Es para mí un privilegio estar aquí con ustedes en esta ocasión en la que confluyen dos momentos importantes para el Grupo Banco Mundial:
un momento para celebrar lo que hemos logrado en 80 años y reflexionar sobre las lecciones que hemos aprendido, y
un momento para conmemorar un año de cambios, trabajo arduo y progreso, y prepararnos para la próxima generación de desafíos.
El Banco Mundial nació en una época de agitación mundial. Fue creado en 1944 durante la Conferencia de Bretton Woods y surgió como respuesta a la devastación generalizada que había provocado la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo original, en tanto Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, se centró directamente en ayudar a la reconstrucción de las naciones arrasadas por la guerra.
Sin embargo, incluso en esas primeras deliberaciones se generó un acalorado debate: ¿debería el Banco Mundial abocarse únicamente a la reconstrucción o podría desempeñar una función más amplia en la promoción del desarrollo mundial?
Desde entonces, las necesidades del mundo han seguido evolucionando, y el Banco Mundial ha evolucionado con ellas.
Una vez más, nos encontramos en una encrucijada similar, donde la reconstrucción ocupa un lugar central debido a las guerras en Europa, Oriente Medio y África. Gracias a las lecciones del pasado, hoy contamos con una preparación única para reconstruir en el marco de los conflictos actuales.
Si bien la reconstrucción es esencial, nos hemos enfocado cada vez más en el desarrollo.
Este es el verdadero propósito del Banco Mundial: ayudar a las naciones a superar situaciones desfavorables para que las personas puedan alcanzar su máximo potencial.
Hoy nos enfrentamos a un mundo de una complejidad inigualable: la pobreza, el cambio climático, los conflictos y las pandemias están interrelacionados. Las necesidades actuales de reconstrucción y desarrollo exigen una institución que sea más rápida y sencilla, genere mayor impacto, y pueda hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo a una escala sin precedentes.
Este es un llamado del que se hicieron eco nuestros accionistas y países clientes cuando ingresé al Banco hace 16 meses: el mandato de trabajar con su dedicado personal para diseñar su evolución. Juntos, nos hemos embarcado en este viaje para construir un Banco mejor y hacer realidad esa visión.
Hemos logrado mejoras significativas en toda la institución y avanzado en el cumplimiento de esa promesa. Me anima saber que estamos yendo en la dirección correcta, marcada por logros mensurables: operaciones simplificadas, una institución más orientada a generar impacto y una mayor capacidad de financiamiento.
En primer lugar, somos más rápidos.
Porque retrasar el desarrollo equivale a negarlo.
Simplificando nuestros procesos, podemos pasar de la planificación a la acción con mayor rapidez, reduciendo así el tiempo que lleva cumplir nuestro compromiso con los países a los que prestamos servicios.
Hemos reducido el período de aprobación de proyectos de un promedio de 19 meses a 16. Nuestro objetivo es llegar a los 12 meses en junio de 2025.
Esto se está haciendo realidad. Valiéndonos de un enfoque basado en plataformas, aprobamos un conjunto de proyectos de salud con características similares en cinco países africanos, cada uno en menos de 100 días y, en algunos casos, en apenas 30. En la región del Pacífico, aprobamos un proyecto de apoyo a la banca corresponsal para siete países en 10 meses.
En segundo lugar, somos una institución más sencilla.
Porque la forma nunca debe prevalecer sobre el contenido.
Gracias a la simplificación de nuestros procesos, podemos trabajar con más eficiencia, y los países clientes, sobre todo aquellos que tienen una capacidad limitada, pueden acceder más fácilmente a nuestros servicios.
Estamos elaborando un marco unificado de alianza con los países y hemos nombrado a 21 funcionarios a cargo de las operaciones en los países que representan a todo el grupo: el BIRF, la AIF, MIGA e IFC. Aunque ha pasado poco tiempo, vemos un cambio y un nuevo nivel de colaboración entre nuestra Administración y nuestro personal. Los comentarios iniciales recibidos de los países han sido alentadores, por lo que estamos en proceso de extender esta modalidad a otros 20 países para principios del próximo año.
