Desde el terremoto, el Banco Mundial aumentó significativamente su respaldo a Haití, asignando US$500 millones de la ventanilla de respuesta a la crisis de la Asociación Internacional de Fomento (AIF). Parte de ese dinero es destinado a la reconstrucción de casas y el resto de los efuerzos se centran en la reducción de la vulnerabilidad a los desastres, la mejora de la infraestructura, el aumento del acceso a los servicios, y el desarrollo del sector privado y, al mismo tiempo, en el fortalecimiento de las instituciones públicas y de la capacidad del Gobierno de ofrecer mejores condiciones de vida a la población.
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