6 de diciembre de 2023 (Zanzíbar, Tanzanía)
Texto preparado para la alocución
Excelencias, presidenta Samia, presidente Mwinyi, es un gran honor estar hoy aquí con ustedes. Les agradezco la cálida bienvenida y la hospitalidad que sus Gobiernos nos han brindado a cada uno de nosotros.
Antes de comenzar, quisiera expresar mis condolencias a ustedes y a las comunidades afectadas por las inundaciones que tuvieron lugar hace unos días. Tengan la seguridad de que el Banco Mundial los acompañará durante la recuperación y la reconstrucción.
En el momento de su fundación, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) asumió una misión sencilla, aunque noble: elevar el nivel de vida y dar impulso al crecimiento en los países en desarrollo.
Pero el panorama que enfrentamos hoy es mucho más complejo: retroceso de los avances en nuestra lucha contra la pobreza, una crisis climática existencial, inseguridad alimentaria, fragilidad, una recuperación incipiente de la pandemia y conflictos que afectan vidas más allá de la primera línea.
Una tormenta perfecta de desafíos interrelacionados que exacerban la desigualdad.
Mientras tanto, en los próximos 10 años, 1100 millones de jóvenes de todo el sur global se convertirán en adultos en edad de trabajar. Sin embargo, en el mismo período y en los mismos países, solo se espera que creemos 325 millones de empleos. El costo de la inacción es inimaginable.
Pero ¿cómo podemos aspirar siquiera a lograr suficientes avances mientras 600 millones de personas en África —36 millones de los cuales viven aquí en Tanzania— aún no tienen acceso a un servicio eléctrico confiable?
En pocas palabras: no podemos.
Para hacer frente a estos desafíos de desarrollo interconectados, nuestra única opción es responder de manera enérgica, simultánea e integral.
Por este motivo, hemos adoptado una nueva visión: crear un mundo sin pobreza en un planeta habitable.
Con esta visión hemos ampliado la apertura del Banco Mundial, y las mismas motivaciones exigen que ampliemos el alcance de la AIF.
Muchos de ustedes vinieron con el mismo compromiso de lograr el objetivo. Esto es lo que me impulsó a estar aquí y comenzar este viaje en el que buscaremos reconfigurar juntos el financiamiento en condiciones concesionarias.
Esto será difícil, pero si realmente queremos incentivar el cambio y ayudar a los países a alcanzar sus objetivos de desarrollo, no podemos simplemente desearlo: tenemos que luchar para conseguirlo.
Necesitamos pasar de los proyectos a las plataformas, necesitamos replicar y ampliar las experiencias exitosas, necesitamos copiar ideas sin vergüenza y compartirlas sin problema.
Por ejemplo, no hace mucho visité una ciudad de Nigeria donde la AIF había ayudado a financiar un sistema de minirredes. Gracias a la electricidad que generaba dicho sistema, los pequeños agricultores realizaban su trabajo en la mitad del tiempo esperable, los comerciantes podían aceptar pagos digitales y las personas diabéticas accedían regularmente a insulina refrigerada.
Y con los nuevos ingresos que se inyectaron en la comunidad, se cambió el techo de la escuela, las farolas mejoraron la seguridad y aumentó la matrícula escolar.
Ese es el verdadero poder de la electricidad. Pero este es solo un ejemplo. Me gustaría ver 100 000, 200 000, medio millón más. Estos beneficios y oportunidades no deberían ser para las personas acomodadas o afortunadas, o para tal o cual comunidad y no otra.
Deberían ser para todos...
Por esta razón, con USD 5000 millones de la AIF, tenemos la misión de suministrar electricidad confiable, asequible y renovable a 100 millones de africanos antes de 2030.
Pero nuestra ambición tiene un costo.
La verdad es que estamos empujando los límites de este importante recurso en condiciones concesionarias y ninguna cantidad de ingeniería financiera creativa compensará el hecho de que necesitamos más fondos.
Esto debe impulsar a cada uno de nosotros a contribuir para que la próxima reposición de los recursos de la AIF sea la más grande de todos los tiempos.
Necesitamos que todos —donantes, accionistas y entidades filantrópicas— den un paso adelante y se unan a nosotros, y aporten sus aspiraciones a esta lucha; de lo contrario, el potencial de la AIF nunca se materializará.
Pero el cambio que aspiramos a lograr no puede simplemente comprarse.
Debemos reformarnos para ser más rápidos y eficientes.
Debemos cumplir la Hoja de Ruta para la Evolución del Banco Mundial y hacer que la AIF sea más abordable, accesible y comprensible.
Y debemos seguir enfocados en nuestro objetivo de ser mejores asociados y generar más impacto.
Esto se vuelve difícil cuando se requiere que los Gobiernos a los que prestamos servicios —a menudo con capacidad limitada— naveguen por una red opaca de fondos hechos a medida, cada uno con procesos de solicitud únicos, normas individuales y asignaciones variables. Esto abruma a los países, dificulta la planificación y desvía la atención de los impactos.
En última instancia, retrasar el desarrollo equivale a negarlo.
Si pudiéramos crear menos fondos con más flexibilidad, simplificar nuestros estándares o uniformar el proceso de solicitud, podríamos ahorrar tiempo.
Hay otras reformas de sentido común que podemos llevar a cabo juntos.
En los últimos 10 años, la cantidad de elementos de la AIF que se nos ha pedido medir ha aumentado de 120 a más de 1000. Como resultado, nuestro equipo y los Gobiernos pasan más tiempo tratando de cumplir con los requisitos formales que generando resultados.
Por esa razón, el Grupo Banco Mundial está reconstruyendo su sistema de calificación institucional desde cero con miras a generar impacto: cuántas niñas asistieron a la escuela, cuántas personas consiguieron empleo, cuántas emisiones de gases de efecto invernadero evitamos.
Si podemos extender nuestro enfoque en los resultados a la AIF, podemos alejar la atención del papel y centrarnos en los proyectos y las personas.
Para lograr estas reformas, será necesario que cada uno de nosotros haga un esfuerzo extra. Afortunadamente, la predisposición para responder a estos desafíos forma parte de nuestro origen.
Después de Bretton Woods, Henry Morgenthau, secretario del Tesoro de Estados Unidos, señaló que el Banco Mundial era la solución a uno de los problemas más complicados. Pero también dijo que la solución fue posible porque “[s]olo con la buena voluntad, el buen juicio y la sinceridad de todas las [...] naciones podrían haberla encontrado”.
Ese es el mismo espíritu que se nos pide ahora.
En los próximos dos días, tendremos la oportunidad de reflexionar sobre el camino de la AIF y reafirmar sus principios fundacionales. Juntos replantearemos en qué podría convertirse la AIF y qué podríamos lograr como resultado.
Tendremos la oportunidad de comprometernos con la visión que motivó la creación de la AIF, la visión de un mundo en el que la pobreza no sea una barrera para el potencial humano y en el que cada individuo tenga la oportunidad de prosperar.
Es un viaje que me alegra compartir con ustedes.
Muchas gracias.
Última actualización: Dic 06, 2023