Mientras tanto, hemos implementado una serie de cambios que ustedes no verán, pero que nuestros países clientes y nuestros asociados sentirán. Al unificar muchas funciones administrativas (presupuesto, adquisiciones institucionales y bienes raíces), podemos prestar servicios con mayor rapidez y funcionar mejor como grupo.
Además, estamos trabajando para ser un mejor asociado y colaborador de otros bancos multilaterales de desarrollo. En el último año, el Banco Mundial ha formalizado relaciones de colaboración con otras cinco instituciones. Hemos trabajado juntos en una amplia variedad de temas, desde la Amazonia con el Banco Interamericano de Desarrollo hasta el comercio transfronterizo con el Banco Islámico de Desarrollo, pasando por el fortalecimiento de los servicios de salud con el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura. Y pronto concluiremos un acuerdo con el Banco Asiático de Desarrollo que permitirá mejorar la eficiencia en favor de nuestros países clientes.
Y, como parte de una agrupación de bancos multilaterales de desarrollo, hemos creado una plataforma en línea que permite a las instituciones de desarrollo compartir información sobre proyectos cofinanciables y analizarlos de manera segura y transparente. Esta nueva plataforma permite reducir la carga administrativa y los costos de transacción, coordinar mejor el financiamiento y, en última instancia, lograr un mayor impacto en el desarrollo. En solo seis meses, contamos con 100 proyectos en tramitación y algunos están comenzando a recibir financiamiento.
En tercer lugar, estamos más orientados a generar impactos.
Porque los resultados son importantes.
Al priorizar los resultados mensurables, mejoramos la rendición de cuentas, orientamos los esfuerzos en todo el Banco y garantizamos que nuestros proyectos generen cambios reales.
Nuestro Banco de Conocimientos reestructurado cuenta ahora con las personas adecuadas para dirigir cada sector temático de la institución. Estas personas buscan aportar nuestros conocimientos especializados para la creación de marcos de alianza con los países y ayudar a los países a superar los problemas relacionados con la capacidad para elaborar proyectos financiables.
Hemos reestructurado nuestro Sistema de Calificación Institucional, cuyos elementos se redujeron de 150 a 22. Este conjunto simplificado de indicadores contribuye al cambio cultural que estamos impulsando y consolida los esfuerzos de toda la institución por maximizar el impacto. La semana pasada, publicamos los resultados de referencia de 20 indicadores y compartimos nuestras fórmulas de medición. De este modo, permitimos que los accionistas, los países clientes y los contribuyentes vean el impacto que estamos generando e identifiquen las áreas en las que debemos intensificar nuestra labor.
En cuarto lugar, hemos optimizado nuestros recursos y contamos con más capacidad de financiamiento.
Haciendo un uso estratégico de nuestras herramientas financieras, podemos ampliar el alcance y profundizar el impacto sin poner en riesgo la sostenibilidad financiera de la institución.
Hemos aplicado enérgicamente las medidas de suficiencia de capital y hemos ampliado nuestro balance general a través de la generación de una capacidad de financiamiento adicional de USD 150 000 millones para el BIRF durante los próximos 10 años. Este resultado se logró gracias a la combinación de dos factores: las nuevas herramientas y la generosidad de los accionistas. Las medidas incluyen el capital híbrido, las garantías de cartera y dos reducciones de la relación capital-préstamos en dos años.
Sobre esta base, ofrecimos nuevos instrumentos y ampliamos otras soluciones conocidas.
Por ejemplo, introdujimos una nueva modalidad de financiamiento a 50 años para los bienes públicos mundiales sin costo adicional. Y, para responder a diversas necesidades, comenzamos a ofrecer préstamos con vencimientos más cortos de 7 años y precios más bajos.
Estamos buscando maneras de ampliar nuestros diversos instrumentos de financiamiento que se basan en los resultados. Estos instrumentos crean un poderoso incentivo para obtener resultados y son una parte integral de nuestro conjunto de herramientas. En conjunto, el ejercicio pasado representaron casi la mitad de los préstamos del BIRF y de la AIF.
