ciudadanos y sus Gobiernos. Incluso las personas que se encuentran geográficamente lejos de este conflicto sienten sus impactos.
Las alzas de los precios de los alimentos afectan a todos y tienen consecuencias devastadoras para los más pobres y vulnerables. Se prevé que, por cada punto porcentual de aumento en los precios de los alimentos, 10 millones de personas caerán en la pobreza extrema. Los ricos pueden seguir comprando alimentos básicos, aunque se hayan encarecido de la noche a la mañana, pero los pobres no. Se estima que la malnutrición aumentará, y será sumamente difícil revertir sus efectos en los niños.
Las alteraciones en el comercio ya han provocado que los precios de los cereales y los productos básicos se disparen. Las exportaciones de trigo desde los puertos del mar Negro han mermado de forma abrupta. Y la intensa sequía de América del Sur está reduciendo la producción mundial de alimentos. Los mercados mundiales de productos básicos alimentarios son grandes y están bien establecidos, y después de un tiempo tienden a adaptarse a las alteraciones en la producción. No obstante, hay otros factores que agudizan los actuales problemas en la oferta de alimentos: el suministro de fertilizantes, los precios de la energía y las restricciones a la exportación de alimentos impuestas por los propios países.
Los precios de los fertilizantes dependen de los del gas natural, que han aumentado. Mientras se envía gas natural licuado (GNL) a Europa, se genera escasez en otros lugares, lo que reduce la producción de fertilizantes y altera la temporada de siembra y la productividad de la cosecha. Rusia y Belarús son grandes productores de fertilizantes, lo que agrava significativamente el problema.
Las repercusiones financieras de la crisis energética están relacionadas con los esfuerzos de la comunidad mundial en el área del cambio climático. Rusia ha sido una fuente importante de energía para todo el mundo en cuanto productor de petróleo, carbón y gas, recurso que suministra a Europa a través de una red de gasoductos. Me dio gusto ver que Europa está avanzando hacia la diversificación de su matriz energética para alejarse de Rusia, y que analiza la importación de GNL y la generación de energía nuclear para producir electricidad básica, pero esto llevará tiempo. La rápida incorporación de fuentes nuevas y significativas de producción de energía en Europa y otras partes del mundo será un ingrediente necesario para la recuperación mundial y la seguridad energética de ese continente.
El Grupo Banco Mundial apoya decididamente la integración de los objetivos climáticos y de desarrollo. De esta forma se reconocen la urgencia del crecimiento y el desarrollo como ejes centrales de nuestra misión de aliviar la pobreza e impulsar la prosperidad compartida, y las promesas de la comunidad mundial de desacelerar el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas con las actividades humanas. Para hacer realidad estas promesas de generar bienes públicos mundiales se requerirán cientos de proyectos complejos y de varias décadas de duración, financiados por la comunidad internacional, que permitan reducir las emisiones. Estamos trabajando para abordar estos desafíos a través de diversos estudios analíticos, entre los que figuran nuestros informes sobre el clima y el desarrollo de los países y los programas de evaluación del sector de infraestructura. Nos complace respaldar los esfuerzos de Polonia por aumentar la eficiencia energética y continuar su transición hacia la eliminación gradual del carbón.
Deterioro de las perspectivas económicas
En el plano económico, las tendencias son poco alentadoras. En 2022, antes del comienzo de la guerra en Ucrania, la recuperación ya estaba perdiendo impulso debido al aumento de la inflación y a los persistentes cuellos de botella en la oferta. Mientras que, según las previsiones, en 2023 las economías avanzadas prácticamente regresarían a las tasas de crecimiento anteriores a la pandemia, las economías en desarrollo estaban muy rezagadas.
La guerra en Ucrania y los confinamientos derivados de la COVID-19 en China están cerrando aún más el camino de la recuperación. Preocupa que las repercusiones incrementen la desigualdad debido a que la guerra afecta los vínculos entre los mercados financieros y de productos básicos, el comercio y la migración, y la confianza de los inversionistas y los consumidores. Las economías avanzadas con sistemas de protección social bien desarrollados están protegiendo a una parte de su población de los daños causados por la inflación y los bloqueos comerciales, pero los países más pobres cuentan con recursos fiscales limitados y sus sistemas para apoyar a los necesitados son deficientes. La depreciación monetaria y la inflación están golpeando con fuerza a los pobres, lo que está provocando rápidos aumentos de las tasas de pobreza en 2022. A esto se suma que la deuda de los países en desarrollo ha aumentado marcadamente hasta alcanzar el nivel máximo de los últimos 50 años: hoy representa alrededor del 250 % de los ingresos públicos. Las vulnerabilidades derivadas de la deuda son particularmente graves en los países de ingreso bajo: el 60 % de ellos ya se encuentra sobreendeudado o presenta un alto riesgo de caer en esa situación.
La mayoría de los mercados emergentes y las economías en desarrollo están mal preparados para enfrentar la crisis de deuda que se avecina. En este momento, la exposición al riesgo del sector financiero no es clara, pero uno de los indicadores —el costo de asegurar contra el riesgo de incumplimiento de pagos en los mercados emergentes— ha alcanzado su punto más alto desde el inicio de la pandemia.
Esferas de acción
A medida que evaluamos estas crisis superpuestas y nos preparamos para las Reuniones de Primavera del Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional de la semana próxima, quisiera destacar algunas esferas de acción.
