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Declaraciones Julio 08, 2020

David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial: Palabras pronunciadas en la Conferencia Ministerial de Alto Nivel sobre la Deuda

CIUDAD DE WASHINGTON, 8 de julio de 2020. El presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, pronunció hoy las siguientes palabras en la Conferencia Ministerial de Alto Nivel sobre la Deuda, que se llevó a cabo en forma virtual:

Muchas gracias, ministros Le Maire y Al-Jadaan. Me complace escuchar a Kristalina y ver hoy, aquí, a muchos amigos. Hace un año, en este foro, me referí a la importancia de la transparencia en materia de deuda e inversión y a las dificultades para lograrla. Los avances realizados durante el último año son muy alentadores, pero debemos seguir avanzando.

La transparencia reviste vital importancia para lograr buenos resultados en términos de desarrollo. Todos nos hemos fijado esa meta. Incluso antes de la pandemia, muchos países en desarrollo habían acumulado cargas de deuda insostenibles y, en consecuencia, carecían de inversiones suficientes y crecían a un ritmo lento. Las olas de deuda se producen con frecuencia en la historia, y sabemos cuán difícil es encontrar soluciones, por lo tanto deseo felicitar a este grupo y al Grupo de los Veinte (G-20) por abordar el problema.

Como saben, las condiciones se tornaron más difíciles durante el año pasado. Con la pandemia y el confinamiento económico, las tensiones financieras empeoraron marcadamente en los últimos meses, a través de recesión, salidas de capitales sin precedentes y disminuciones de las exportaciones y las remesas. Como señaló acertadamente Kristalina, el costo humano ha sido inmenso. Centenares de millones de habitantes del mundo en desarrollo volverán a caer en la pobreza.

El año pasado, puse el acento en la importancia de la transparencia de la deuda y la renuencia de los deudores y los acreedores a avanzar en esa dirección. Muchas partes del sistema se basan en información asimétrica, lo que permite que una parte, o la otra, saque provecho. Es difícil salir de ese ciclo.

El consenso alcanzado por el G-20 respecto de la iniciativa de suspensión del pago de la deuda fue un paso importante. Si los grandes acreedores y deudores pueden trabajar juntos en forma coordinada, como lo vienen haciendo, es posible lograr resultados.

El uso más generalizado de documentación común para la suspensión del pago de la deuda genera grandes beneficios para todos. Uno de los desafíos actuales es que varios acuerdos acerca de la reestructuración de la deuda relacionados con créditos bilaterales oficiales se están llevando a cabo en forma ad hoc, a menudo sin transparencia y sin coordinación con otros acreedores oficiales.

Sin embargo, según estimaciones aproximadas, la mitad de la deuda que reúne los requisitos en materia de alivio en el marco de la iniciativa, y tres cuartas partes del servicio de la deuda, ya se están abordando, y es probable que esos números aumenten, lo que proporciona cada vez más espacio fiscal para los países participantes que son clientes de la Asociación Internacional de Fomento (AIF). Hemos recibido con especial beneplácito la participación de China, liderada por el apoyo prestado por el presidente Xi a este nuevo proceso de deuda.

La transparencia hará que la deuda y la inversión sean más productivas, contribuirá a la rendición de cuentas y respaldará la recuperación de las economías que es vital para la reducción de la pobreza. En el mediano plazo, puede dar lugar a más inversiones en los países en desarrollo, con más y mejores técnicas de financiamiento. Ese es un gran avance para alcanzar nuestro objetivo de lograr buenos resultados en términos de desarrollo en cuyo marco todos los ingresos aumenten, y no tan solo los ingresos de las élites.