El financiamiento basado en el enfoque de pago por resultados y el incentivo de tasas de interés reducidas para proyectos de bienes públicos globales dieron lugar a la creación del Fondo para un Planeta Habitable. Capitalizamos el fondo con USD 200 millones de nuestros ingresos, que se sumaron al apoyo inicial de Alemania, Dinamarca, Islandia y Japón. Esperamos que otros Gobiernos y entidades filantrópicas también hagan su contribución.
Antes de fin de año, pondremos en marcha, con fondos del BIRF, un servicio de financiamiento para la preparación de proyectos destinado a ayudar a los países que enfrentan problemas de capacidad y convertir ideas en propuestas financieramente viables.
Hemos desarrollado un nuevo mecanismo para incrementar el valor del capital exigible; este mecanismo ya está listo para que los accionistas lo pongan en marcha.
Hemos adoptado importantes medidas en relación con los precios de los préstamos del BIRF para garantizar que los países de ingreso mediano puedan solicitarnos financiamiento en mejores condiciones. Parte de este ajuste de precios permite que los pequeños Estados que pueden acogerse a las cláusulas de suspensión temporaria de la deuda tras una crisis climática obtengan préstamos al costo más bajo que ofrecemos.
Todos estos elementos forman parte de un esfuerzo sostenido. Siempre que veamos una oportunidad para mejorar nuestro balance general y optimizar su uso, la aprovecharemos. Porque cuando el financiamiento más asequible se combina con nuestros conocimientos, se crea un motor poderoso para el desarrollo.
Este mismo espíritu de hacer todo lo que podemos está siempre presente en nuestra campaña de reposición de los recursos de la AIF.
A lo largo de 60 años, 36 países se han graduado de dicha entidad. Muchos de ellos son ahora generosos donantes, pero todos conocen tres cosas:
En primer lugar, el poder de las donaciones y los préstamos en condiciones sumamente favorables de la AIF.
En segundo lugar, los conocimientos adquiridos por la AIF a lo largo de los años que fortalecen la capacidad en otros países.
En tercer lugar, la capacidad única de la AIF de multiplicar entre 3,5 y 4 veces cada dólar donado brinda a los donantes un mayor impacto por dólar y a los clientes, la posibilidad de emprender proyectos de desarrollo más grandes. Esto ha ayudado a la AIF a otorgar USD 270 000 millones en los últimos 10 años.
La AIF es el mejor negocio en el ámbito del desarrollo. Los beneficios que obtienen las personas son más importantes que los fondos que proporcionamos.
En la última década, la AIF ha ayudado a brindar servicios de salud a casi 900 millones de personas en todo el mundo, ha conectado a 117 millones a una fuente de electricidad confiable y ha suministrado agua potable a otros 94 millones. Asimismo, ha ayudado a más de 18 millones de agricultores a cultivar más, desperdiciar menos y mejorar sus resultados financieros.
Mientras tanto, la AIF es un salvavidas para los 78 países más pobres del mundo que este año gastarán en el servicio de la deuda cerca de la mitad de sus ingresos, y más de lo que gastan en las áreas de salud, educación e infraestructura combinadas. En este entorno difícil, en los últimos cuatro años ha proporcionado USD 16 000 millones a los cuatro países incluidos en el Marco Común para el Desarrollo y la Liquidez. La mitad de esos fondos fueron donaciones puras y la otra mitad, financiamiento en condiciones concesionarias.
Estamos haciendo todo lo posible para asegurarnos de que la AIF cuente con los recursos que necesita para ser eficaz. Creemos también que una AIF enfocada y más sencilla ofrece la mejor oportunidad para generar estabilidad y seguridad y promover el desarrollo.
Con el tiempo, la cantidad de mediciones exigidas por la AIF aumentó a casi 1100. Estamos trabajando para reducir esa cifra a menos de 400, otorgando a los clientes más libertad para priorizar su desarrollo y darle forma, de manera que se ajuste a las circunstancias del país.
Esperamos que en la cumbre de la AIF sobre las promesas de contribuciones que Corea del Sur organizará en diciembre podamos decir a los 78 países que dependen de la entidad que ya contamos con una AIF más sencilla y dotada de recursos suficientes.