En primer lugar, es necesario asignar eficazmente el capital. El problema de la desigualdad y la marcada concentración de la riqueza en segmentos reducidos de la población mundial está empeorando. Los Gobiernos de los países avanzados dirigen billones de dólares de deuda y capital a sectores sobrecapitalizados, lo que perjudica el crecimiento, las cadenas de suministro, el empleo y los ingresos medios. El resultado es una profundización de la desigualdad debido a la gran ineficiencia con la que se asigna el capital mundial, que no contribuye a respaldar a las pequeñas empresas, el capital de trabajo ni el desarrollo. Insto a los Gobiernos y los bancos centrales de las economías avanzadas a modificar las políticas fiscales, monetarias y de regulación financiera que están concentrando la riqueza y los ingresos, asignando inadecuadamente el capital y alimentando la inflación.
En segundo lugar, es hora de promover el crecimiento y la producción. Una vía primaria para la recuperación mundial es generar políticas, financiamiento e innovación que abran la puerta a inversiones, permitan ampliar la base de inversiones e impulsen el aumento de la producción. Esto es lo que define una respuesta eficaz a la escasez y los precios elevados. La asignación descentralizada de capital y las políticas que fomentan la estabilidad monetaria son ingredientes clave. Las recientes depreciaciones monetarias y la aparición de múltiples tipos de cambio son un claro recordatorio de que es fundamental contar con políticas monetarias y fiscales sólidas. Es importante destacar que debemos redoblar nuestros esfuerzos de crecimiento con soluciones de los sectores público y privado que proporcionen agua potable, electricidad confiable, agricultura y ganadería sostenibles, educación de calidad, preparación para emergencias sanitarias y acceso digital.
En tercer lugar, es fundamental mantener abiertos los mercados. Además de promover grandes aumentos en la diversificación de la producción de energía, los países también deberían levantar las restricciones más estrictas a las importaciones y exportaciones. Este es un paso importante para acortar la crisis y contribuir a la recuperación. La mayoría de las barreras al comercio protegen a los privilegiados a expensas del resto de la sociedad, lo que agrava la desigualdad. En esta categoría se incluyen los cupos, las tasas arancelarias elevadas, los altos impuestos a la exportación y los subsidios que distorsionan el comercio. Cada uno de estos factores —desde los cupos de importación de arroz, maní y azúcar hasta los costosos subsidios a la producción de algodón y etanol o las exigencias de contenido nacional que socavan la productividad— causa daños asimétricos a los pobres.
Por último, pero no menos importante, es necesario demostrar un compromiso firme con la seguridad y la estabilidad. La paz duradera requiere esfuerzos constantes para fortalecer las instituciones, reducir la desigualdad, elevar el nivel de vida de las personas y proporcionar defensas. Por el contrario, las crisis de seguridad provocan aumentos masivos de la pobreza y diezman a la clase media.
Lecciones aprendidas
Mientras esperamos la reconstrucción de Ucrania —un esfuerzo que todos deseamos que se concrete—, quisiera concluir recordando la experiencia de Polonia. Incluso mientras lidiaba con un fallido sistema comunista de planificación central, Polonia comenzó a incorporar mecanismos de mercado. En medio de la censura, pudo crear un movimiento social y civil dinámico como Solidaridad. Esto lo vi con mis propios ojos en 1975 en el entusiasmo que los polacos me mostraron a mí y a otros extranjeros.
La determinación y el arduo trabajo del pueblo polaco rindieron sus frutos. Las décadas de preparación los habían dejado listos para actuar rápidamente tan pronto como se produjera una apertura hacia la libertad. Polonia proporcionó una educación de bases sólidas, liberalizó la economía, privatizó empresas estatales, se comprometió a mantener la estabilidad monetaria, atrajo inversiones y se volvió competitiva a nivel internacional. La transición de una economía planificada a una basada en el mercado redujo la inflación de más del 500 % en 1990 a menos del 10 % en 1999, y a partir de allí la mantuvo en niveles bajos.
Los avances fueron notablemente rápidos porque se basaron en metas y aspiraciones compartidas que valoraban la paz, la libertad y la liberalización económica. Estos valores son fundamentales mientras Polonia hace frente a las numerosas crisis que se superponen en la región y en el mundo. La transformación económica también es importante por su impacto en la sociedad. La generosidad espontánea de Polonia —a nivel nacional y municipal— hacia los refugiados ucranianos es inspiradora.
Cuando se produjo la transformación económica de Polonia, el país recibió un fuerte apoyo de la comunidad internacional, y estoy seguro de que Ucrania será tratada de la misma manera. La acción global concertada contra los conflictos y la violencia exige que las instituciones internacionales se centren en las funciones en las que tienen una ventaja comparativa, como el seguimiento de los flujos financieros transfronterizos, la prestación de asistencia humanitaria y el fortalecimiento de la capacidad sobre el terreno para asignar y gestionar estratégicamente las operaciones de mantenimiento de la paz.
Gran parte de las medidas necesariamente deberán adoptarse a nivel nacional. La ventaja comparativa del Grupo Banco Mundial radica en su capacidad de lograr resultados sobre el terreno e intercambiar buenas prácticas, trabajando en estrecha colaboración con los Gobiernos, la sociedad civil y el sector privado. Cuenten con nosotros, tal como nosotros contamos con ustedes para apoyar enfoques innovadores en la primera línea del desarrollo. Este es el ámbito en el que podemos ganar las batallas contra las múltiples crisis que enfrentamos. Quiero agradecerles sinceramente a todos. Muchas gracias.
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Sitio conjunto de las Reuniones de Primavera del GBM y el FMI