Se están realizando buenos avances en materia de transparencia. Me gustaría describir tres grandes esfuerzos emprendidos por el Banco Mundial:

Primero, a partir del 19 de junio, logramos comenzar a publicar importantes datos nuevos acerca de la deuda de los Gobiernos de países en desarrollo, así como nueva información sobre la composición de países acreedores de la deuda pendiente, tanto pública como con garantía pública, y sobre los pagos anuales y mensuales previstos del servicio de la deuda, incluida información sobre los pagos de intereses y los reembolsos de deudas. En septiembre, daremos a conocer nueva información sobre los saldos de deuda al final de 2019. Quisiéramos que nuestro Sistema de Notificación de la Deuda incluya información sobre las condiciones básicas concertadas entre prestatarios y prestamistas oficiales: tasas de interés, vencimientos y períodos de gracia.

Segundo, el 1 de julio comenzamos a implementar la Política de Financiamiento Sostenible para el Desarrollo (PFSD), una nueva e importante medida de apoyo a la transparencia de la deuda que forma parte de la AIF-19. Esta política contiene incentivos financieros sustanciales para promover la transparencia de las deudas y las inversiones cuando los países clientes de la AIF implementen medidas de política sobre desempeño. Se asignarán más recursos a los países que adopten medidas concretas relacionadas con la divulgación de las condiciones de los contratos de préstamo y los cronogramas de pago. El nuevo proceso contribuirá a dar certeza de que el espacio fiscal adicional tiene un impacto significativo en el desarrollo.

Tercero, al tiempo que el Banco Mundial impulsa operaciones para responder ante la crisis, también participa en actividades y proporciona asistencia técnica para ayudar a los países a implementar un mayor grado de transparencia: es necesario que los prestatarios y los prestamistas eviten toda violación de las cláusulas de compromiso negativo en sus relaciones con el Banco. Por ejemplo, estamos trabajando con Angola para reducir gravámenes, liberar garantías y reparar el incumplimiento de las cláusulas de compromiso negativo establecidas por el Banco Mundial. El problema ha retrasado la ejecución de los programas de instituciones financieras internacionales, pero se está trabajando en su solución. Uno de los grandes desafíos para nuestra asistencia técnica es la divulgación de todos los compromisos financieros de un Gobierno, incluidos los saldos de deuda pública y de deuda con garantía pública, tanto explícita como implícita, así como los pasivos de las entidades del Estado y los instrumentos semejantes a deuda. Por ejemplo:

  • En Etiopía hemos respaldado la publicación, en el debido tiempo, de un informe integral sobre la deuda pública.
  • En Pakistán hemos trabajado con las autoridades para reflejar con precisión una gran deuda externa que estaba estructurada como un depósito bilateral a largo plazo entre bancos centrales y no se había incluido totalmente en sus iniciativas sobre transparencia de la deuda.
  • Ahora, Benin publica información sobre la deuda de las entidades del Estado en su sitio web, y en Benin, Guinea y Togo, las nuevas plantillas para un boletín estadístico incluyen una sección sobre los nuevos préstamos que se han concertado, incluidas las condiciones financieras.

Si bien en el curso del último año se han registrado numerosos ejemplos de avances en materia de transparencia, me gustaría mencionar algunas cuestiones pendientes.

No hemos avanzado lo suficiente en lo referente a las cláusulas de confidencialidad de los contratos oficiales. Todavía queda mucho por hacer para ayudar a nuestros países miembros a anular esas cláusulas y, en la mayoría de los casos, a dejar de utilizarlas. Constituyen un obstáculo que impide los avances en términos de desarrollo en varios países y, en última instancia, reducen la calidad y la cantidad de las inversiones que se necesitan con urgencia.

También debemos trabajar en otras esferas:

  • Todos los acreedores bilaterales oficiales, incluidos los bancos de propiedad estatal, deben participar en la suspensión del pago de la deuda. Por ejemplo, la plena participación del Banco de Desarrollo de China en carácter de acreedor bilateral oficial es importante para que la iniciativa sea eficaz, en particular debido a que ha desempeñado un papel importante al proporcionar asistencia para el desarrollo a África.
  • Debemos oponer resistencia a los esfuerzos por reducir el alcance de la deuda cubierta por la iniciativa del G-20 para suspender el servicio de la deuda, dado que debería abarcar toda la deuda externa a largo plazo, tanto pública como con garantía pública, y no solo la deuda del Gobierno y la deuda del Gobierno con garantía explícita. En este contexto, se debería incluir la deuda externa de entidades del Estado con garantías implícitas del Gobierno. En la próxima reunión del G-20 será necesario esforzarnos para evitar la reducción de dicho alcance.
  • Es necesario clasificar y divulgar de manera clara todos los instrumentos semejantes a deuda, entre ellos las líneas de swap bilaterales a largo plazo que se usan a menudo como fuentes de financiamiento con un compromiso plurianual, como se aplicó en Mongolia. Dichos compromisos a largo plazo también están socavando la estabilidad macroeconómica.
  • Aunque gran parte de la atención se ha centrado en los pasivos financieros externos del Gobierno, también debemos realizar avances para ayudar a los países que tienen compromisos contractuales a largo plazo relacionados con acuerdos de compra restrictivos que ocasionan cargas financieras a largo plazo. Los acuerdos de compra de energía eléctrica a largo plazo y los contratos de venta a futuro son dos ejemplos que menoscaban la posibilidad de lograr buenos resultados en términos de desarrollo. La experiencia nos indica que, a menudo, dichos contratos cuentan con el apoyo de los contratistas privados, que se benefician. Sin embargo, la naturaleza de los contratos que incluyen cláusulas confidenciales genera ganancias para intereses personales poderosos. Estos compromisos a largo plazo pueden imponer una carga abrumadora sobre las personas pobres y pueden convertirse en un obstáculo permanente a nuestro objetivo de crecimiento de base amplia y prosperidad compartida.
  • Los acreedores comerciales deben proporcionar un trato similar, dejando de cobrar los pagos que deben efectuarles los países más pobres, en particular aquellos que dependen de los recursos de la AIF a título de donación.

Las cuestiones de transparencia que estoy mencionando no son exclusivas de los países más pobres. En todo el mundo, los Gobiernos están mostrando un grado de transparencia en los compromisos financieros inferior al que deberían ofrecer. Un ejemplo flagrante es la falta sistemática de divulgación de las proyecciones de los desembolsos correspondientes a la mayoría de las obligaciones en materia de pensiones públicas, que priva a los ciudadanos de información suficiente sobre los compromisos de sus Gobiernos. En relación con esto, el Banco Mundial está dando el ejemplo al utilizar sus propios estados financieros para divulgar tanto los fondos asignados al pasivo correspondiente a las jubilaciones como, más importante aún, los desembolsos previstos en el curso de los próximos años. Esta práctica sería beneficiosa para muchos Gobiernos, incluidos algunos que están presentes en este foro.

De cara al futuro, creo que deberíamos prorrogar la suspensión del servicio de la deuda hasta 2021, en vista de la gravedad y la naturaleza perdurable de la crisis. Algunos países muy endeudados que son clientes de la AIF ya tienen problemas graves causados por el sobreendeudamiento y muchos más estarán en una situación crítica antes de que finalice esta crisis. En esas circunstancias, todo refinanciamiento de deuda solo postergará el problema para más adelante. En esos casos, no solo debemos reducir el servicio de la deuda hoy, también debemos disminuirlo mañana y en forma permanente. Esto creará una luz al final del túnel de la deuda. Para algunos de los países más pobres, más afectados y más endeudados, una reducción sistemática de los saldos de deuda soberana es la única manera en que podrán crecer nuevamente, concretar nuevas inversiones y lograr que sean rentables y evitar una trampa de la pobreza aún más prolongada.

Para concluir, la coordinación de los acreedores y deudores, trabajando juntos, es importante para resolver la ola más reciente de crisis de la deuda. Una plataforma inclusiva debería comprender a todos los acreedores bilaterales oficiales, reflejando los cambios recientes en el panorama acreedor. Y también deben participar los acreedores privados del sector público. Es esencial y urgente lograr un mayor grado de transparencia de la deuda y la inversión, y me complace observar que se están realizando esfuerzos conjuntos en esa dirección.


Contacto

David Theis
(202) 458-8626
dtheis@worldbankgroup.org
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