Incluso con el capital adicional y los avances que se derivan de nuestros esfuerzos por convertirnos en un Banco mejor, debemos incentivar al sector privado para que participe como fuerza multiplicadora.
A tales efectos, publicamos datos propios sobre inversiones para inspirar confianza a los inversionistas de dos maneras:
En primer lugar, a través de GEMs publicamos las tasas de incumplimiento y recuperación del sector privado desglosadas por país y sector, así como estadísticas sobre las tasas soberanas de incumplimiento y recuperación de los últimos 40 años. Estos datos ya están disponibles en Bloomberg Terminal.
En segundo lugar, IFC publicó indicadores del incumplimiento del sector privado desglosados según la calificación crediticia de los prestatarios.
Los datos por sí solos no nos llevarán muy lejos.
Las Naciones Unidas estiman que para alcanzar los objetivos de desarrollo se necesitan USD 4 billones adicionales. Esos recursos no se pueden obtener a través de las finanzas públicas, los bancos multilaterales ni las entidades filantrópicas. Necesitamos al sector privado. Y para involucrarlo, es preciso ofrecerle oportunidades claras de obtener un rendimiento por sus inversiones.
Nuestro Laboratorio para la Inversión del Sector Privado, que se creó para abordar el desequilibrio que afecta a las energías renovables, ha identificado cinco áreas a las que se debe prestar atención. Estamos avanzando en cada una de ellas y buscaremos extraer enseñanzas para aplicarlas en otros ámbitos de trabajo.
La primera de esas áreas es la certidumbre regulatoria y normativa. Estamos poniendo a prueba nuestra capacidad para asistir a los Gobiernos en este ámbito, junto con el FMI y el Banco Africano de Desarrollo, a través de la iniciativa dirigida a conectar a 300 millones de personas al servicio eléctrico en África.
La segunda son los seguros contra riesgos políticos. Hemos simplificado nuestras operaciones de garantías y buscamos emplearlas más decididamente. En lo que va de este ejercicio emitimos el triple de garantías que durante el mismo período del ejercicio pasado, y podremos avanzar aún más una vez que la plataforma esté en pleno funcionamiento.
La tercera es el riesgo cambiario. Sabemos que la mejor manera de ayudar a los inversionistas a gestionar este riesgo es desarrollando mercados de capital locales que tengan la suficiente profundidad y amplitud. Estamos brindando apoyo a varios países que se encuentran en distintas etapas del proceso a sortear este desafío.
Mientras tanto, estudiamos otras ideas. Por ejemplo, un mecanismo de distribución del riesgo cambiario de varios niveles que permitirá repartir el riesgo entre el sector privado, los Gobiernos y el Banco Mundial en proyectos a largo plazo. Además, analizamos la posibilidad de utilizar los excedentes de depósitos en moneda nacional de bancos comerciales para otorgar más préstamos en esas monedas. IFC, por su parte, ha obtenido muy buenos resultados en operaciones de préstamos en moneda nacional, que representan alrededor de un tercio de sus préstamos.
La cuarta área es el capital accionario subordinado y la primera pérdida. Estamos desarrollando el Fondo de Oportunidades de Frontera, cuyo lanzamiento anunciaremos en unas semanas y que incentivará al sector privado eliminando parte del riesgo. El financiamiento inicial provendrá de los ingresos netos de IFC. Pero para alcanzar la escala que deseamos, necesitamos el aporte de donantes y entidades filantrópicas.
La quinta área es la creación de una clase de activos, es decir, un modelo de originación y distribución. Estamos ampliando nuestro trabajo en el área de la titulización con la conformación de un nuevo grupo que estará encabezado por Doug Peterson, director ejecutivo de S&P, e incluirá actores clave como BlackRock, bancos comerciales y otros inversionistas institucionales. Nuestro objetivo es pasar de ofrecer préstamos pequeños y personalizados a paquetes más grandes de títulos. Para esto será necesario, entre otras cosas, que estandaricemos los préstamos y los documentos, tanto de nuestro lado como del de los países receptores. Esta medida podría desbloquear grandes sumas de dinero de los inversionistas, por ejemplo, los fondos de pensiones, las compañías de seguros o los fondos soberanos de inversión.
