Texto preparado para la alocución
La pobreza y el hambre están interrelacionadas y se ven afectadas por muchos problemas que tienen consecuencias de largo alcance, si no se abordan.
Por ejemplo, privar a un niño de una nutrición adecuada reduce su potencial de aprendizaje y agrava sus problemas de salud, lo que a su vez disminuye significativamente (un 17 % anual) sus ingresos para el resto de su vida.
Sabemos, y Brasil lo ha demostrado, que esto es totalmente evitable.
El liderazgo del Presidente Lula y de la Presidencia brasileña del G-20 de centrarse en el hambre, y la creación de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza es un importante paso hacia adelante.
El Grupo Banco Mundial está en esta lucha de ayudar a ampliar con soluciones comprobadas.
Como parte de nuestro compromiso con esta iniciativa -y de nuestra asociación con Brasil- hoy anunciamos que el Grupo Banco Mundial será el principal socio en materia de conocimiento de la Alianza.
- En esta capacidad, generaremos soluciones contra el hambre para la bolsa de políticas de la Alianza, y coordinaremos el intercambio de conocimiento junto con Brasil, en beneficio de todos.
- Esto se complementará con nuevos diagnósticos que proporcionarán información país por país sobre el hambre, la pobreza y la cobertura de la protección social, lo que permitirá a los gobiernos tomar decisiones con conocimiento de causa.
El conocimiento tiene más impacto cuando se combina con recursos, razón por la cual también pondremos a disposición de los países financiación de la AIF para financiar las opciones de la bolsa de políticas (de la Alianza Global). Se trata de una asociación natural, puesto que la AIF ya es la principal fuente de subvenciones y financiación en condiciones favorables para luchar contra la pobreza y el hambre, y con una fuerte reposición podemos hacer aún más.
Además, la Alianza y nuestra asociación reforzarán el trabajo que ya tenemos en marcha.
A lo largo de las dos últimas décadas hemos creado programas de protección social que están ayudando a más de 250 millones de personas a resistir las crisis y las perturbaciones alimentarias.
Ahora, nos hemos fijado la nueva ambición de trabajar junto con nuestros socios para ayudar a 500 millones de personas para finales de 2030, con el objetivo de que la mitad de estos beneficiarios sean mujeres. Para lograr este objetivo, estamos utilizando un innovador sistema digital de transferencia de efectivo que garantiza que los necesitados reciban los recursos directamente, al tiempo que combate la corrupción y el despilfarro.
Pero nuestro trabajo para derrotar al hambre también debe dirigirse a la raíz: la pobreza.
Tomemos como ejemplo el sector agrícola africano. Existe un enorme potencial para producir más alimentos y ayudar a los agricultores a salir de la pobreza.
En la actualidad, sólo el 6 % de las tierras agrícolas son de regadío, frente al 37 % en Asia, y los rendimientos están un tercio por debajo de la media debido a una insuficiente fertilización. Con una inversión centrada en el fertilizante adecuado para el suelo adecuado -y el riego- podemos ayudar a la gente a producir mayores cosechas con la misma tierra.
Lo que se traduce en mayor productividad y, por lo tanto, en más beneficios.
Más dinero para que los agricultores lo gasten en sus familias: material escolar, medicinas y alimentos. También pueden reinvertir en semillas y equipos más resistentes a la sequía y de mayor calidad, hacer crecer su negocio con inversiones del sector privado y compartir su prosperidad con nuevos empleados y su comunidad.
En pocas palabras: el hambre y la pobreza están entrelazadas. Tenemos que enfrentarnos a ellas y trabajar duro para librar a nuestro mundo de ambos.
El Grupo Banco Mundial está decidido a cumplir su cometido, y considera a esta Alianza una piedra angular de ese esfuerzo.
Agradezco al presidente Lula y al Gobierno brasileño por su liderazgo.