Atraer más inversión privada es una tarea difícil.
Llevará tiempo.
Pero tenemos la firme determinación de lograrlo.
Con las reformas que ya hemos implementado y otras que están en marcha, el Grupo Banco Mundial está en condiciones de encarar proyectos más grandes y ambiciosos, y acelerar el logro de nuestra misión de crear un mundo sin pobreza en un planeta habitable.
Esto se evidencia en la iniciativa M300 que llevamos adelante con el Banco Africano de Desarrollo y con la que nos proponemos suministrar electricidad a 300 millones de africanos para 2030. La Fundación Rockefeller ya se unió a este esfuerzo, y juntos estamos trabajando para sumar otras entidades filantrópicas e inversionistas.
Mientras tanto, nuestros equipos sobre el terreno elaboran análisis de los obstáculos que enfrenta cada uno de los países participantes. Está claro que será importante lograr una combinación de minirredes distribuidas, mejores sistemas de transmisión y distribución, y empresas de suministro adecuadamente financiadas. Prevemos que se necesitarán al menos USD 30 000 millones en inversiones del sector público, para lo cual la AIF jugará un papel fundamental.
Esta labor se llevará a cabo a principios del próximo año durante la Cumbre de Jefes de Estado que se celebrará en Tanzanía. Allí, 15 dirigentes se reunirán con nuestro equipo, junto con representantes del FMI, bancos de desarrollo, entidades filantrópicas e inversionistas del sector privado, para comprometerse a llevar adelante planes de acción específicos, lo que constituye un ejemplo de plataformas nacionales que funcionan adecuadamente.
Nuestro compromiso de lograr mayor escala también se refleja en el objetivo de brindar apoyo a los países para que ofrezcan servicios de salud asequibles y de calidad a 1500 millones de personas para 2030.
Como parte de esta iniciativa, estamos ampliando nuestro enfoque para ayudar a las personas a mantenerse saludables desde el nacimiento hasta la vejez. Con este fin, buscamos llegar a quienes se encuentran en lugares remotos y asociarnos con los Gobiernos para que la atención médica sea más asequible.
Este esfuerzo se verá facilitado por la colaboración con la Organización Mundial de la Salud y el Gobierno de Japón a través del Centro de Conocimientos sobre Cobertura Sanitaria Universal, que se pondrá en marcha el año próximo.
También hay otros objetivos, como los que anunciamos en la COP28, en los que estamos avanzando.
Nos comprometimos a destinar para 2025 el 45 % del financiamiento total al área del clima, y la mitad de ese monto, a iniciativas de adaptación. Ya estamos en el 44 %, pero tenemos que seguir trabajando en la adaptación.
Prometimos poner en marcha 15 programas impulsados por los países para reducir las emisiones de metano; ya están todos en línea y ahora se están instalando sistemas de monitoreo para hacer el seguimiento de los avances.
También establecimos las cláusulas de suspensión temporaria de la deuda tras una crisis climática, que permiten pausar durante dos años los pagos de la deuda. Hasta el momento, se han adherido 12 países, principalmente del Caribe y el Pacífico, y hay otros que están en conversaciones. Como complemento de estas cláusulas, hemos introducido una opción de respuesta rápida, que permite a los países reasignar de inmediato una parte de sus fondos no desembolsados en momentos de crisis.
Y esta misma semana, encaramos otras iniciativas en las áreas de agricultura y empoderamiento de las mujeres.
En las próximas décadas, el mundo necesitará un 60 % más de alimentos para dar de comer a 10 000 millones de personas. Con las nuevas herramientas, los obstáculos del pasado —como la fragmentación— están dando paso a las oportunidades del mañana.
A fin de sacar ventaja de esta situación, pondremos en marcha un enfoque ecosistémico para la agroindustria que reúne al Banco Mundial y a otros asociados con el propósito de ayudar a los pequeños agricultores a ir más allá de la agricultura de subsistencia e integrarse en las cadenas de valor comerciales.
Este sistema se sustenta en el vínculo entre nuestra experiencia con la creación de asociaciones de agricultores y el fortalecimiento de la capacidad de los Gobiernos en el ámbito del sector público, y nuestro trabajo de financiamiento y ampliación del acceso del sector privado. Buscamos combinar esta nueva forma de trabajar con un nuevo nivel de inversión: duplicaremos los compromisos destinados a las agrofinanzas y la agroindustria hasta llevarlos a los USD 9000 millones anuales, con los que prevemos movilizar otros miles de millones más del sector privado.
Juntos, podemos reconfigurar el futuro de la seguridad alimentaria, la nutrición, el crecimiento y el empleo.
También trabajamos para lograr un mundo en el que las mujeres tengan el poder de forjar sus propios destinos.
Un mundo en el que no se vean limitadas por las expectativas sociales ni las restricciones económicas.
Nuestra tarea consiste en construir una escalera de oportunidades, donde cada peldaño represente un escalón hacia un mayor empoderamiento. Para ayudar a las mujeres a subir esta escalera, debemos brindarles apoyo en todos los niveles.
Nuestra meta es construir una base en la que se proporcione una red de protección social a 250 millones de mujeres, un escalón intermedio que permita conectar a 300 millones de mujeres a los servicios de banda ancha, y una parte superior en la que se dé acceso al capital a 80 millones de empresas dirigidas por mujeres para 2030.
Estos objetivos se alcanzarán con un plan de acción integral que combine reformas regulatorias, capacitación, asequibilidad digital y asociaciones.
Aún nos queda mucho por hacer...
En definitiva, debemos centrarnos en promover los proyectos de desarrollo y, al mismo tiempo, abordar las causas fundamentales de la pobreza.
La pobreza no solo es un estado físico; también es un estado mental. La manera más eficaz de acabar con la pobreza es crear empleos.
Por eso debemos pasar la página y mirar hacia el futuro.
El Grupo Banco Mundial está preparado para embarcarse en la siguiente etapa de su misión: garantizar que la creación de puestos de trabajo —y empleo— no sea un producto secundario de los proyectos, sino un objetivo explícito de ellos.
A lo largo de la historia del desarrollo, se ha demostrado una y otra vez que el empleo es la respuesta más segura y duradera para combatir la pobreza.
Un trabajo es más que una fuente de ingresos; aporta dignidad, brinda un propósito y eleva el espíritu y la condición humana. El empleo es la clave para liberar el potencial. Ofrece una vía para salir de la pobreza, empodera a las mujeres, da esperanza a las generaciones más jóvenes y ayuda a construir comunidades más sólidas.
En el núcleo de las economías emergentes del mundo se está produciendo una revolución silenciosa. Una inmensa generación de 1200 millones de jóvenes, llenos de entusiasmo y potencial, está lista para ingresar a la fuerza laboral. Sin embargo, el panorama de oportunidades no se está expandiendo al mismo ritmo: se prevé que, en las condiciones actuales, se generarán 420 millones de empleos...
El fantasma del desempleo se vuelve inquietante, ya que podría dejar a 800 millones de jóvenes sin un empleo significativo y amenaza con desestabilizar sociedades y obstaculizar el crecimiento económico. Así como no se puede subestimar la gravedad de este desafío, tampoco se puede dejar de destacar el potencial de esta generación para cambiar el mundo de una vez por todas.
No obstante, un pronóstico como este no necesariamente es el destino que nos espera.
Por este motivo, hemos puesto en marcha una iniciativa específica destinada a generar empleos para los jóvenes. Los presidentes Tharman de Singapur y Michelle Bachelet de Chile encabezan este movimiento, acompañados de un grupo de líderes empresariales, representantes de la sociedad civil y miembros de círculos académicos, que se reunieron por primera vez esta semana.
Esta orientación específica resulta necesaria porque los puestos de trabajo no se generan de forma aislada.
Requieren una conjunción que es el resultado de preparar a las personas y preparar las oportunidades, porque, si bien el talento está en todas partes, las oportunidades no abundan.
Esta unión se basa en elementos fundamentales que el Banco Mundial se ha comprometido a respaldar plenamente: atención médica, infraestructura, educación y capacitación, seguridad alimentaria, aire limpio y agua limpia.
Podemos ayudar a construir un sector público que brinde empleo y fomente el crecimiento del sector privado, especialmente de las pequeñas empresas, que representan el 70 % de los puestos de trabajo a nivel mundial. Esta labor requiere la colaboración con asociados como el FMI, los bancos multilaterales de desarrollo y los Gobiernos, y nuestro informe B-Ready sirve como recurso para mantener deliberaciones basadas en evidencias.
En la práctica, esto significa aprovechar muchas de las herramientas que tiene a su disposición el Grupo Banco Mundial.
Los expertos del Banco de Conocimientos pueden ayudar a los Gobiernos y las empresas a encontrar oportunidades y aprovecharlas. Haciendo hincapié en el fortalecimiento de la capacidad, ofrecemos soluciones adaptadas a necesidades específicas, que abarcan desde el desarrollo de los mercados de capital locales hasta la mejora de la educación y la capacitación.
Nuestra nueva Academia de Conocimientos utiliza las mejores prácticas para dotar a los funcionarios públicos de las aptitudes que necesitan para respaldar el desarrollo de su personal y del sector privado.
Nuestro capital y nuestras garantías actúan en conjunto para catalizar inversiones. Aquí es donde cada elemento del plan de trabajo del Laboratorio para la Inversión del Sector Privado tendrá una importancia fundamental.
Y el resultado se magnifica cuando se adoptan las tecnologías digitales.
La infraestructura pública digital nos permite llegar a más personas con servicios esenciales como atención médica, educación e inclusión financiera.
Las tecnologías digitales pueden derribar barreras y reducir las ventajas que poseen los actores establecidos, ya que crean nuevas oportunidades para la innovación y el espíritu empresarial.
La mejora de la inteligencia artificial y la revolución de los datos son parte de este impulso favorable. Para maximizar su potencial, debemos aprovecharlo estratégicamente y utilizarlo con prudencia.
Este es el comienzo de un largo camino... Nos hemos comprometido a dar a los jóvenes de hoy todas las oportunidades de llevar una vida digna.
No somos ingenuos; sabemos que es un desafío... Pero, como nuestras operaciones son más rápidas, más sencillas y están más orientadas a generar impacto, hoy el Grupo Banco Mundial y su personal están en mejores condiciones de responder.
A través de financiamiento innovador y alianzas, podemos llevar adelante programas más ambiciosos, como los de dar acceso a la electricidad a 300 millones de personas en África o desarrollar la agroindustria de manera que provea los alimentos que necesitan el mundo y las economías.
Con nuestros conocimientos y nuestra atención puesta en el sector privado, podemos ayudar a eliminar la pobreza con la creación de empleo.
Por supuesto, solo avanzaremos tan rápido y llegaremos tan lejos como nuestro capital nos lo permita...
Estamos construyendo un Banco más grande y haciendo esfuerzos para cumplir con el pedido del G20 de ampliar las aspiraciones de la AIF, pero en algún momento necesitaremos reforzar la base de capital del BIRF, IFC y MIGA.
Ya sea que se trate de construir un Banco mejor, trabajar de forma más ambiciosa o reforzar nuestro compromiso con los jóvenes y las mujeres, el progreso que deseamos lograr exige más de todos nosotros.
Requiere que no sucumbamos a la tiranía de las cosas pequeñas.
Y más importante aún, requiere que este conjunto de asociados dispuestos a participar —los que estamos en esta sala y en todo el mundo— trabajemos juntos como colaboradores.
Nuestra misión exige una resistencia inquebrantable, un deseo insaciable de seguir adelante a pesar del tiempo, los tropiezos y los desafíos.
Espero que, a medida que avancemos, nuestras ideas se traduzcan en acciones, y que estas, a su vez, sirvan para cambiar vidas. En definitiva, por eso estamos aquí.
Gracias por su tiempo y por acompañarnos en este viaje.